El hombre que hace llorar a las guitarras

Por Sergio Ariza

Ryland Peter Cooder, nacido un 15 de marzo de 1947 en Los Ángeles, ya estaba tocando una guitarra a los 3 años de edad. Y es que Ry Cooder es muy capaz de dominar cualquier instrumento que tenga cuerdas con solo echarle una ojeada. Evidentemente, a pesar de tocar diversos instrumentos, su nombre siempre irá ligado a la guitarra 'slide', donde es, junto a Duane Allman y Elmore James, su máximo exponente. Poco proclive a los fuegos artificiales, cada nota de su 'slide' lleva su ADN y es 100% reconocible. Se le podría definir como el mejor guitarrista de entre los desconocidos por el gran público, a pesar de que es bastante probable que incluso la gente que nunca haya oído su nombre, le haya oído tocar, ya sea en muchas de sus increíbles tomas como músico de sesión para los Rolling Stones, Van Morrison o Randy Newman, por sus muchas bandas sonoras, como la icónica 'París Texas', o su acercamiento a la música cubana en 'Buena Vista Social Club'.  

Ry Cooder siempre se ha movido mejor fuera de foco, a pesar de que estuvo a punto de convertirse en el sustituto de Brian Jones en los Rolling Stones, y ha rondado el éxito popular en varias ocasiones. No ha tenido la mejor de las suertes, a los 4 años perdió un ojo jugando con un cuchillo, pero lo que está claro es que una vez que entra su 'slide', ya sea eléctrico o acústico, se convierte en el protagonista absoluto, robando los focos sea quién sea el intérprete principal.
 

Su carrera comenzó pronto, siendo solo un adolescente formó en un trío de bluegrass junto al mítico Bill Monroe, autor del 'Blue Moon of Kentucky' que popularizó Elvis Presley. En ese momento Cooder tocaba el banjo, algo que luego aplicaría a su forma de tocar la guitarra. Sus primeras grabaciones llegarían en 1966 junto a la banda Rising Sons, en la que también estaba el gran Taj Mahal. Había comenzado a ganarse una reputación y así le llegó su primera gran oportunidad y su primera gran guitarra eléctrica. En 1967 la compañía Buddah fichó a Captain Beefheart para grabar su primer disco. Pero antes de grabar Beefheart quiso hacer cambios en su banda, The Magic Band, y hacerse con los servicios del joven Cooder. Tras decidir que aceptaba el puesto, el joven Ry, que iba a cumplir 20 años, fue con el resto de la banda a la fábrica de Fender donde la compañía les dejó que eligieran el equipo que quisieran. Cooder solo tocaba blues, folk y country acústico y ni siquiera tenía una guitarra eléctrica hasta ese momento, así que se encariñó de un modelo porque le gustó su color, era una Fender Stratocaster Daphne Blue del 67 y, a pesar de ser elegida a ojo, se convertiría en su instrumento principal durante años, llegando a grabar sus primeros discos en solitario con ella.




Pero la primera gran marca la dejó en el gran 'Safe as milk', al oír los primeros segundos de 'Sure Nuff 'n’ Yes, I Do' nadie diría que estamos ante un casi novato sino ante un maestro electrificando las mejores esencias del blues del Delta. La banda estaba llamada a la gloria y su siguiente gran paso era el Festival de Monterrey, el primer gran festival al aire libre de música rock de los 60. Pero 5 días antes del evento, en otro concierto, Don Van Vliet (el verdadero nombre de Beefheart) se tiró de cabeza desde el escenario después de que creyera ver "a una chica convirtiéndose en un pez". Cooder decidió que era el momento de abandonar la banda y la actuación de Monterrey fue cancelada. Fue la primera vez que el éxito le rondaba sin alcanzarle pero no sería la más significativa.
 

Tras seguir trabajando como músico de sesión en discos como los debuts de Neil Young y Taj Mahal en solitario o el 'Head' de The Monkees, a Ry Cooder se le presentó su mayor oportunidad cuando fue reclamado desde Inglaterra por los Rolling Stones. Brian Jones acababa de ser despedido y Ry era el favorito de la banda para ser su sustituto. Keith Richards le invitó a su casa de Chirchester y Cooder comenzó a grabar con los Stones el mítico 'Let it bleed' y con Mick Jagger y Jack Nitzsche la banda sonora de 'Performance' pero las cosas no salieron bien y Cooder abandonó las sesiones pensando que los Stones le habían robado el riff de 'Honky tonk women'. El caso no quedó muy claro pero lo que es evidente es que Cooder fue el que le enseñó a Richards la afinación abierta en Sol para 5 cuerdas que este utilizaría en muchas de sus propias canciones, como la mencionada o 'Gimme shelter'. Por supuesto, Cooder no se convirtió en un Rolling Stone, ese puesto sería para Mick Taylor, pero de aquellas sesiones atestiguan cosas como su maravillosa 'slide' en 'Sister Morphine', que aparecería posteriormente en 'Sticky Fingers', su mandolina en 'Love in vain', la excelente banda sonora de 'Performance' (que incluye su increíble trabajo en 'Memo from Turner') o la jam session 'Jamming with Edward!' que los Stones publicarían en su sello en 1972 y tiene a Mick Jagger, Bill Wyman y Charlie Watts tocando con Cooder y el pianista Nicky Hopkins mientras esperaban a Richards.
 

A pesar del mal sabor de boca, Cooder consiguió un contrato discográfico con Warner Bros y en diciembre de 1970 publicó su debut discográfico, titulado sencillamente, 'Ry Cooder'. Un trabajo en el que el blues y el rock de raíces se dan la mano y en el que destacan canciones como 'Do re mi' o su versión de 'My old Kentucky home' del gran Randy Newman, al que había conocido en la grabación de 'Performance', y al que prestaría sus excelentes servicios en los tres mejores discos de éste, '12 songs', 'Sail away' y 'Good old boys', en gemas como 'Last night I had a dream' o 'You can leave your hat on'. En este primer disco le acompaña la sección rítmica de Little Feat, Richie Hayward y Roy Estrada, con los que también colaborará en su debut, tocando el 'slide' en la primera versión de su tema más conocido, 'Willin'.
 

'Into the Purple Valley'
y 'Boomer's Story' seguirían su carrera en solitario 1972. El blues sigue siendo el protagonista, pero Cooder va aportando otras cosas como el country rural, con versión del 'Hey Porter' de Johnny Cash, el folk de Woody Guthrie y su 'Vigilante Man' o sus primeros acercamientos a los sonidos caribeños (años antes de 'Buena Vista Social Club') con el calypso 'F.D.R. in Motreal'. En 'Boomer’s Story' destaca su acercamiento a la música mexicana y Tex-Mex con su versión de 'María Elena'.
 

Su obra maestra llegaría en 1974 con 'Paradise and lunch', los magníficos arreglos de canciones antiguas siguen estando ahí pero la paleta se abre para incluir canciones más contemporáneas como el 'It's all over now' de Bobby Womack o el 'Mexican divorce' de Burt Bacharach, además de canciones imprescindibles de su repertorio como 'Tattler', claro que el momento que más tuvo que disfrutar un músico tan bueno como Ry sea el final con 'Ditty wah ditty' en el que se marca un dúo con, nada más y nada menos, que Earl Hines, uno de los padres del jazz. En 1976 llegaría otro de sus discos fundamentales, 'Chicken Skin Music', en el que los aires mejicanos, con el genial añadido del acordeón de Flaco Jiménez, se dan la mano con los hawaianos, sin olvidar el blues en temazos como 'Smack dab in the middle'. Pero, a pesar de todo, la fama le siguió esquivando y siguió combinando su trabajo en solitario con sesiones para gente como los Doobie Brothers, Arlo Guthrie, Linda Rondstadt o Van Morrison. Para ese momento ya etaba su segunda gran guitarra, otra Stratocaster de los 60 totalmente arreglada por el propio Cooder con diversas piezas añadidas, incluido el cuerpo de una Buddy Holly.
 

En los 80, ante la falta de éxito comercial, Cooder comienza a trabajar como compositor de bandas sonoras, entre sus trabajos más destacados se encuentran los de 'Forajidos de leyenda', 'Calles de fuego', 'Cocktail' o las dos más importantes, 'Crossroads' y 'Paris, Texas'. Su trabajo en la película de Wim Wenders es uno de los más importantes de su carrera, con unas notas áridas y emocionantes como el desierto de Mojave que Cooder sacó a su Martin 000-18 de los años 50. También hubo selectas apariciones como músico de otros en discos de Eric Clapton, Carla Olson o, una de sus grandes apariciones, en el ‘Bring the family’ de John Hiatt.



Los 90 le verían coquetear con la 'world music' con dos de sus trabajos más conocidos, 'Talking Timbuktu', su disco de colaboración junto al guitarrista africano Ali Farka Touré, y el proyecto 'Buena Vista Social Club' en el que reunió y grabó con grandes músicos cubanos como Eliades Ochoa, Ibrahim Ferrer o Compay Segundo, cuyo 'Chan chan' es la joya del disco.
 

El siglo XXI le ha visto sacar su primer disco propio en 18 años, el notable 'Chávez Ravine' de 2005, además de los otros dos discos que completan su trilogía conceptual sobre California, 'My Name Is Buddy' y 'I, flathead', y sus dos obras más políticas hasta la fecha, 'Pull Up Some Dust and Sit Down' y 'Election Special'. Su fama sigue sin estar a la altura de su inmenso talento pero Ry Cooder es uno de los pocos hombres que consigue hacer llorar a la guitarra, baste escuchar la canción titular de 'Paris, Texas', y eso vale más que tu nombre y tu cara sean del dominio público.


(Imágenes: ©CordonPress)

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