El eslabón entre Muddy Waters y Jimi Hendrix

Por Sergio Ariza

25 de septiembre de 1957, una fecha que está impresa en todas las guitarras de Buddy Guy, el día que cogió un tren a Chicago, con poco más que una muda limpia y una guitarra. 60 años después Guy es el actual rey del blues y el encargado de mantener viva su llama en la ciudad en la que este se convirtió en eléctrico y sirvió de padre del rock. Guy es el enlace entre ambos, el eslabón nunca perdido entre Muddy Waters y Jimi Hendrix.  

George Guy vino al mundo el 30 de julio de 1936 en Luisiana y como dice en una de sus canciones a los dos años su madre ya afirmaba "este chico tiene el blues”. Miembro de una familia pobre del Sur, con pocos años ya estaba recogiendo algodón junto a ellos. En la radio encontró el sonido que le cambiaría la vida, el blues de John Lee Hooker o Guitar Slim, al que también pudo ver en directo. Se autofabricó su propia guitarra (o algo parecido) con un palo y dos cuerdas siendo adolescente. Con su primer sueldo se compró, nada más y nada menos, que una Les Paul y comenzó a hacerse un nombre en los garitos de Baton Rouge hasta llegar a grabar una canción en una radio local. Pero todos sabían que allí no llegaría a nada, tenía que emigrar a la tierra prometida, Chicago. El lugar en el que había surgido el blues eléctrico y estaban todos los grandes. A pesar de las reticencias de su madre Buddy se marchó bajo la promesa de que en cuanto hiciera algo de dinero la compraría un Cadillac con puntos dibujados. No lo conseguiría.
 

     

Una maleta con ropa para dos días, una cinta con la canción que había grabado y su Les Paul Goldtop fueron todo su equipaje. Tras meses sin encontrar trabajo y sin respuesta de Leonard Chess, al que había dejado la cinta, Buddy estaba hambriento y dispuesto a volver a casa, pero un día se pasó por uno de los garitos donde tocaba el gran Otis Rush, llevaba su Les Paul a cuestas y se había tomado un par de tragos. Tras una de las canciones un conocido gritó "Otis, aquí hay un tío que te puede patear el culo". Rush le invitó al escenario y le preguntó qué quería tocar, Buddy no se lo pensó mucho "Guitar Slim, The things I used to do", su canción preferida. Rush le dejó comenzar pero una vez que lo hizo no hubo forma de pararle. Ese día le poseyó el propio Guitar Slim e hizo todos sus trucos como tocar la guitarra por detrás de la espalda y con los dientes, sabía que estaba ante su última oportunidad y no iba a desaprovecharla. Para el momento en que terminó el dueño del local había hecho la llamada que cambiaría su vida. En la calle le esperaba el mismísimo Muddy Waters, el rey de la ciudad y de la escena. Viéndole hambriento le ofreció un bocadillo de salami, no solo eso, desde ese momento se convirtió en una especie de figura paterna que le fue guiando por la ciudad. Lo había logrado, no tendría que volver al Sur con el rabo entre las piernas, las actuaciones comenzaron a llegar y en poco tiempo estaba tocando con los guitarristas más prometedores, el propio Rush, Freddie King o Magic Sam. Fue este quien le recomendó a Cobra Records donde grabaría su debut, 'Sit and cry (the blues)' bajo la supervisión de Willie Dixon. Sería también la última vez que tocaría su Goldtop que le robaron poco después. Cuando el sello cerró, Guy tomó dos decisiones cruciales en su carrera, comprarse una Stratocaster del 57 y fichar finalmente por la compañía de sus sueños, Chess.
 

 

Pero su paso por la mítica discográfica no fue todo lo exitoso que se esperaba, Leonard Chess no estaba muy interesado en el estilo agresivo y fuerte de Buddy y este comenzó a tener dos caras, la del músico de sesión de Chess que tocaba lo que le pedían, con sesiones para Muddy Waters (‘Folk singer’), Howlin’ Wolf (‘Killing floor’) o Koko Taylor (‘Wang dang doodle’) y el salvaje que desplegaba todos sus trucos en los escenarios de Chicago. Uno de sus favoritos era empezar la actuación desde fuera del escenario, ya fuera la calle o el servicio, gracias a un larguísimo cable, algo que había visto hacer a su adorado Guitar Slim.
   

Pero su paso por Chess dejaría buena parte de lo mejor de su obra, desde 'First time I get the blues', publicado en 1960, hasta su único larga duración con la compañía, 'I left my blues in San Francisco', de 1967, se puede encontrar lo más granado de su discografía, desde la referencial 'Stone crazy' hasta ese 'When my left eye jumps' que serviría de inspiración a su alumno más aventajado, Jimi Hendrix, para su 'Red house'. Aunque la influencia más clara de su estilo se viviría entre el gran trío de ases del blues-rock británico, Eric Clapton, Jeff Beck y Jimmy Page. Sería principalmente a través de un LP que publicó en 1963 llamado 'Folk Festival of The Blues' donde acompañaba a los más grandes, como Muddy Waters o Howlin’ Wolf, además de cantar un par de temas en solitario. Su estilo crudo y explosivo, sus largos solos con muchas notas tendrían un impacto brutal en aquella generación. Clapton lo declararía su guitarrista favorito, Beck afirmaría “no sabía que una Strato pudiera sonar así (…) sus solos no se ceñían al formato pop de 3 minutos, eran largos y muy cuidados”, y Page “es un monstruo absoluto. Con ese disco dejó alucinado a todo el mundo”. Algo evidente en su caso pues en 'Led Zeppelin II' podemos encontrar una versión de 'Bring it on home' prácticamente idéntica a la que se encuentra aquí.
   



En 1965 tocaría también en el que posiblemente sea el mejor disco en el participó, 'Hoodoo man blues' de Junior Wells, uno de los grandes clasicos del blues. Curiosamente cuando salió al mercado no aparecía su nombre sino el de Friendly Chap, un seudónimo ya que el disco fue editado por Delmark y él tenía contrato con Chess. Su relación con Wells sería una de las más fructíferas del blues con maravillas como 'Vietnam blues' de 1966, en la que se puede comprobar otra parte de su estilo, más lírica y pausada, en la que se ve la tremenda influencia de B.B. King.
   

En 1967 las ondas de radio se llenaban con gente que había llevado su estilo un paso más allá, como Hendrix o Clapton, y Guy dejó Chess para firmar por Vanguard. Leonard Chess le reconocería lo suyo, "patéame el culo, Buddy, llevabas todo este tiempo intentando grabar esto y no fui capaz de darme cuenta". Tampoco era así, Buddy es un excelente contador de historias y le encanta embellecerlas, ‘A Man and the Blues’ sonaba más al soul rock de 'I left my blues in San Francisco' que a 'Are you experienced?', sin rastro de efectos ni pedales. Aun así, a finales de los 60 comenzó a tocar con sus discípulos, una jam con Hendrix, una actuación en Londres acompañado por Jack Bruce y Buddy Miles o un contrato para grabar con Clapton. El resultado fu el notable 'Buddy Guy & Junior Wells play the blues' que se publicó en 1972 pero fue grabado en dos sesiones, una primera con Clapton y otros dos miembros de Derek & The Dominos en 1970 y una segunda en 1972, sin Clapton ni Junior Wells, con miembros de la J. Geils Band en 1972. Es otro de las cumbres de su carrera, con canciones como 'Man of many words', puro Otis Redding, parecida al 'Hard to handle' pero con un increíble solo por parte de Guy.
   

 

Los 70 le siguieron viendo compartir escenario con estrellas de rock, giras con los Stones o Janis Joplin y The Band. Pero poco a poco su estrella fue declinando. En 1981 grabó ‘Stone crazy’, un disco en el que brillaba ‘I smell a rat’, pero no parecía haber mercado para él y estuvo una década sin grabar. Cuando lo hizo fue su gran vuelta, en el camino Stevie Ray Vaughan había vuelto a prender la mecha del blues rock y no escatimó elogios hacia Buddy, además, Clapton se le llevó a su ‘24 Nights’. De repente ‘Damn right, I got the blues’ se convirtió en un éxito, ganando Grammys y volviendo a colocarle en lo más alto.
   

Poco a poco los grandes del blues fueron desapareciendo, Junior Wells, falleció en 1998, John Lee Hooker en 2001 o B.B. King en 2015. Buddy Guy quedó encargado de mantener viva la antorcha del blues. Él es ahora el rey y se encarga de demostrarlo en su garito de Chicago, uno de los pocos (como él) que todavía se mantienen. Allí se puede comprobar lo que una vez dijo Hendrix “el paraíso es estar a los pies de Buddy Guy mientras se le escucha tocar”.
 

Pero esta historia tiene un epílogo, Buddy Guy nunca pudo cumplir su promesa y regalarle a su madre un Cadillac con puntos, así que cuando en 1995 Fender le hizo su Signature Model, Buddy Guy decidió pedir a la marca que le añadieran los puntos. Y puede que no hubiera Cadillac pero para alguien nacido para tocar la guitarra dedicar una Stratocaster propia a la memoria de su madre es un regalo mucho mejor.


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