Las 10 mejores canciones Jimi Hendrix

Por Sergio Ariza

Jimi Hendrix fue algo así como la reinstauración definitiva del karma, en un momento en el que el rock se independizaba de sus raíces negras, con las mayores estrellas siendo chicos blancos que lo habían aprendido todo de B.B. King, Little Richard y Chuck Berry, llegó Hendrix para convertirse en la estrella más fulgurante del género y definir su sonido para siempre. Y es que igual que cuando hablamos de rock & roll lo hacemos de Chuck Berry, cuando hablamos de rock lo hacemos del sonido que Jimi Hendrix sacó de su guitarra. Aunque apareció comercialmente después que Clapton, Jeff Beck, Jimmy Page o Pete Townshend, todos terminaron siendo fuertemente influidos por él y su llegada en 1966 a Inglaterra hizo que muchos de ellos, con Clapton a la cabeza, pensaran en dedicarse a otra cosa.

Su aparición, eso sí, fue tan fulgurante como breve, apenas cuatro años en los focos, tres discos de estudio y uno en directo fue el escaso bagaje que dejó tras su temprana muerte a los 27 años, un 18 de septiembre de 1970. Un año antes había desaparecido Brian Jones y menos de un mes después se les unirían Janis Joplin y, unos meses después, Jim Morrison. Todos tenían 27 años y todos fueron acertadamente llorados, pero ninguno dejó un hueco tan grande como el 'Salvaje Ángel Azul'. Si Dylan puso la poesía y los Beatles las canciones, Hendrix fue el tercer pilar del género dándole su sonido definitivo a través de la guitarra.
 

Little Wing (1967)
 

Si Little Wing solo durase los 32 segundos de su inicio, hasta que entra la batería de Mitch Mitchell, ya sería una de las mejores canciones de todos los tiempos. Es increíble lo que Hendrix logra en esa maravillosa introducción. Eso sí, el resto de la canción, la canción en sí, no desmerece en absoluto a ese momento, con una letra en la que el guitarrista tira de sus raíces indias para hablar del espíritu que le servía de ángel de la guardia y una melodía que le va como un guante. Hasta llegar a ese solo final que sirve de guinda del pastel, en el que Hendrix demuestra que es capaz de rivalizar con el mismísimo B.B. King a la hora de la sutileza y el sentimiento que se pueden sacar a una guitarra. Para conseguir ese sonido el ingeniero Eddie Kramer pasó la guitarra por un amplificador Leslie, y los dedos mágicos de Hendrix hicieron el resto.



All Along The Watchtower (1968)
 

Bob Dylan
era el compositor favorito de Hendrix, ya había hecho varias versiones en directo de sus canciones, como Like A Rolling Stone o Can You Please Crawl Out The Window, pero cuando cayó en sus manos una copia del nuevo disco de Dylan, John Wesley Harding, una canción le llamó poderosamente la atención. Se trataba de All Along The Watchtower y Hendrix decidió grabar una versión esa misma noche. Se llevó al estudio a varios amigos, como Brian Jones de los Rolling Stones o Dave Mason de Traffic, y se dispuso a grabarla. Mason tocaba una guitarra acústica de 12 cuerdas y Hendrix le iba gritando los acordes para que fuera cambiando. Noel Redding se terminó hartando y se largó, así que fue el propio Hendrix el que se encargó del bajo. A lo largo de varias sesiones el guitarrista le fue añadiendo nuevas capas de guitarra, había algo en la canción que le obsesionaba y dio lo mejor de sí mismo, con un solo dividido en cuatro secciones, una primera en la que toca de manera directa sin casi efectos, una segunda con slide (para la que supuestamente utilizó un mechero) y un fuerte uso del delay, una tercera con un efecto psicodélico de su pedal wah wah y una parte final que se podría considerar como un solo rítmico, con Hendrix utilizando distintas proyecciones de acordes. El resultado final fue espectacular y se convirtió en su mayor éxito en EEUU, logrando que Electric Ladyland, el disco en el que aparecía, subiera a lo más alto de las listas. También fue el mayor robo de la historia, haciendo que la canción le perteneciera a él en vez de a su autor original, algo que el propio Dylan admitiría: "Me gustó la versión de Jimi Hendrix y desde que murió la he estado haciendo así... Es extraño como cuando lo canto, siempre siento que es, de alguna manera, un tributo a él."

 

Bold As Love (1967)
 

Cuando tenía 14 años me compré mi primer disco de Hendrix, era un recopilatorio llamado The Ultimate Experience que pude escuchar millones de veces. Allí aparecían nueve de las diez canciones que he seleccionado en esta lista, todas menos ésta. Cuando decidí pasar a los tres discos míticos del artista, los tres primeros con la Experience, me decidí por el menos conocido, Axis: Bold As Love, debido a que, a pesar de contar con menos canciones en aquel recopilatorio, era el que tenía Little Wing, mi canción favorita. Pero cuando llegué a la última canción de aquel disco, mi cabeza explotó, ¿cómo era posible que una canción así no apareciera entre las mejores del artista? No solo contenía una de sus mejores melodías, unida a una letra llena de bellas y surrealistas imágenes en las que comparaba sus estados de ánimo con colores, es que al final de la misma aparecían dos de los mejores solos de la historia del rock. Dos minutos y medio de gloria guitarrera, en la que con solo su Strato, doblada para hacer de también rítmica (con un innovador uso del ‘flanger’ y el Fuzz Face puesto al 11), era capaz de sonar como una orquesta completa, recreando el ‘muro de Sonido’ de Phil Spector sin necesidad de orquesta, ni de cuatro baterías, solo su guitarra desdoblada, utilizada por el mayor mago que ha conocido la guitarra eléctrica. Era 1967, piensen en cualquier canción de ese año o posterior y escuchen cómo el rock encontraba su sonido. Al año siguiente todo el mundo sonaba como Hendrix y grupos como Herman's Hermits decidían, con razón, que ya no había sitio para ellos...

 

Voodoo Child (Slight Return) (1968)
 

La Capilla Sixtina de la guitarra eléctrica, una canción que surgió de una 'jam' mucho más larga, llamada simplemente Voodoo Chile, y que se convirtió en la tormenta perfecta del rock, la prueba definitiva de cómo Hendrix cogió el blues y lo llevó al espacio exterior para convertirlo en rock. En la letra Hendrix lo deja claro, él no es un advenedizo sino un integrante más en la línea de la música afroamericana, un hombre vudú con poderes mágicos, alguien que había recogido el testigo de los Robert Johnson, Muddy Waters, Buddy Guy... y ahora dejaba su propia impronta. El equipo utilizado fue, probablemente, su Stratocaster blanca de 1967, un Fender Showman y un pedal Wah, pero no traten duplicarlo, la magia de esta sinfonía de distorsión y furia no se puede replicar. Es como si el propio Hendrix fuera consciente de que su fuego no pudiera durar mucho: "Si no te conozco en este mundo, te veo en el siguiente, no llegues tarde..."

 

Purple Haze (1967)
 

En diciembre de 1966 Hendrix ya era la comidilla entre el círculo de músicos del Swingin London. Todo el mundo, de los Beatles para abajo, estaba hablando de aquel guitarrista zurdo cuyas actuaciones eran todo un acontecimiento. Pero Hendrix apenas tenía material propio en aquel momento, así que cuando el 26 de diciembre, en el Upper Cut Club, Hendrix se puso a tocar el increíble riff de Purple Haze, Chas Chandler le pidió que escribiera una canción inmediatamente sobre eso. El guitarrista lo hizo y Chandler les mandó esa misma tarde al estudio para que no la olvidaran. Entre enero y febrero de 1967 se completó la grabación con Hendrix llevando a la guitarra eléctrica a nuevas cotas de expresividad y sonido. Su colaboración con el entusiasta de la electrónica Roger Mayer dio como resultado la creación del Octavia, un pedal que reproducía la señal de la guitarra una octava más alta, además de añadir distorsión ‘fuzz’. Hendrix lo pone a buen uso en Purple Haze en un solo en el que, añadiéndole un Fuzz Face, logra sonar como si Ravi Shankar estuviera tocando blues en Marte. Cuando finalmente apareció en marzo de 1967 el resto de guitarristas del planeta pensó en dedicarse a cualquier otra cosa.

 

The Wind Cries Mary (1967)
 

La creatividad de Hendrix en 1967 fue verdaderamente explosiva, como comentaba Mitch Mitchell, de repente Hendrix comenzó a escribir infinidad de temas que parecían surgir mágicamente de una chistera. Cuando apareció por el estudio con esta preciosidad todos se quedaron impresionados, en menos de veinte minutos habían terminado esta hermosura dedicada para su novia de entonces, y una vez terminada todos supieron que ahí estaba el tercer sencillo de la banda, tras Hey Joe y Purple Haze. Tras la tormenta eléctrica de Purple Haze llegaba la calma, y es que The Wind Cries Mary fue la primera de las grandes baladas de Hendrix, un género del que saldrían muchas de sus mejores canciones.

 

Hey Joe (1966)
 

La historia de cómo Chas Chandler se encontró con Jimi Hendrix en el Café Wha de Nueva York es de sobra conocida. El guitarrista llegó a Londres el 24 de septiembre y el 6 de octubre la Experience, el trío que se formó a su alrededor, con Noel Redding al bajo y Mitch Mitchell a la batería, daba su primer ensayo. En pocos días partían a Francia para acompañar al cantante más famoso de aquel país en varias fechas, Johnny Halliday, incluido el Olympia de París. Allí ya se pudo ver que la química entre los tres era buena y que Hendrix no tenía rival encima de un escenario, aunque fuera el mismísimo Elvis francés. Pocos días después volvían a Londres y el 23 de octubre grababan Hey Joe, la canción elegida para darles a conocer. Se trataba una canción de Billy Roberts que había tenido varias versiones por grupos de folk rock y garaje de la Costa Oeste de EEUU, grupos como los Leaves, los Byrds o Love. Pero la versión de la Experience era lenta, tomando como modelo la versión del cantante folk Tim Rose. Pero Hendrix demostraba, ya desde el principio, que cuando hacía una versión la hacía suya para siempre y es que Hey Joe ha quedado totalmente relacionada con él, siendo la canción con la que se dio a conocer al mundo y convirtiéndose en su primer éxito, y una de las canciones que se quedaría en su repertorio en directo durante toda su carrera, tocándola en los tres grandes festivales, Monterrey, Isla de Wight y Woodstock, donde fue la canción que cerró definitivamente el mítico evento.

 

Castles Made Of Sand (1967)
 

Castles Made Of Sand
tiene otra de esas introducciones a la guitarra que prueban que Hendrix era capaz de construir una canción desde las seis cuerdas como nadie más. Se trata de una canción triste y hermosa, sobre sueños que se derrumban como castillos de arena, con tres historias que acaban mal, una pareja que se pelea y se separa, un joven guerrero indio al que matan justo antes de tomar parte en su primera batalla y una chica maltratada que acaba suicidándose. Todo ello llevado en un estado de ensueño por su melancólica guitarra que parece decirnos que los sueños, como los castillos, están hechos de arena y se disuelven en el mar... 

 

Foxy Lady (1967)
 

Foxy Lady
es puro Hendrix, un inicio arrebatador, con el famoso 'acorde Hendrix' y esas notas vibrantes que se abren paso con un exagerado vibrato, luego entra un riff lleno de distorsión y, como guinda, un espectacular solo con su Stratocaster del 64 en la que, sobre el lenguaje del blues, Hendrix halla melodías nunca antes exploradas, en una explosión de notas corta pero absolutamente arrebatadora. Puede que parte de su fuerza se deba a que Jimi la compuso poco después de ver a su antiguo jefe, Little Richard, en directo en diciembre de 1966 en Londres. Fue la canción que sirvió de presentación al legendario primer disco del artista, Are You Experienced?
 

 

Angel (1971)
 

Y cierro la lista con una de las últimas canciones de la carrera del artista, publicada por primera vez en The Cry Of Love, cuando Hendrix ya había muerto. La canción, eso sí, llevaba rondando mucho más tiempo, Hendrix la había compuesto poco después de terminar de grabar Axis: Bold As Love y grabó una primera maqueta a finales de 1967. Pero no fue hasta 1970, en su recién estrenado estudio de Electric Lady, que encontró su versión definitiva, convirtiéndose en la heredera espiritual, y lírica, de la canción con la que se abría esta selección, Little Wing.