Dick Taylor, la guitarra olvidada de la Invasión Británica

Por Sergio Ariza

Empecemos por lo fácil y quitémonoslo de encima rápido, Dick Taylor fue compañero de escuela de Mick Jagger y amigo de Keith Richards en la escuela de arte, su primer grupo fue con ellos dos, se llamaba Little Boy Blue and the Blue Boys y al poco tiempo de dejarlo se pasaron a llamar The Rolling Stones y el resto es historia. Pero que la anécdota, por muy jugosa que sea, no ensombrezca una carrera que hizo que Joey Ramone llamara a su banda, los Pretty Things, "la inventora del garaje rock", que David Bowie hiciera dos versiones de ellos en su Pin Ups o que David Gilmour y Van Morrison no dudaran en subirse a tocar con ellos en 2018, lo dice todo. Por no hablar de que su mejor disco, S.F. Sorrow, puede ser visto como la primera Ópera Rock de la historia, adelantándose al Tommy de los Who.     

Richard Clifford Taylor nació un 28 de enero de 1943 en Dartford, su pasión por el rock & roll, el blues y el R&B llamaron la atención de otro compañero de escuela con la misma afición, se trataba de Mick Jagger, Taylor consiguió una guitarra acústica por Navidad y le pareció la cosa más bonita del mundo, pero no fue hasta que comenzó en la escuela de arte, a los 16 años, cuando comenzó a tocar asiduamente con otro compañero, Keith Richards, junto al que se aprendió todos los 'licks' de Chuck Berry, Bo Diddley y Hubert Sumlin'. Al poco tiempo estaban tocando junto a Jagger en una banda llamada Little Boy Blue and the Blue Boys, su cantante llamó la atención del guitarrista británico con más futuro del momento, se trataba de Brian Jones que también tenía una banda. Jagger se llevó consigo a Keith y, al poco tiempo, cuando se quedaron sin bajista llamaron a Taylor para que cubriera el puesto. En unos meses el puesto de batería pasaría a estar ocupado por Charlie Watts pero Taylor no quería tocar el bajo y quería seguir con sus estudios, así que dejó la vacante libre en 1962, su sustituto definitivo sería Bill Wyman, habían nacido los Rolling Stones.
     

      

Taylor dice que nunca se ha arrepentido de aquella decisión y habrá que creerle, porque Taylor no es un Pete Best cualquiera sino que al año siguiente crearía, junto a su amigo y compañero en la escuela de arte, Phil May, los Pretty Things, una de las mejores, y más olvidadas, bandas británicas de los años 60. Puede que fuera por el pasado común de Taylor pero desde el principio les llovieron las comparaciones con los Stones. Era normal, las influencias eran las mismas y, muchas veces, las canciones también. Eso sí, si los Stones se llamaban así por una canción de Muddy Waters y tenían a Chuck Berry como faro y guía, los Pretty Things se llamaban así por una canción de Bo Diddley y este era su principal inspiración, junto a Jimmy Reed.
     

Claro que si los Stones supieron sacar partido a su imagen de chicos malos ante los Beatles, los Pretty Things les pasaron por la izquierda. Como declararía más tarde David Gilmour, "los Pretty Things hacían que los Stones parecieran mansos". Y es que el grupo no destacaba por su refinamiento musical sino por una energía y una crudeza máxima, con May llevando el pelo más largo de todos los músicos británicos (el resto de las bandas no llegarían a esa longitud hasta 1968) y Viv Prince, su alocado batería, sirviendo de modelo para un imberbe Keith Moon. La primera formación la completaban el bajista John Stax y el guitarrista rítmico Brian Pendleton.
     

       

La banda acabó firmando por Fontana y en mayo de 1964 apareció su primer sencillo, Rosalyn, una canción en la que el 'Bo Diddley beat' se convertía en punk, con la Harmony Stratone de Taylor y los berridos de Taylor en primer plano. El sencillo estuvo a punto de colarse en el Top 40 y les dio sus primeros fans, entre los que se contaba un joven David Bowie, y su primer dinero. Con el mismo Taylor se compraría su primera Gibson 330, a lo largo de los 60 iría completando la colección, luego llegarían una 335 y una 345 que le parecía fantástica.
      

Unos pocos meses después aparecía Don't Bring Me Down y los Pretty Things se colaban en el Top Ten de las listas británicas en un momento en el que la Invasión Británica estaba tomando por asalto las listas de todo el mundo. El paso lógico era ir a EEUU y unirse a Beatles, Stones, Animals y demás grupos que copaban las listas de Billboard, pero su mánager rechazó una oferta de Dick Clark y prefirió llevárselos a Nueva Zelanda. Las puertas del país que vio nacer el rock no se volverían a abrir para ellos...
      

      

Eso sí, en su país natal (y en Nueva Zelanda) las cosas marchaban viento en popa, Honey, I Need, su tercer sencillo subía hasta el puesto 13 de las listas británicas a principios del 65, por primera vez se trataba de un tema compuesto por ellos mismos, Taylor hizo el riff que abría la canción en una de las guitarras fundamentales de su carrera, una Gibson Jumbo de 12 cuerdas. El sencillo se incluiría en el primer disco de la banda, llamado como ellos, que subiría hasta el sexto puesto de las listas. El álbum se abría con una versión sucia y descarnada del Roadrunner de Bo Diddley, no era la única versión de su ídolo que incluían, también hacían Mama, Keep Your Big Mouth Shut, She's Fine, She's Mine y la canción que les daba nombre, compuesta por Willie Dixon para Diddley.
       

Era un disco áspero y afilado con el que los Pretty Things estaban a la altura de su imagen de salvajes asilvestrados. Fue su pico comercial, que no artístico. Al igual que los Stones los Pretty Things fueron virando hacia el soul en sus influencias, como se puede ver en su siguiente EP, con Rainin' In My Heart como canción principal, cuando a finales de año apareció Get The Picture, Taylor, al igual que Richards, había descubierto el pedal fuzz, e hizo mucho uso de él, con resultados notables como en la canción titular, todo un trallazo que no estaría fuera de lugar en cualquier recopilatorio de Nuggets.
      

       

El segundo disco de la banda se abría con una canción en la que se notaba la influencia de los Byrds y en la que aparece la firma del guitarrista de sesión más importante de aquella época, Jimmy Page. El futuro Led Zeppelin no tocaba en la canción pero sí que ayudó a la banda a componerla, además de prestarle su Les Paul a Taylor para que este hiciera buen uso de ella en ese homenaje a Elvis que es We'll Play House. Para el momento en el que grabaron los problemas con Viv Prince, su batería, ya habían alcanzado el punto de no retorno y tuvo que ser sustituido por diversos baterías.
      

A pesar de que el disco no bajaba un ápice la calidad y excitación del primero, no llegó a entrar en las listas. A partir de este momento la banda irá cayendo en el olvido comercial a medida que va alcanzando la plenitud artística. Y es que en 1966 aparecieron dos de sus mejores sencillos. Primero llegó en enero Midnight To Six, una composición de Taylor, con un excelente riff y un buen trabajo como solista, además de un gran trabajo al piano por parte de Nicky Hopkins y varios cambios de tempo espectaculares. Increíblemente la canción se quedó en un decepcionante puesto 46. En abril llegó Come See Me, una canción en la que su pasión por el soul y el sonido fuzz volvía a ser evidente. Como cara B llevaba una composición de Taylor y May que ya dejaba claro hacia donde se dirigía la banda, se llamaba LSD y en su solo ya se podían entrever efluvios psicodélicos.
      

       

En julio aparecería el último sencillo de la banda en asomarse a las listas, era una versión del A House In The Country de los Kinks. Su sello no estaba contento con ellos y ellos no estaban contentos con las imposiciones comerciales de su sello. Tras el fracaso comercial de la descafeinada Progress en diciembre, Pendleton y Stax dejaron la banda, y sus reemplazos fueron Wally Waller al bajo y John Povey a los teclados. Los dos tenían buena voz y eran fans de los Beach Boys, sus armonías se hicieron notar enseguida.
      

May y Taylor eran los dos únicos miembros originales que quedaban y siguiendo el signo de los tiempos, y las presiones de Fontana, se olvidaron del R&B sucio de sus comienzos y se fijaron en el trabajo de Ray Davies, Emotions puede ser visto como su disco pop, el equivalente al Between The Buttons de los Stones. Es el disco menos logrado del cuarteto inicial pero, aun así, tiene algunas canciones notables como Death Of A Socialite, Children y la joya del disco, The Sun.
     

       

El disco no hizo nada por mejorar su situación financiera y la banda dejó Fontana y fichó por EMI en septiembre de 1967. Fue un movimiento perfecto, la banda estaba cada vez más metida en el mundo psicodélico y Abbey Road era el estudio en el que se acababan de grabar Sgt. Pepper’s y The Piper At The Gates Of Dawn. Era el lugar ideal para que su universo sonoro se expandiera. Primero llegó el sencillo con Deffecting Grey y Mr. Evasion. La primera combinaba una parte que era un vals ácido con guitarras duras y enloquecidas, era un gran aperitivo para lo que estaba por llegar.
     

En noviembre, a la vez que se editaba el sencillo, la banda se metía en Abbey Road para comenzar a grabar S.F. Sorrow, una colección de canciones hilada a través de una historia de Phil May, lo primero que grabaron fue Bracelets Of Fingers. En esas mismas sesiones también grabaron uno de los mejores sencillos de la época, un par de canciones que están entre lo mejor del periodo psicodélico, Talking About the Good Times y Walking Through My Dreams, con algunos de los mejores momentos de Taylor como guitarrista. Para ese momento en la silla de batería ya se sentaba otro personaje totalmente lunático, el simpar Twink, procedente de otra banda fundamental de la psicodelia británica, Tomorrow.
     

       

Con Norman Smith como productor, la banda metió de todo (y lo hizo bien), desde Melotrón a cualquier cacharro que hubiera por Abbey Road, incluido el sitar de George Harrison que los Pretty Things tomaron prestado sin permiso. Las canciones también estaban entre lo mejor que habían hecho, desde la canción que lo abría, S.F. Sorrow Is Born, con un gran riff acústico en la Jumbo de Taylor, (una guitarra que está por todo el disco, incluida la magistral Private Sorrow) hasta la devastadora Loneliest Person que lo cerraba, sin olvidarse de estallidos de electricidad como She Says Good Morning, Balloon Burning o Baron Saturday, cantada por Taylor.
       

La obra estaba hecha para ser escuchada como un todo, contando la historia de Sebastian Sorrow desde su nacimiento hasta su triste reclusión mental. El argumento era un bajón y muchos vieron en él una de las razones de su escasa repercusión comercial. Pero es evidente que las circunstancias tampoco ayudaron, a pesar de haber empezado a grabarlo en 1967 el disco no salió hasta noviembre de 1968, aun así antes que el Tommy de los Who pero no se publicó en EEUU hasta un año después donde fue visto como una caricatura del disco de los de Townshend, a pesar de ser anterior.
      

     

El caso es que tras grabar su obra maestra Taylor se retiró de la banda. Creía haber alcanzado el cénit y además el futuro no parecía muy halagüeño, la banda se sacaba algo de dinero extra grabando como The Electric Banana para una compañía fílmica que acabaría utilizando parte de ese material en un par de películas porno.
      

Fue una pena porque la banda estaba en su mejor momento, llegando a tocar en el verano del 68 en el segundo concierto gratuito de Hyde Park junto a Traffic o The Nice (su actuación terminó cuando Twink decidió lanzarse al público) y en el primer festival de la Isla de Wight, junto a Jefferson Airplane o Tyranosaurus Rex.
     

     

El tiempo les acabaría dando la razón y el punk les reivindicaría como una de sus influencias,  Taylor reconocería que volvería a sentir la llama del rock & roll tras ver a los Clash en directo. En 1978 volvería a los Pretty Things, que habían seguido con éxito con May al frente y grabarían un disco influido por la New Wave. Entre lo más destacado de sus últimos años de carrera fue su colaboración con los Mekons en discos tan notables como Fear and Whiskey y The Mekons Rock 'n Roll.
        

Eso sí, hasta la muerte de Phil May el año pasado, su principal cometido fue defender el repertorio de los Pretty Things ante varias nuevas generaciones, convertidos ya en grupo de culto y con S.F Sorrow reivindicado como la obra maestra que es. Sí, Dick Taylor pudo ser un Rolling Stone pero fue un Pretty Thing, algo que tampoco está nada mal…
       

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