Highway 61 Revisited (1965)

Bob Dylan

El poeta que miró al futuro en las cuerdas de una Strat

Unos por demasiado viejos y otros por demasiado jóvenes, corremos el riesgo de perdernos entre los versos de un Nobel al que sólo faltaba poner fecha. Bob Dylan encendió una de las mechas de nuestra particular revolución cultural y, sin él, nada flotaría en el viento en el que nuestro mundo, el de este lado del mundo, sigue buscando respuestas. Corremos el riesgo de olvidar que el día que se colgó una Fender del cuello descubrió en nuestro instrumento favorito otro lenguaje que todo el mundo entendería. Y, además, escucharía.
 

El día elegido por Dylan para colgarse una guitarra eléctrica pudo ser una puñetera casualidad fruto de uno de sus míticos enfados. Y los abucheos que cosechó, culpa del horrible sonido que marcó una actuación demasiado breve que terminó por encabritar al público. Lo que ocurrió aquel 25 de julio de 1965 sobre el escenario del Newport Folk Festival -más bien lo que se vivió entre bastidores- era algo inevitable, la evolución lógica de un músico consciente de los cambios que se avecinaban en todos los ámbitos, también en el de la música popular. (Dylan, por cierto, no volvió a tocar en el festival de Newport hasta el 25 de julio… de 2015, con 74 años).
 

 

Probablemente también pudo ser fruto de la casualidad que el malhumorado genio pidiera aquel día una guitarra eléctrica y le pasaran una Fender. Una Stratocaster sunburst de 1960 que, como en casi todas las leyendas de guitarristas famosos, desapareció misteriosamente en un avión. Tanto como su presunta reaparición años después, o como la insistencia de Dylan en negar que fuese la que utilizó en Newport (de lo que hay sobradas pruebas).
 

En un guitarrista tan poco exigente como él, con la Black Strat y la Telecaster -Blonde por supuesto- que tenga más a mano ha tenido más que suficiente. En alguna ocasión se ha colgado alguna Les Paul, pero las Gibson han sido siempre un recurso para ocasiones especiales, como las joyas acústicas SJ-200 de esta marca que llevan su nombre.



A mediados de los 60, Dylan se adelantó al elitista universo de los intelectuales que se fumaban hasta la yerba de los Campus de California, entendió antes que ellos que el rock & roll era el futuro y, a continuación, que la electricidad era un amplificador universal para lo que quería contar.  

Los santones del folk, sin embargo, dejaron pronto de rasgarse las vestiduras y quemar sus discos. Dylan avisó en 1965 con Subterranean Homesick Blues al frente de una banda electrificada para su quinto disco, Bringing it all back home, y con Highway 61 Revisited unos meses después la metamorfosis era completa.
 

Apenas unas notas sobre las cuerdas de su nueva guitarra le bastaron para hacer girar de nuevo el mundo. Like A Rolling Stone.    


(Todas las imágenes: ©CordonPress)

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