Johnny Cash, el mejor narrador de canciones

Por Sergio Ariza

Hola, soy Johnny Cash”, estas sencillas palabras servían para asegurar a la audiencia que estaban ante el que posiblemente sea el mejor contador de historias de la música popular del siglo XX. Hubo gente con voces mejores y más expresivas, pero nadie supo sacar mejor partido a la suya que Johnny Cash, cada palabra que salía de su boca sonaba cierta y te lo imaginabas matando a un tipo en Reno solo por verle morir, solitario en la oscuridad de una mina, siendo ahorcado por no revelar que la noche del crimen que le imputaban la había pasado con la mujer de su mejor amigo o peleándose con el cabronazo de su padre por llamarle Sue… Daba igual que las palabras fueran suyas o de otro, cuando Johnny Cash interpretaba una canción, esa canción pasaba a ser suya.      

     

Siempre se le recordará como una de las grandes figuras del country, posiblemente la segunda más importante tras el mítico Hank Williams, pero Cash fue uno de los pocos intérpretes que traspasó la frontera de ese género y llegó a otros oídos, sobre todo si tenemos en cuenta que su espectacular comienzo fue en las filas del rockabilly y su final fue como héroe de toda la escena del rock alternativo. Algo que, nuevamente, logró dando vida a cada palabra que cantó, convirtiendo sus sencillas historias en algo personal, tanto para el que lo cantaba como para el que lo escuchaba.
   

J.R. Cash
nació un 26 de febrero de 1932 en medio de la nada, concretamente en la Arkansas de la Gran Depresión. Hijo de un padre violento e irascible, fue el mediano de siete hermanos, y trabajó en los campos de algodón desde los 5 años. Sus únicas vías de escape de su cruda realidad eran la radio, donde escuchaba góspel y los inicios de la música country con la familia Carter y su querido hermano Jack. A los 12 años Jack murió después de un accidente mientras trabajaba. Ya solo le quedaba un consuelo.
     

       

A los 18 años su héroe era Hank Williams pero no parecía probable que pudiera seguir sus pasos, así que para escapar de Arkansas se enroló en el ejército. Fue destinado a Alemania donde trabajó como operador de radio, interceptando mensajes en Morse de los soviéticos. Fue así como Johnny Cash (cuando se alistó tuvo que ponerse un nombre ya que no le dejaban firmar solo como J.R.) fue uno de los primeros estadounidenses en enterarse de la muerte de Josef Stalin, el 5 de marzo de 1953, aunque seguro que no le afectó lo mismo que cuando se enteró, tres meses antes, de la muerte de Hank Williams.
    

No en vano fue en Alemania donde Cash comenzó su carrera musical formando un grupo llamado los Barbarians en los que daba rienda suelta a su pasión por el country y el góspel. Volvió a EEUU en julio de 1954 y al poco se casó y se trasladó a vivir a Memphis, allí conocería al guitarrista Luther Perkins y al bajista Marshall Grant, que pasarían a ser conocidos como los Tennessee Two. No tenían mucha práctica, ni nada de técnica, pero Perkins con su Esquire sacaría el inconfundible patrón rítmico conocido como 'boom-chicka-boom', la facilidad con las palabras de Cash, su maestría a la hora de contar/cantar historias y su profunda voz de barítono les darían el resto de señas de identidad.
      

       

Aun así cuando se atrevieron a ir a Sun Records, animados por el revuelo que estaba causando otro chico de Memphis, llamado Elvis Presley, en vez de tocarle sus propias canciones a Sam Phillips, Cash decidió tocar varios himnos góspel, lo que llevó al dueño del estudio a, según la leyenda, decirle al joven que saliera a pecar un poco y luego volviera con un buen puñado de canciones. El caso es que la segunda vez Cash apareció con Cry!, Cry!, Cry! y Hey Porter y el rockabilly encontró a otra de sus figuras fundamentales. El sencillo se grabó en 1 de junio de 1955 y vendió más de 100.000 copias en el sur, haciendo que Cash saliera de gira con Elvis y Carl Perkins.
    

En su segunda sesión en Sun, en julio del 55, grabó una de las canciones fundamentales de su carrera, Folsom Prison Blues, en la que se incluía la inmortal frase “but I shot a man in Reno, just to watch him die”, con la que Cash, en su sencillo estilo, dejaba clara la maldad y estupidez que puede habitar en un ser humano. Lo brillante de su interpretación es que, al final de la misma, has sentido simpatía por un personaje que es un auténtico hijo de puta…
    

      

Su mayor éxito en Sun llegaría poco después con I Walk The Line, su primer número uno en las listas country (en una carrera en la que conseguiría 13) que también se coló entre los 20 primeros de las listas pop. Cuando Elvis dejó Sun por RCA para convertirse en la mayor estrella del planeta Cash se convirtió en el artista más vendedor del sello, aunque Phillips apostaría por el más salvaje Jerry Lee Lewis como posible heredero, lo que llevado a que el jefe de Sun le impedía grabar góspel (otra de sus grandes pasiones) le llevaría a dejar el sello y fichar por otro mucho más grande como Columbia en 1958. Eso sí, Columbia no hizo como RCA que al fichar a Elvis también compró todos los másters de sus grabaciones en Sun y durante varios años Cash vería como sus nuevas grabaciones tenían que competir con material inédito de Sun.
   Aunque lo que más marcaría su carrera de su paso por Sun fue su adicción a las pastillas, que había comenzado durante esas giras en las que compartía carretera, whisky y peleas con Lewis, Perkins o Roy Orbison. También, a pesar de ser apenas audible, Cash fue uno de los participantes, junto a Elvis, Lewis y Perkins en las míticas sesiones del Million Dollar Quartet.   

A pesar de su estilo de vida desenfrenado, de su simple vestuario (siempre vestido de negro) y de lo espartano de sus producciones, Cash se convirtió en la mayor estrella de la música country, llenando el vacío de Williams. Su primera grabación para Columbia, Don’t Take Your Guns To Town le dio otro número uno en 1958, el mismo año en el que tocó por primera vez en una prisión. Fue el 1 de enero en San Quintín y entre los reclusos se encontraba un joven de 20 años que, influido por el enorme carisma de Cash, se iba a convertir en otra de las máximas leyendas de la música country, Merle Haggard.
   

   

En 1961 conoció a June Carter, una de las hijas de la familia Carter original y el cantante cayó locamente enamorado. A pesar de que los sentimientos eran mutuos, ninguno de los dos se separó de sus parejas debido a que Carter veía imposible una relación seria con el peligroso estilo de vida de Cash. Eso sí en 1963 June puso sus sentimientos en una canción titulada Ring Of Fire que grabó su hermana Anita en 1963, cuando la escuchó Cash tuvo la sensación de que era para él, tuvo un sueño en el que la tocaba con trompetas mariachis. Tenía un respeto absoluto por las hermanas Carter, así que le dijo a Anita que iba a dejar unos meses para ver si su versión se convertía en un éxito pero que si no lo hacía iba a grabar la suya. A finales de marzo Johnny Cash entraba al estudio para grabar la canción más famosa de su carrera, acompañado de las hermanas Carter y de la mítica matriarca de la familia, Maybelle Carter. Ring Of Fire se convertiría en un inmenso éxito pero el fuego entre Johnny y June seguiría quemando unos cuantos años hasta llegar a materializarse.
   

Su adicción a las anfetaminas se incrementaría durante los 60, llevándole a ser detenido en varias ocasiones (aunque el hombre de negro, a pesar de sus innumerables canciones sobre el tema, solo pasó un par de noches entre rejas). Su matrimonio se terminó de hundir y su carrera también parecía verse afectada, pero el religioso Cash tuvo una visión tras serle prohibida la entrada en el Grand Ole Opry y June y Maybelle se hicieron cargo de él hasta que logró dejar las pastillas y el alcohol.    

     

La leyenda dice que cuando el 13 de enero de 1968 grabó su mítico concierto en la prisión de Folsom, Cash ya estaba desintoxicado, pero escuchando su frenética actuación, capaz de meterse en el bolsillo a los reclusos con cada interlocución y, todavía más, con cada canción, uno puede pensar que Cash llevaba más que un vaso de agua, baste escuchar su frenética versión de Cocaine Blues. Claro que, si algo queda claro a lo largo de su carrera, es que Cash siempre lo ha dado todo delante del público, ya fuera sobrio o no, como también se comprueba aquí cuando Cash se queda solo con su Martin D28 y su voz delante de su audiencia. Pocos cantantes necesitan tan poco para expresar tanto.
    

El disco resultante, At Folsom Prison, fue el mayor éxito de su carrera, con la versión en directo de Folsom Prison Blues dándole un nuevo número uno. Claro que ahora también se convirtió en una estrella total, llegando al público rock que vieron en él a un forajido fuera de los melosos patrones de Nashville. El año 1968 se cerraba con otro éxito clamoroso, Daddy Sang Bass, una canción que su ex compañero de Sun, Carl Perkins, le escribió como agradecimiento por ayudarle a vencer su adicción al alcohol. Fue ese mismo año cuando Johnny y June finalmente se casaron, después de que este se propusiera desde el escenario.
    

1969 fue todavía un año mejor, At San Quentin, con otra de sus actuaciones en San Quintín, tuvo todavía mayor éxito, dándole uno de sus sencillos, la humorística A Boy Named Sue su primer Top Ten (fue número 2) en las listas pop tras 14 años de carrera. Eso sí el mejor momento llega con la interpretación de la canción San Quentin en la que Cash está a punto de instigar un motín en la prisión cuando escupe eso de “San Quintín, que te pudras y ardas en el infierno / Que tus muros caigan y que yo viva para contarlo / Que todo el mundo olvide que alguna vez estuviste en pie / Y que todo el mundo se arrepienta de que no hiciste nada bueno”. Por si no fuera poco fue el mismo año en el que se comenzó a emitir su propio programa de televisión en el que Cash evidenció su enorme buen gusto y su capacidad para conectar con la audiencia de todo tipo, siendo sus primeros invitados dos de los mejores compositores de todos los tiempos, Bob Dylan y Joni Mitchell.
    

     

Y es que su relación con Dylan fue bastante profunda, desde el primer momento en el que le escuchó Cash supo reconocer su talento. Cuando tras su primer disco en Columbia la compañía pensó en despedirle Cash les convenció para que no lo hicieran, su siguiente trabajo The Freewheelin Bob Dylan, fue el que le convirtió en un mito. En 1964 grabó una de sus canciones, It Ain’t Me Babe, en el que fue su primer dueto con la que sería su segunda mujer, June Carter. En 1966 se conocieron personalmente en Cardiff, Gales, mientras los dos estaban de gira, Cash le regaló una de sus Martins y ambos cantaron, con Dylan al piano, una versión del I’m So Lonesome I Could Cry de Hank Williams, ambos iban puestos hasta las cejas. Pero en 1969, ya libres de adicciones, volvieron a reunirse en el estudio de grabación mientras Dylan trabajaba en Nashville Skyline, de aquella colaboración solo se registró su maravilloso dueto en Girl From The North Country pero ambos grabaron infinidad de versiones que posteriormente verían la luz. Fue también allí que Dylan le compuso Wanted Man, una canción que Cash grabaría para su At San Quentin.
    

Pero tras su momento de mayor popularidad y éxito la carrera de Johnny Cash se estancó y en los 70 y en los 80 fue declinando tanto artística como comercialmente. Cuando en 1992 apareció en el concierto homenaje a los 30 años de carrera de Bob Dylan, cantando It Ain’ Me Babe junto a June Carter, muchos ya lo habían olvidado, principalmente en el mundo del country que se movía ya en otras direcciones. Pero hubo un tipo que vio que allí seguía uno de los mejores intérpretes que EEUU ha dado al mundo. Se trataba del productor Rick Rubin, creador de Def American y conocido por sus producciones con Run DMC, Beastie Boys, Slayer o Red Hot Chili Peppers. Rubin acababa de cambiar el nombre de su productora a American Recordings y decidió fichar a Cash y darle total libertad creativa.
   

Cash decidió renunciar a cualquier artificio y entregar un álbum en el que solo se oye su profunda voz acompañada por otra de sus fieles Martin, en este caso una D-42JC. El resultado fue uno de los mejores discos de su carrera, American Recordings, y se abría con una nueva lectura de Delia’s Gone, en la que con solo su interpretación de la frase inicial, Cash ya te ha vendido toda la canción: “Si no hubiera disparado a la pobre Delia, la hubiera convertido en mi mujer…”. Una de las cosas que trajo Rubin fue la elección de material más contemporáneo, en ese primer disco Cash interpretó temas de Glen Danzig, Nick Lowe, Tom Waits o Leonard Cohen, pero en siguientes volúmenes llegarían apropiaciones de temas de Tom Petty, Soundgarden, Will Oldham o Nick Cave, que es básicamente una versión punk gótica del propio Cash.
    

    

En el último volumen de las American Recordings que se publicó en su vida, el cuarto en 2002, aparecieron las que puede que sean sus dos versiones definitivas, el Personal Jesus de Depeche Mode, con John Frusciante a la guitarra, y, sobre todo, el Hurt de Nine Inch Nails. Con ellas demostraba que daba igual que interpretara una canción propia, un viejo éxito de Hank Williams o una canción de un grupo de rock industrial, a cualquier material se le añadía una nueva dimensión y profundidad cuando lo interpretaba Johnny Cash. Como dijo Trent Reznor, autor de Hurt, “esa canción ha dejado de ser mía”.
  

Tras superar adicciones, infartos, problemas del corazón y cientos de problemas de salud el corazón de Johnny Cash se paró un 12 de septiembre de 2003, supongo que esta vez no quiso luchar por su vida, una vez que June Carter había abandonado este mundo tres meses antes…  

El hombre que había comenzado su carrera profesional cantando al lado de Elvis, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins o Roy Orbison, la terminó tocando con Tom Petty, Flea, Lindsey Buckingham, Nick Cave, Fiona Apple o Joe Strummer de los Clash. Con este último grabó una magnífica versión de Redemption Song de Bob Marley en la que entonaban una frase que compuso el jamaicano pero que vale también para esos dos gigantes que dejaron este mundo poco después de grabarla: “¿Nos ayudarás a cantar otra canción de libertad? Porque todo lo que tengo son canciones de redención, canciones de libertad, canciones de redención”.
    

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