Roy Orbison, la voz de la que están hechos los sueños

Por Sergio Ariza

Cuando se tiene una voz como la de Roy Orbison poco importa todo lo demás, el mismísimo Elvis decía de él que era "el cantante más grande del mundo" y Bruce Springsteen siempre ha contado que cuando grabó Born To Run quería un disco “con letras como las de Dylan, que sonara como si estuviera producido por Phil Spector pero, sobre todo, que su voz sonara como la de Roy Orbison”. Pero esa voz que subía y subía hasta los cielos siempre iba acompañada de una guitarra. Es cierto que, en la mayoría de sus grabaciones clásicas, suele estar escondida detrás de esos increíbles arreglos de cuerdas pero Orbison no era un mal guitarrista para nada. Es más en sus primeras grabaciones en Sun su afilada guitarra era su principal arma por encima de su voz de terciopelo, como se demuestra en Ooby Dooby.   

Hay dos cosas que no suelen faltar en una foto de Roy Orbison, gafas de sol y una guitarra eléctrica. Lo primero se convirtió en marca de fábrica cuando Orbison, que era albino y tenía muchos problemas de vista, tuvo que utilizar unas durante una actuación, no como elemento ‘cool’ sino como atrezzo necesario para encontrar el micrófono. La más frecuente entre lo segundo era una extraña guitarra con el cuerpo de una Gretsch White Falcon, pero pintada de negro (como su pelo rubio natural) y con el mástil de una Gibson Super 400. Una guitarra con una apariencia tan única como el humano que la sostenía.   

    

Y es que en un mundo, el de la música popular, repleto de tipos que parecían estrellas de cine, Roy Orbison era el tipo con menos papeletas para alcanzar la fama, bastante feo, albino y con la vista de un topo. Nacido un 23 de abril de 1936 bajo el nombre completo de Roy Kelton Orbison, su padre le puso una guitarra a los seis años en los brazos y, desde ese mismo momento ya no hubo marcha atrás, tenía claro que aquello era lo suyo.   

A los ocho años ya había compuesto su primera canción y en la primera adolescencia ya lideraba un grupo llamado los Wink Westerners. Otros tenían el aspecto pero él tenía el talento y la determinación adecuada. Sus principales influencias fueron algunos de los grandes nombres del country, gente como Lefty Frizzell (muchas décadas después, cuando Orbison se juntara con George Harrison, Bob Dylan, Tom Petty y Jeff Lynne en los Travelling Wilburys, elegiría el apodo de Lefty Wilbury) o Hank Williams. Pero todo cambió cuando, como muchos otros miles de jóvenes en el Sur de EEUU, escuchó, y vio, a Elvis Presley en 1955 cerca de Odessa. Elvis era salvaje, estaba rodeado de chicas gritando y cantaba como si estuviera poseído, era todo lo que Orbison quería ser y decidió que antes de cumplir los 21 años tendría "un Cadillac y un anillo de diamantes".
   

Poco después, los Wink Westerners compartieron escenario con Johnny Cash y éste le dijo que debería presentarse a Sam Phillips, el dueño de Sun Records. Pero cuando Orbison apareció en Memphis recomendado por el hombre de negro, recibió la furibunda respuesta de un Phillips nada impresionado por su aspecto "¡Johnny Cash no dirige mi compañía de discos!". Todo cambió cuando el tipo que descubrió a Elvis escuchó una grabación de Orbison y los Teen Kings (así se hacían llamar ahora los Westerners) cantando Ooby Dooby. Phillips vio mucho potencial, pero lo que les llevó a firmarles y a regrabar la canción en su estudio no fue la voz de Orbison sino su excelente solo de guitarra. Y es que Orbison no solo se había fijado en Presley sino que también se había aprendido todos los trucos de Scotty Moore y los sacaba todos a relucir en el excelente solo de una canción que, años después, recuperaría la Creedence de John Fogerty. El equipo con el que la grabó era una Les Paul Black Beauty y un amplificador Ray Butts Echosonic Amp como el de Moore.
   

    

La canción fue un éxito regional y vendió más de 250.000 copias en todo el país cuando salió a la venta en mayo de 1956, entrando en las listas de Billboard. Orbison comenzó a salir de gira con los grandes de la compañía, gente como el propio Cash, Carl Perkins o Jerry Lee Lewis, con sus frenéticos Teen Kings. Otra de sus canciones de la época era una composición propia en la que Orbison volvía a demostrar su pericia con la guitarra, se trataba de la rabiosa Go! Go! Go!, otro gran clásico de sonido rockabilly. Pero sus siguientes sencillos, cosas como You're My Baby o Rock House pincharon en las listas.
   

En 1957 cantó Devil Doll, una balada con coros doo wop que adelantaba el estilo con el que triunfaría años más tarde pero quedó enterrado en la cara B después de que Jack Clement, el socio de Phillips, le dijera, tras escuchar The Clown, otro tema propio, que nunca se ganaría la vida como baladista (un error de audición parecido al que tuvo el tipo de Decca que rechazó a los Beatles). El caso es que su estrella comenzó a declinar, aunque pudo comprarse su Cadillac después de que los Everly Brothers grabaran un tema suyo, Claudette, como cara B de su exitoso All I Have to Do Is Dream.
   

Pero su confianza en Sun se había acabado, Orbison cada vez confiaba más en su lado más sensible y en su material más pausado, así que dejó la compañía y se retiró de los escenarios. Su imagen alejada de la del ídolo juvenil le llevó a buscar ganarse la vida como compositor en la compañía Acuff-Rose. Fue allí donde conoció a otro de sus ídolos, Chet Atkins, al que iba a ver grabar cada vez que podía. Puede que por eso decidiera por una Gretsch, en concreto una White Falcon del 58.
   

    

Con la ayuda de su mentor editorial, Wesley Rose, Orbison pasó de RCA a un nuevo sello discográfico llamado Monument, una idea de Fred Foster, un buscavidas de Baltimore, y de Bob Moore, un bajista del equipo A de Nashville. Monument era un sello nuevo y supieron promocionar bien a Orbison, mientras que en la RCA no habían sabido que hacer con él. Además Orbison había encontrado recientemente un nuevo socio como compositor en Joe Melson, lo que trajo algunas de las mejores composiciones de la carrera de Roy, ya totalmente en su estilo.
   

Uptown
fue la primera de una larga serie de sencillos en los que Orbison daba rienda suelta a todo el melodramatismo de su voz y la rodeaba de suntuosas cuerdas y coros doo-wop. La fórmula halló su primera maravilla en Only The Lonely, que subió hasta el número dos de las listas en 1960, pero luego llegarían joyas como Blue Angel, Running Scared, su primer número uno, Blue Bayou, Pretty Paper, It's Over y las dos absolutas joyas de la corona, Crying e In Dreams, dos canciones superlativas en las que se corona como el mejor cantante de baladas de la historia del rock, el foco en el que se mirarán todos los demás, enseñando que los roqueros también pueden llorar. Con una voz única que él mismo reconoció que descubrió en algún momento entre Ooby Dooby y Only The Lonely.
  

En todas esas canciones la guitarra no es sino un acompañamiento del plato principal, su escalofriante voz que alcanza momentos operísticos, pero Orbison tampoco se ha olvidado de las seis cuerdas y en canciones como en Dream Baby (How Long Must I Dream) vuelve a brillar, aunque ahora el solista es el gran Grady Martin.
   

    

También tenía como protagonista la guitarra el último de sus grandes monumentos, la inmortal Oh, Pretty Woman, con un riff impresionante en el que sonaban cuatro guitarras, la del propio Orbison, además de la de Billy Sanford, Jerry Kennedy y Wayne Moss. Cuando los Beatles irrumpieron Orbison estaba en lo más alto y su Pretty Woman dominaba las listas, pero a medida que los 60 fueron evolucionando el artista se quedó fuera de foco y para colmo su vida personal se convirtió en una pesadilla tras perder a su mujer Claudette en un accidente de tráfico y a sus dos hijos mayores en un incendio.
   

La carrera de Orbison comenzó a florecer de nuevo en los 80, cuando nuevas generaciones de público y artistas comenzaron a escuchar su música a través de las películas, como en Terciopelo Azul de David Lynch. En 1987 fue incluido en el Rock and Roll Hall Of Fame con un discurso de Bruce Springsteen y, poco después, dio un concierto en el Coconut Grove de Los ängeles, en el que le acompañaron Springsteen, Tom Waits, Elvis Costello, Jackson Browne, K.D. Lang, Bonnie Raitt o el gran James Burton a la Telecaster. Springsteen se dio el lujo de cantar con Orbison e intercambiar 'licks' con Burton y el propio Orbison que para la ocasión utilizó una Gibson-335 teñida de negro, como no podía ser de otra forma. El resultado se grabaría y se editaría como una película llamada Roy Orbison and Friends: A Black and White Night.
    

     

Poco después entraba a grabar un nuevo disco con Jeff Lynne como productor y, como consecuencia, se convertía en una parte fundamental de los Traveling Wilburys con su voz brillando en la canción que sirvió como lanzamiento, el Handle With Care de Harrison. Había vuelto a lo más alto, el mundo había vuelto a descubrir su voz de ángel melancólico y no tenía bastante de ella. Pero Orbison apenas pudo disfrutar de su regreso triunfal, el 6 de diciembre de 1988 falleció en su casa de un ataque al corazón. Mystery Girl, su disco de regreso apareció el 31 de enero de 1989 y You Got It, el sencillo de presentación, fue su primer Top Ten en las listas estadounidenses desde que Oh, Pretty Woman subiera a lo más alto.
  

Roy Orbison fue un ejemplar tan único y especial como su guitarra híbrida, uno entre un millón, una voz de diamante puesta en la garganta de un hombre que estaba a años luz de la imagen sexy y salvaje que vendía el rock & roll. Fue un gran guitarrista pero le recordaremos siempre por sus melodramáticas óperas pop en las que su voz se elevaba misteriosamente hacia el cielo, y es que la suya era la clase de voz de la que están hechos los sueños.   

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