El gran iconoclasta del rock
Por Sergio Ariza
Intentar desentrañar el misterio de una de las
mentes más inquietas que ha dado el mundo de la música del siglo XX es una
tarea ardua. En sus escasos 52 años entre nosotros Frank Zappa entregó una ingente obra musical, con más de 100 discos
publicados, además de docenas de recopilatorios y varios singles sueltos. Su
música es tan inclasificable como él y ha tocado decenas de palos, desde el
doo-wop a la música clásica, pasando por el free-jazz, el blues, el rock progresivo,
la música concreta, el vodevil, el rock teatral o el avant-garde. Reducir su
extenso catálogo a unas pocas palabras es bastante ridículo, así que vean esto
como una pequeña introducción al universo Zappa.
¿Por dónde comenzar? Pues contradigamos al
propio Zappa y comencemos por lo evidente, el principio. Frank Vincent Zappa
vino al mundo en Baltimore un 21 de diciembre de 1940, su primer instrumento
fue una batería que le compraron a los 12 años. Según cuenta no comenzó a
interesarse por la guitarra hasta los 15 años, ya que en aquel tiempo el
instrumento solista solía ser el saxofón. Desde el principio sus gustos
musicales fueron tan heterogéneos como luego sería su música. Su primer amor fue
el R&B, del que se convirtió en un ávido coleccionista, pero al poco
comenzó a obsesionarse con el trabajo del compositor de música clásica
contemporánea Edgard Varèse, tanto
es así que su madre le regaló por su 15º cumpleaños una llamada a larga
distancia con el propio compositor.
Luego llegó su pasión por el doo-wop y comenzó
a interesarse por la guitarra, gente como Johnny
'Guitar' Watson, Clarence Brown o Matt
Murphy, además de hacerse con una acústica y un libro de Mickey Baker sobre teoría. A los 17
años ya estaba escribiendo, arreglando y dirigiendo música de vanguardia para
la banda del instituto. No sería hasta tres años después cuando se pasara a la
eléctrica, primero con una alquilada y finalmente una Jazzmaster, la primera
guitarra eléctrica que se compró. Con ella estuvo tocando en garitos de mala
muerte, malas versiones de canciones como Cumpleaños
Feliz, pero gracias a un contacto tuvo la oportunidad de escribir la música
para un par de películas de serie B y comenzar a ganar algo de dinero.
Con ese dinero vino su primera guitarra
importante, una Gibson ES-S Switchmaster con la que grabaría los tres primeros
discos de los Mothers Of Invention,
una banda que surgió después de que su amigo Ray Collins le invitara en 1965 a ser el guitarrista de su banda de
R&B Soul Giants. Al poco Zappa
ya había tomado el liderazgo de la misma y le había cambiado el nombre por The
Mothers, una palabra que en el argot era la abreviación de 'motherfuckers'. La
banda dejó atrás las versiones y comenzó a tocar canciones de Zappa, logrando
un contrato cuando el productor Tom
Wilson (que había grabado a Dylan y Simon & Garfunkel) les vio tocando en directo Trouble Every Day, una canción que demostraba
que a Zappa le gustaba tanto Elmore
James como Stravinsky. Es una de
las pocas veces en las que Zappa se ha acercado al blues rock y lo hace para
hablar sobre los disturbios raciales de Watts a mediados de los 60. La mejor
parte es cuando dice "¿Saben algo?
No soy negro pero hay muchas veces en las que me gustaría decir que no soy
blanco".
La canción pasaría a formar parte del primer
disco de la banda, Freak Out!, uno de
los primeros discos dobles de la historia. Publicado en junio de 1966 se le
suele considerar el primer disco rock conceptual con Zappa dando su satírica
visión de la cultura pop americana. La canción que lo abre, Hungry Freaks Daddy, es un ataque a la
sociedad americana disfrazado de canción pop contagiosa con uno de los mejores
solos de guitarra anteriores a Hendrix que se recuerdan. Pero en
el disco hay mucho más, desde pegajosas melodías pop a collages de sonido
‘avant garde’. El rock encontraba a su gran iconoclasta.
Durante estos primeros tiempos ya se vio que
Zappa tenía incontinencia creativa, 1967 vio la aparición de dos nuevos discos,
uno junto a Mothers Of Invention, Absolutely
Free, en el que la paleta se expande más con sus primeros coqueteos con el
jazz, y Lumpy Gravy, un disco en
solitario en el que no toca sino que dirige una orquesta con resultados
cercanos a la música concreta.
Luego apareció, We’re Only In It For The Money, el disco fundamental de su carrera.
Fue su golpe definitivo contra el naciente movimiento hippie. Se trata de un
disco conceptual en el que Zappa no deja títere con cabeza, comparando la
intransigencia de la izquierda y la derecha radical y cargando las tintas
contra los hippies y el 'flower power'. Desde la portada y el título, una sátira
del Sgt. Pepper's de los Beatles, hasta las letras, "No soy más que un farsante pero perdonadme
porque estoy colocado", We’re Only
In It For The Money es el dedo en el ojo definitivo contra el 'paz, amor y
música'. Pero, además, el disco es una maravilla en lo musical, demostrando que
además de un compositor excelente, Zappa era un mago del estudio de grabación,
acelerando algunas partes, grabando del revés otras, cortando y pegando
fragmentos que hacen del disco una amalgama de sonidos y texturas. Desde
infecciosas melodías pop como Lonely Little
Girl, una de las pocas ocasiones en las que se deja escuchar su guitarra, Let's Make the Water Turn Black o Take Your Clothes Off When You Dance
hasta experimentos orquestales, pasando por su obsesión con el doo wop con What's the ugliest part of your body? (con
otra de esas letras marca de la casa: "¿Cuál
es la parte más fea de tu cuerpo? / Algunos dirán tu nariz, otros los dedos del
pie / pero yo creo que es tu mente").
Para el cuarto disco de los Mothers Of
Invention, Zappa decidió dar rienda suelta a su amor por el doo wop y grabar un
disco entero en ese estilo. Considerando que lo editó en 1968 no se puede considerar
una jugada más punk. Stuff Up The Cracks
es la canción que lo cierra y es una verdadera maravilla que suena a clásico
perdido de los 50 hasta que suena un solo de guitarra wah wah cortesía de Zappa
que te recuerda que con el autor de Concentrated
Moon siempre hay sorpresas.
Uncle
Meat es, en cierta forma, la culminación de esta
primera etapa y el disco que abre paso a las siguientes. Con la vanguardia
ganando peso frente a las melodías, los pastiches y el doo wop. Es un disco en
el que la influencia de las figuras del free jazz como Archie Shepp o Eric Dolphy
comienza a estar mucho más presente, sin olvidar canciones tan irresistibles
como Last Breath o The Air. Fue, también, el fin de la
primera formación de los Mothers lo que le dio la libertad para grabar bajo su
nombre otra de sus obras de referencia, Hot
Rats.
El disco se abría con la que posiblemente sea
la canción más conocida de su repertorio, Peaches
En Regalia, una maravilla instrumental que te va llevando por caminos
diferentes que suenan nuevos y refrescantes cada vez que la oyes, alguien la ha
querido ver como un cruce entre Steely
Dan y Weather Report lo que dice
mucho de Zappa, ya que ninguno de esos dos grupos existía en 1969. Dentro de un
disco maravilloso y casi completamente instrumental, con Zappa dando rienda suelta
a su pasión por la fusión con el jazz, el otro gran momento del disco es la
única canción que contenía una parte cantada, Willie The Pimp, un blues rock básico en el que destaca la poderosa
voz de Don Van Vliet, o lo que es lo
mismo Captain Beefheart, otro verso
suelto del rock que era su amigo desde la adolescencia, su complicada relación
dejaría otros grandes momentos como el álbum en directo Bongo Fury. En cuanto a Willie
The Pimp es la mejor prueba de la maestría de Zappa a las seis cuerdas y el
mejor exponente de la guitarra que sustituyó a la Switchblade, una Les Paul
Goldtop del 52 o 53 que modificó completamente, añadiéndole un Bigsby o un
single coil entre otras muchas cosas.
También en 1969 publicó otra de las grandes
canciones guitarreras de su carrera, My
Guitar Wants To Kill Your Mama, una de las mejores y más directas melodías
de su carrera. Por cómo está construida (y por el título de la canción) parece
que en un momento la canción va a derivar en un explosivo solo de guitarra pero
en lugar de ello Zappa mete un puente instrumental en el que sorprende a
propios y extraños con un delicado solo acústico totalmente ‘folky’, para luego
volver a la parte normal y, esta vez sí, darnos el excelente solo eléctrico
prometido.
El comienzo de los 70 fue bastante
accidentado, el 4 de diciembre de 1971, mientras tocaba en Suiza, se produjo un
incendio y se quemó todo su equipo. El hecho quedó inmortalizado en la historia
del rock en el Smoke On The Water de Deep Purple. Menos de una semana
después un fan enloquecido le empujó desde el escenario en Londres y casi acaba
con su vida. Zappa quedó confinado a una silla de ruedas durante meses y
tendría secuelas durante el resto de su vida.
Pero eso no amironó su creatividad. En 1972
sacó tres discos y al año siguiente alcanzó su pico comercial con un par de
discos que grabó a la vez. Over Nite
Sensation y Apostrophe, son los
discos fundamentales del periodo medio de Zappa. Una época en la que comienza a
utilizar ampliamente su escatológico sentido del humor, pero que, musicalmente,
son de los discos más "normales" de su discografía, haciendo de ellos
un perfecto lugar para comenzar a familiarizarse con su universo. Puede que Dirty Love sea su canción más redonda de
esta época, pero tampoco hay que olvidar cosas como Camarillo Brillo, I'm the slime o Cosmik Debris, donde se puede escuchar a Tina Turner y las Ikettes
haciendo unos espléndidos coros. Su sonido es sucio y desgarrado (gracias a un
amplificador Pignose) siendo el complemento perfecto para las letras.
Es también en esta época cuando alcanza la
perfección como guitarrista como se puede comprobar en Roxy & Elsewhere donde aparece con otra de sus guitarras míticas,
una SG. Claro que cuando se le rompió la sustituyó por una copia hecha a mano
con 23 trastes en vez de 22 a la que llamaba Baby Snakes.
En 1975 Zappa publicó One Size Fits All, un disco en el que le acompañaba una de sus
bandas más recordadas, con Napoleon
Murphy Brock como cantante, saxofonista y flautista, George Duke a los teclados, Ruth
Underwood en el vibráfono y la marimba, Chester Thompson a la batería y Tom Fowler al bajo. Si a todo esto le añadimos al gran Johnny
'Guitar' Watson poniendo voz al tremendo final de San Ber’dino y a Captain Beefheart a la armónica tenemos otro de
los grandes clásicos de su discografía.
En Zoot Allures
la guitarra es la gran protagonista en temas como Black Napkins o la canción titular, con una banda mucho más
reducida. A finales de los 70 llegaron discos como Sheik Yebouti, en el que se puede comprobar que no bromeaba cuando
alababa a Brian May, o la ópera rock triple Joe’s Garage, con canciones como la
titular, en la que arremete contra los totalitarismos y el punk, (con una
narración que es, en un puro contrasentido propio de Zappa, totalmente punk) y Watermelon In Easter Hay, el momento
favorito de su padre a la guitarra para Dweezil
Zappa.
Hasta su temprana muerte el 4 de diciembre de
1993 siguió impartiendo sus magistrales clases con un nuevo grupo de excelentes
músicos, algo que nunca le ha faltado a lo largo de su carrera. Podemos
recordar que por su banda ha pasado gente como Ian Underwood, Lowell George, Shuggie Otis, Terry Bozzio, Aynsley
Dunbar, Adrian Belew o Steve Vai, con todos ellos
destacando con orgullo como se han matriculado en una de las universidades más
prestigiosas del rock, la que estuvo liderada durante décadas por Frank Zappa.
Puede que su obra sea tan complicada como él,
algo así como un espejo de su personalidad, excesiva, intimidante y muchas
veces pasada de vueltas, pero, también, única, inteligente, divertida y
absolutamente personal.