Harvey Mandel, la serpiente injustamente olvidada

Por Sergio Ariza

Puede que el nombre de nuestro protagonista no te suene de primeras, pero vamos a darte algunas pequeñas pistas del enorme guitarrista del que estamos hablando, salió de la escena blues de Chicago donde llegó a tocar con todos los grandes, de Howlin' Wolf a Buddy Guy, grabó uno de los discos de blues rock fundacionales junto a Charlie Musselwhite, se subió al escenario de Woodstock junto a Canned Heat, fue uno de los guitarristas elegidos por John Mayall (que ha tenido un ojo especial para hacerlo desde los tiempos de Clapton y Peter Green), estuvo a punto de convertirse en un Rolling Stone y fue uno de los primeros músicos de rock que utilizó la técnica del tapping, con varias fuentes afirmando que fue la principal inspiración para que Eddie Van Halen la llevara a la estratosfera. Señoras y señores, con todos ustedes, la serpiente, Don Harvey Mandel.  

Aunque nació en Detroit un 11 de marzo de 1945, Mandel siempre se ha considerado de Chicago y es que su familia se desplazó a la ciudad del viento siendo todavía muy pequeño. No pudo haber tenido mayor suerte, Chicago en los 50 fue la Meca del blues eléctrico y para los que tenían la fortuna de vivir allí, ver en directo a colosos de la talla de Muddy Waters, Howlin' Wolf, Elmore James o Buddy Guy era lo más habitual del mundo. Es el caso de Mandel que, a pesar de que comenzó tocando los bongos, decidió cambiarse a las seis cuerdas a los 16 años cuando un amigo guitarrista le enseñó su primer acorde. Su padre le compró una Harmony acústica por 16 dólares y a las pocas semanas Mandel ya estaba manipulando una radio para convertirla en un primitivo amplificador, nuevamente su padre, asombrado de su ingenio, se lo llevó a Sears y le compró una guitarra eléctrica y un amplificador, los dos Silvertone. No volvería a pasar un día de su vida sin tocar una guitarra.
  

   

Tras iniciarse Mandel se comenzó a juntar con otros chicos blancos fascinados por el blues, gente como Barry Goldberg o Charlie Musselwhite, al poco, gracias a Sammy Fender, se estaba curtiendo en las 'jams' del Twist City y antes de cumplir los 21 y poder entrar o beber en aquellos locales estaba subiéndose al escenario con los más grandes de la historia. Puede que no exista mejor escuela que esa para alguien que quiera tocar blues, mientras en Inglaterra Clapton, Beck o Green se tenían que conformar con escuchar los discos, Mandel y Mike Bloomfield tenían el lujo de subirse al escenario con todos ellos, Waters, Wolf, Guy... Mandel comenzó a hacerse un nombre, aunque no llegaba al aura mítica de Bloomfield, el otro gran guitarrista blanco de Chicago.  

Cuando Bloomfield se juntó con Paul Butterfield en la banda de este último el blues rock comenzó a abrir puertas en todo EEUU. En Chicago, Mandel se había juntado con Goldberg y Musselwhite y, bajo el liderazgo del primero, habían sacado un disco en 1966 llamado Blowing My Mind, con el guitarrista ya sobresaliendo en varios temas con su enfoque agresivo y sus acertados 'licks'. Aun así, la cosa mejoraría mucho al año siguiente cuando volvieran a repetir los tres protagonistas, esta vez bajo el liderazgo del genial armonicista Musselwhite y grabaron uno de los discos imprescindibles del blues rock blanco de los 60, Stand Back! Here Comes Charley Musselwhite's South Side Band.
   

   

El trabajo de Mandel es excelente durante todo el disco, que incluye piezas tan soberbias como Christo Redemptor, Help Me, una de las pocas cantadas, o 4 PM, compuesta por el propio Mandel, donde ya se puede apreciar en toda su gloria su estilo, con un increíble tono sostenido y cortante que podría considerarse un antecedente del de Paul Kossoff, y que, posiblemente, fuera con su Gibson ES-335. Se ha equiparado al disco con las dos piedras fundamentales sobre las que se construyó el edificio del blues rock, los dos primeros discos de la Paul Butterfield Blues Band, con Mike Bloomfield, y el imprescindible disco de John Mayall con Eric Clapton.
  

Bill Graham
, el legendario dueño del Fillmore de San Francisco debía pensar algo parecido ya que invitó a Mandel y a Musselwhite a presentar aquel disco en un cartel que incluía a Electric Flag, la nueva banda de Bloomfield, y Cream, la nueva de Clapton. Mandel apareció por allí con su pequeño amplificador Fender y una pantalla de 12 pulgadas, su equipo para los clubs de Chicago, y se encontró con una pared llena de Marshalls propiedad de Clapton. Un Mandel acomplejado se acercó al Dios de los guitarristas británicos y le preguntó si podía prestárselos para su actuación. Dios fue, aquel día, misericordioso.
  

  

Tras aquel concierto la banda de Musselwhite se disolvió y Mandel decidió quedarse en San Francisco y probar suerte en la naciente escena de la ciudad. Al poco estaba participando en 'jams' con Jerry Garcia y Elvin Bishop en el mítico The Matrix. Fue allí donde le descubrió el DJ y productor local, Abe Keshishian, quien le fichó para Philips Records donde aparecería su primer disco en solitario, Cristo Redentor, en 1968. Se trataba de un disco instrumental donde Mandel coqueteaba con el jazz, adelantándose a la fusión entre este género y el rock en los años 70. La canción más conocida es la titular, la misma canción que había grabado con Musselwhite pero ahora con su inconfundible tono, posiblemente con una Les Paul Custom, mezclándose con unas lujosas cuerdas y unas increíbles voces de soprano. También destaca la subyugante y psicodélica Wade In The Water.
  

Al año siguiente, en 1969, se volvió a juntar con Goldberg para unas 'jams' en las que también estuvo involucrado Bloomfield y que se publicaron bajo el título de Barry Goldberg & Friends. Pero, sin duda, lo más importante que le aconteció ese año fue ir al Fillmore East la noche en la que Henry Vestine dejó Canned Heat. Bloomfield también estaba allí y fue él el que se unió a ellos durante el primer set de la banda, pero en el segundo fue Mandel el que tocó con los de Bob "el oso" Hite y Alan "búho ciego" Wilson. No dudaron en contratarle, evidentemente por su enorme calidad, aunque su apodo, "la serpiente" (que se lo puso Goldberg no solo por sus prolongados sostenidos sino también por su imprevisibilidad, el oyente nunca estaba seguro de hacia dónde iba), les iba como anillo al dedo.
 

  

Su tercer concierto con ellos fue delante de medio millón de personas en Woodstock, donde fueron uno de los grandes triunfadores de los tres días de "paz, amor y música". Abrieron con la imparable Going Up With The Country, con un magnífico solo por su parte, pero fue cuando tocaron Fried Hockey Boogie, de su disco Boogie With Canned Heat, cuando se supo que Mandel era el mejor guitarrista que había pasado por la banda. Con Janis Joplin y Grace Slick, de Jefferson Airplane, de testigos excepcionales en la parte de atrás del escenario, Mandel se lanza a un solo centelleante, su trabajo en On The Road Again también es magnífico con su Fender Stratocaster negra dialogando a la perfección con la Les Paul de Wilson.
  

Mandel se quedaría con la banda durante un año en el que grabaría una de sus canciones más exitosas, la versión del Let's Work Together de Wilbert Harrison, y uno de los mejores discos de Canned Heat, Future Blues, publicado en 1970, con su excelente trabajo a las seis cuerdas en canciones como la titular, si hacemos caso a la actuación en directo que ponemos abajo, con una Telecaster, My Time Ain't Long, uno de los mejores solos de su carrera, o So Sad (The World's in a Tangle).
  

   

Pero, justo en el momento en el que ese disco veía la luz, agosto de 1970, Mandel y el bajista de Canned Heat, Larry Taylor, dejaban la banda para fichar por la nueva remodelación de los Bluesbreakers de John Mayall, en el que Mandel seguiría los pasos de Clapton, Peter Green o Mick Taylor. Con Mayall grabaría dos discos, USA Union, en 1970, y Back to the Roots, en 1971, un disco en el que Clapton y Taylor volvían a tocar con Mayall, por cierto, en Accidental Suicide, sobre Jimi Hendrix, tocan los tres.
  

Luego pasó a formar parte de Pure Food & Drug Act, junto a gente como el violinista Don "Sugarcane" Harris o el guitarrista Randy Resnick, que fue el que le enseñó a hacer tapping (aunque Ritchie Blackmore afirmaba haber visto a Mandel utilizar la técnica ya en 1968 en el Whiskey A Go-Go). Durante la misma época grabó Baby Batter, en 1971, su cuarto disco en solitario y el mejor, junto al primero. Su original fusión frenética de funk, licks de jazz y blues-rock es un trabajo a recuperar y anticipa posteriores discos de gente como Jeff Beck o Al Di Meola. Las dos piezas más destacadas son la titular y la funky El Stinger. En 1973 llegaría Shangrenade, otro disco en solitario instrumental, donde hace uso extensivo del tapping a dos manos en la canción titular.
  

Eso sí, lo más jugoso de su carrera estaba a punto de llegar y es que en 1975 recibió una llamada de Mick Jagger diciéndole que fuera a Munich a grabar un par de temas con los Rolling Stones. Mandel, como todo el mundo, sabía que Mick Taylor había abandonado el barco, así que esto no era sino una audición para convertirse en un Rolling Stone. Durante los días que estuvo allí, Mandel grabó dos temas con la banda, la preciosa Memory Motel y la funky Hot Stuff. La primera es una de mis elecciones claras como gema perdida de los Stones, una maravilla en la que Jagger y Richards comparten tareas vocales y Mandel derrocha clase a la guitarra. Aunque es en la segunda, una clara antecedente de Miss You, donde más posibilidades de lucimiento tiene, utilizando un wah wah.
  

  

Mientras se hospedaba en el hotel, una noche Mick Jagger se plantó en albornoz en su habitación y, por un segundo, pensó que para ser un Stone había que hacer más cosas además de tocar la guitarra, pero el cantante solo se había pasado para felicitarle por su trabajo. Parece que Jagger le quería a él, un tipo callado en la sombra, pero con una técnica magnífica como Taylor, pero al final ganó Keith que lo que quería era un compañero de juerga y lo encontró, a la perfección, en el bueno de Ron Wood.
  

Eso sí, cuando Mandel lo pasó realmente mal y tuvo problemas económicos para afrontar el tratamiento de su cáncer a mediados de la segunda década del siglo XXI Richards no dudó en enviarle una de sus guitarras para que la subastara.  

Harvey Mandel no se convirtió en un Rolling Stone y su nombre parece injustamente olvidado en la neblina del tiempo pero, a día de hoy, sigue tocando fiel a sus convicciones, “Hay una clara diferencia entre ser un buen músico y tocar una buena canción… Se tardan años en llegar al punto en el que no queda nada físico que aprender, en el que todo está puramente en la mente. Siempre queda la parte física. Normalmente esa es la técnica y ese es el punto fino entre muchos de nosotros. Creo que lo que me ayuda es que tengo un estilo original. No intento copiar la tendencia general… No me considero un guitarrista de blues o de esto o aquello. Soy un guitarrista. En otras palabras, no sólo toco la guitarra, sino que toco música, lo que significa que intento tocar todo”.
 

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