El personal blues de Taj Mahal
Por Sergio Ariza
Taj
Mahal es una de las figuras más importantes del blues
de la segunda mitad del siglo XX, pero enmarcar su carrera en un único género
es bastante reduccionista, teniendo en cuenta que Henry St. Clair Fredericks, nacido en Nueva York en 1942, ha tocado
múltiples estilos, mezclando con éxito folk, calypso, reggae, rock o rhythm
& blues, lo que hace que su forma de ver el blues haya sido criticada por
algunos puristas que parecen no comprender su gozosa manera de entender el blues
como una música abierta a todas las influencias posibles, logrando con ello
algo personal y propio.
Desde luego sus inicios son totalmente
distintos a los de las figuras legendarias del blues, Henry no conoció ninguna
plantación, ni se crio pobre en el Sur. Su familia era de clase media alta y su
padre era un músico de jazz de ascendencia jamaicana al que Ella Fitzgerald llamaba “el genio”.
Desde pequeño escuchó todo tipo de música pero, como tantos otros adolescentes
de los 50, se obsesionó con el blues, tanto acústico como eléctrico, y el
primer rock&roll de Chuck Berry
o Bo Diddley. Tras comenzar
agricultura en la Universidad comenzó a tocar adoptando el nombre que le
acompañaría toda la vida, Taj Mahal.
Tras terminar la carrera decidió enfocarse en
la música y se dirigió a California donde formaría una de las bandas con más
talento y menos suerte de los 60. Se trataba de los Rising Sons y le acompañaba un joven prodigio de 18 años que
respondía al nombre de Ry Cooder. El
grupo se formó tras una actuación de Taj Mahal y su amigo de la infancia Jesse Lee Kincaid con sus guitarras
acústicas en el Ash Grove de Los Ángeles. Era marzo de 1965 y Cooder, que
llevaba tocando desde los 4 años y había dado clases al propio Kincaid, les
pidió unirse a ellos. Al poco tiempo se unió el bajista Gary Marker y cerró la formación el batería Ed Cassidy. Para mayo estaban causando sensación en la escena de
Los Ángeles, donde se pensaba que serían el siguiente grupo, tras los Byrds, en dar el salto al estrellato.
Si los de Roger McGuinn eran la
respuesta estadounidense a los Beatles,
los Rising Sons lo eran a los Rolling
Stones, con la tremenda voz de Mahal y la destreza del joven prodigio
Cooder. Su actualización del blues llevó a los propios Stones a verles en
varias ocasiones y no se olvidarían de ellos, en pocos años Cooder sería su
reemplazo ideal para Brian Jones e
invitarían a Taj Mahal a uno de sus conciertos más recordados. Pero ya
llegaremos ahí.
En julio Columbia ya los había fichado y en
septiembre ya estaban en el estudio de grabación con Terry Melcher, productor de los Byrds. En ese momento se produjo el
primer cambio en la formación, Cassidy se lesionó tocando una de las canciones
claves de la carrera de Taj Mahal, ‘Statesboro
blues’ de Blind Willie McTell y Chris Hillman les recomendó a su primo Kevin Kelley.
Durante su estancia en la banda Taj Mahal
grabó varias canciones, principalmente versiones, que luego volvería a repescar
para su carrera en solitario. El grupo era particularmente bueno con las versiones
de viejos blues, ya fueran versiones eléctricas, como la mencionada ‘Statesboro blues’ o el ‘If The River Was Whiskey (Divin' Duck Blues)’
de Sleepy John Estes, o acústicas en
las que Mahal también dejaba su huella con su guitarra National Steel-bodied.
Pero cuando llegó la hora de elegir un single
que sirviera de presentación, Melcher eligió dos canciones más en la onda folk
rock, cantadas por Kincaid, algo que ni el propio protagonista entendió, ya que
todos sabían que Mahal era el cantante realmente bueno. Editado en febrero de
1966 fracasó sin remedio y la compañía decidió no publicar el disco que no
vería la luz hasta 1992 bajo el nombre ‘The
Rising Sons Featuring Taj Mahal and Ry Cooder’.
Aun así la banda teloneó a grandes artistas como
los Temptations o el mismísimo Otis Redding, en un concierto que,
muchos años después, Taj Mahal recordaría como el más grande que había
presenciado en su vida. La puntilla final al grupo fue cuando Captain Beefheart decidió fichar a
Cooder para su Magic Band. Taj
Mahal, el foco principal del grupo se quedó en Columbia y decidió comenzar su
carrera en solitario, sabía que su nueva visión del blues era la correcta pero
decidió buscar un grupo de músicos que fueran los perfectos para ella.
En 1967 demostró que su talento para juntarse
con grandes guitarristas era un don cuando se fichó a Jesse Ed Davis, el segundo protagonista de esta historia, un
guitarrista indio capaz de sacar las notas más bellas de su Telecaster. Junto a
Gary Gilmore al bajo y a Chuck Blackwell a la batería formarían
una de las bandas de blues rock más importantes de finales de los 60. Su debut se
grabaría en agosto de 1967 y desde las primeras notas de ‘Leaving trunk’ se podía apreciar, a pesar de unas fuertes raíces en
el blues del Mississippi, que eran capaces de poner su sello personal, ya sea a
través de las inflexiones vocales de su líder o con los solos de la Telecaster
Toploader negra del 59 de Davis que acercaban el blues eléctrico a territorios
cercanos al rock. Pero, sin duda, la huella más profunda que dejó este debut
fue a través de otro.
En 1968 Duane
Allman estaba en su casa en la cama recuperándose de una caída de un
caballo, el día de su cumpleaños su hermano pequeño Gregg, al que Duane culpaba del accidente, llamó a su puerta y le
dejó dos regalos que iban a dar vida a un nuevo género, se trataba de un bote
de pastillas Coricidin para el dolor y el debut de Taj Mahal. A las dos horas
Gregg recibió una llamada de su hermano urgiéndole a que fuera a verle. Al
llegar vio a Duane con el bote de pastillas, ya vacío, en el dedo tocando nota
por nota la maravillosa guitarra slide de Jesse Ed Davis en ‘Statesboro blues’. Se podría decir que
los Allman Brothers y todo el rock
sureño nacieron ese día.
Pero volviendo a nuestros protagonistas, antes
de que terminara el 68 sacaron una segunda maravilla, 'The Natch'l Blues', posiblemente el mejor disco de la carrera de
Mahal. Allí se encontraban canciones como 'She
Caught the Katy and Left Me a Mule to Ride', una original que años después
los Blues Brothers llevarían a la
fama, la brillante ‘Corinna’,
compuesta por Mahal y Davis, o ‘Ain't
That a Lot of Love’, la canción que bordarían en el evento que les debería
haber catapultado al estrellato, el ‘Rock
& Roll Circus’ de los Rolling Stones.
Y es que unos días antes de ser publicado el
disco, el 11 de diciembre del 68, Taj Mahal y su banda habían participado en lo
que parecía ser uno de los eventos más importantes del año. Un especial de los
Rolling Stones para televisión en la que el único grupo estadounidense era el
suyo. El cartel era espectacular, los propios Stones, los Who, Jethro Tull, Marianne Faithful y los Dirty Mac, un grupo inventado para la ocasión que consistía en John Lennon, Eric Clapton, Keith Richards
y Mitch Mitchell. La actuación de
Taj Mahal fue brillante y durante el solo de ‘Ain't That a Lot of Love’ Davis se ganaría el amor de por vida de
Clapton que incluso le llamaría para grabar con él. Pero, para su desgracia,
los Stones decidieron no emitirlo al considerar que los Who les habían
sobrepasado. Pero, como diría Pete Townshend,
no fueron solo los Who, “también lo hicieron Taj Mahal que, como siempre,
estuvieron extraordinarios”. Toda la constelación de estrellas rock británicas
lo sabía pero en su país natal seguían pasando desapercibidos.
1969 vio la aparición de uno de los discos
dobles más claros de todos los tiempos, ‘Giant
Step/De Ole Folks at Home’, y es que más que un disco doble eran dos discos
totalmente distintos, el primero con su banda, con grandes momentos como la
titular, ‘Six Days on the Road’ o ‘Bacon Fat’, con otro gran solo de Davis,
y el segundo solo él con su guitarra Mississippi National steel-bodied, su
armónica y su voz. Su concepto era claro, por un lado estaba su propia visión
del blues eléctrico, con un poco de R&B, de country y de folk, y por otro
estaban las canciones en su esqueleto puro, tal y como suenan en su manera
primitiva, con los mejores aromas del Delta. Taj Mahal siempre ha sido un
maestro de esta manera y ha dado algunos de sus mejores conciertos, como el
recogido en ‘An Evening of Acoustic
Music’ en los 90, el solo frente a la audiencia.
Aun así, el éxito comercial y el estrellato
nunca llegaron, Taj Mahal se quedó como un ‘músico de músicos’. ‘Giant Step’ fue el disco final del
cuarteto, aunque Davis volvió a colaborar en la magnífica versión de ‘Oh Susannah’ en su cuarto disco, ‘Happy Just to Be Like I Am’, publicado
en 1971. Luego llegarían nuevos experimentos y aproximaciones al reggae,
influido por sus raíces caribeñas, el jazz o una banda con seis tubas, donde
siempre dejaría su tremenda personalidad y un directo impecable. Por su parte
Jesse Ed Davis se convertiría en uno de los más demandados músicos de sesión de
los años 70, siendo conocido como el ‘hombre de la Telecaster’, si alguien
quería el sonido de esta guitarra, Davis era la primera opción. Su sonido se
puede disfrutar en discos de Dylan, Lennon, George Harrison, Clapton, Jackson Browne o un par de maravillas
de Gene Clark. Todos estarían de
acuerdo en la lacónica descripción que hizo de su conciso y hermoso estilo:
“Solo toco las notas que suenan bien”.
Pero no quiero terminar sin hablar de la
última vez que tocaron juntos, fue en el Club Palomino de Hollywood en 1987.
Davis había conseguido salir momentáneamente del fantasma de sus adicciones un
par de años antes y había colaborado con el poeta y activista indio John Trudell en un trabajo titulado ‘A.K.A. Graffiti Man’ que dio paso a una
banda del mismo nombre. Taj Mahal decidió reencontrarse con su viejo camarada y
así surgió la oportunidad del Palomino. No era un club grande pero, aun así, hubo
muchos que no se lo quisieron perder, gente como Dylan, Harrison o John Fogerty que se terminaron subiendo
al escenario y montando la reina de todas las 'jam sessions', una que acabó con Fogerty cantando por primera vez 'Proud Mary' desde los tiempos de la Creedence después de que Dylan le
dijera, medio en broma, si no la empiezas a cantar otra vez la gente va a
pensar que es una canción de Tina Turner.
Fue una noche histórica que sirvió para comprobar el enorme respeto que tenían
los más grandes compañeros de profesión a estos músicos. Pero, como tantas
veces en su carrera, no sirvió para mucho más que para su propio orgullo. Davis
volvió a recaer en los malos hábitos y falleció de sobredosis un año después.
Taj Mahal, por su parte, ha seguido impartiendo clases en los escenarios desde
entonces y sacando discos regularmente. Puede que su nombre no sea tan conocido
como otros pero la realeza rock siempre le ha considerado uno de los suyos.