Hank Williams, el Shakespeare hillbilly
Por Sergio Ariza
A Hank Williams le llamaban el Shakespeare hillbilly y, créanme, no es una exageración, su huella sobre la música country es absolutamente gigantesca. En solo seis años de carrera discográfica Williams dejó un legado que todavía sigue siendo la piedra Roseta del género.
Si la música popular de EEUU de comienzos del Siglo XX tiene lo que se conoce como el 'Great American Songbook', con compositores como Cole Porter, Irving Berlin o George Gershwin, el country tiene el cancionero de Hank Williams y no hay un solo artista cercano a ese género que no haya hecho versión del cantante, Johnny Cash, Patsy Cline, Elvis Presley, Merle Haggard, Willie Nelson, Waylon Jennings, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison, Dolly Parton, George Jones, Loretta Lynn, Gram Parsons, Emmylou Harris, Townes Van Zandt, John Prine, Steve Earle o Kacey Musgraves, nadie se sube al escenario del Grand Ole Opry sin saberse al dedillo el cancionero de Hank. Cold, Cold Heart, Hey Good Lookin', Honky Tonk Blues, I Saw the Light, I'll Never Get Out of This World Alive, I'm So Lonesome I Could Cry, Jambalaya (On the Bayou), Lovesick Blues, Move It on Over, Wedding Bells, Your Cheatin' Heart o You Win Again son el equivalente country de los estándares del jazz, Stardust, Body And Soul, Blue Skies, Summertime o My Funny Valentine.
Además su huella no se ciñe solo al country, siendo también una enorme influencia en muchos otros géneros. Siempre se tuvo a Rock Around The Clock de Bill Haley como uno de los primeros éxitos de la historia del rock & roll, bien pues escuchen Move It on Over, el primer éxito de Williams, y descubran que es prácticamente una copia, claro que Williams también fue uno de los artistas preferidos de Elvis, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins o Roy Orbison, pero su huella también llegó a los cantantes negros, como Chuck Berry o Ray Charles, que no dudó en hacer versiones de sus canciones, algo que también han hecho innumerables figuras fuera de la órbita de Nashville como James Brown, Jeff Buckley, Red Hot Chili Peppers, Al Green, Beck, Bob Dylan, The Rolling Stones o The Grateful Dead.
Pero es que, a pesar de ser la mayor figura de la historia de la música country, a Williams le enseñó a tocar la guitarra un viejo guitarrista afroamericano de blues que respondía al nombre de Rufus "Tee-Tot" Payne, demostrando que la mejor música americana no conoce de barreras raciales y es, como el propio rock & roll, una música bastarda. El caso es que Williams aprendió todo de Payne y nunca trató de ocultarlo y; a pesar de que sus otras dos grandes influencias eran dos de los padres del country, Roy Acuff y Jimmie Rodgers; siempre le reconoció como su único profesor.
Cuando comenzó a cantar profesionalmente, en 1937, fue cuando se cambió el nombre de Hiram, con el que había nacido un 17 de septiembre de 1923, por el de Hank, mucho más propio de un cantante country. Su carrera comenzó en la radio, tras ganar un concurso hubo tantas llamadas pidiendo más del "niño cantante" que los productores le dieron un espacio propio de 15 minutos dos veces a la semana. Su salario de la radio le permitió formar una banda y así surgió la primera formación de los Drifting Cowboys, en 1939 dejó la escuela para centrarse en su carrera musical y tocar en todos los garitos y honky tonks posibles. Su abuso del alcohol comenzó en esta época donde casi todo su salario iba destinado a la bebida, a pesar de que ni siquiera tenía la edad necesaria para comprarla...
La II Guerra Mundial supuso el fin de los primeros Drifting Cowboys, a pesar de que el propio Williams se escapó de ser reclutado, tras haberse roto la espalda al caerse de un toro durante un rodeo, el resto de la banda fue enlistada en el ejército. Williams probó con varios reemplazos pero todos huían al poco tras comprobar sus excesos con la bebida. Era tan habitual que Williams apareciera borracho en su propio programa que al final la emisora le despidió. Fue en esa misma época cuando conoció a uno de sus ídolos, Roy Acuff, que le soltó una frase lapidaria: "Hijo, tienes un talento de un millón de dólares, pero un cerebro de diez centavos".
Al final se impondría el legendario talento y Williams grabaría sus primeras canciones a finales de 1946, poco después de haber sido rechazado en el Grand Ole Opry. En 1947 llegaría su primer éxito con Move It On Over, la primera de las 35 canciones que colaría entre las 10 primeras de las listas country en pocos años. La suya fue una carrera vertiginosa en la que no bajó el pie del acelerador ni un solo momento. Y es que a su problema con la bebida se unió su turbulento matrimonio con Audrey Sheppard que, además, se convertiría en su mánager. Las peleas comenzaron pronto y las infidelidades llegaron por ambos lados.
Aun así, una vez que su carrera despegó fue imparable, solo en 1949 tuvo siete éxitos en las listas, incluida la que puede que sea la canción más triste y devastadora de la historia de la música popular americana, I'm So Lonesome I Could Cry, en la que Williams se abría de par en par, posiblemente pensando en una de sus muchas peleas con Sheppard. Para esa época ya tenía su mítica guitarra acústica, su Martin D-28 de 1941. Ese mismo año también llegaron otras maravillas como Lovesick Blues, Wedding Bells y Lost HIghway.
En 1950 Williams ya era la mayor estrella de la música country, de los ocho sencillos que publicó ese año, todos se colaron entre los diez primeros y tres fueron número uno, incluida la maravillosa Moanin' The Blues, en la que vocalmente recordaba a Jimmie Rodgers pero que musicalmente era un blues con el añadido de la maravillosa pedal steel de Don Helms y el fiddle de Jerry Rivers.
Pero en plena fiebre de éxito Williams decidió que también quería grabar canciones recitadas, a la manera de los Talkin' Blues, contando historias moralistas. Era otra parte de él, pero su productor, Fred Rose, le convenció para que las sacara con seudónimo, Luke The Drifter. Estas canciones dejaban ver otra cara de su personalidad, si Hank Williams era un borracho testarudo, Luke The Drifter era moralista y compasivo, alguien con la sabiduría que el hombre con el “cerebro de diez centavos” siempre esquivaba. Aun así Williams nunca hizo nada para evitar ser relacionado con Luke y en sus conciertos también tocaba estas canciones presentándolas con ironía como las canciones de su “hermano gemelo”…
De todas formas Hank Williams no siguió los consejos de Luke y se siguió bebiendo su vida a grandes tragos. Tampoco ayudaba que la morfina fuera parte de su dieta diaria para aliviar sus dolores de espalda, pero lo que lo hacía todo peor eran sus continuas peleas con Audrey, en un claro caso de relación de esas de ni contigo, ni sin ti. Como prueba otra de las mejores canciones de su carrera, que se editó en 1951, Cold, Cold Heart. Parece ser que su mujer se encontraba en el hospital tras un aborto y Williams fue a visitarla tras una de sus giras, se acercó y se inclinó para besarla, pero Audrey le rechazó y le dijo “aparta hijo de puta, es culpa tuya que esté aquí”. Williams se fue a casa y le comentó a la cuidadora de Hank Jr., “Audrey tiene un corazón muy, muy frío”, y en poco tiempo su resentimiento se había convertido en el mayor éxito de su carrera hasta la fecha.
Todo empeoraría cuando en la Nochevieja de 1951 Audrey llamó a Hank desde un hotel y le dijo que cuando volviera a casa no le quería ver por allí. Williams le contestó con estas proféticas palabras “Audrey, no viviré un año entero sin ti”. A pesar de ser la mayor estrella del country, Hank Williams se fue a vivir con su madre, curando su corazón roto con más alcohol, morfina y otras mujeres.
En junio de 1952 volvió al estudio de grabación, en su banda había un nuevo guitarrista llamado Chet Atkins, este pudo ver que algo no andaba bien con su jefe, las canciones eran tan maravillosas como siempre, entre ellas Jambalaya y I’ll Never Get Out Of This World Alive, pero Atkins vio que el título de la segunda no era tan broma como pudiera parecer cuando vio como Williams se tenía que sentar entre toma y toma para recuperar el aliento. El 10 de julio firmó los papeles del divorcio y al día siguiente volvió al estudio, nuevamente con Atkins y el imprescindible Don Helms a la pedal steel, para grabar You Win Again, I Won’t Be Home No More y Please Make Up Your Mind. Más que canciones parecían páginas arrancadas del diario personal de Williams: “No tienes corazón, no tienes vergüenza, coges el amor verdadero y devuelves la culpa. Supongo que no debería quejarme, todavía te quiero, vuelves a ganar”.
Poco después comenzaría a salir con Billie Jean Jones pero su errático comportamiento no cambió. En agosto fue expulsado del Gran Ole Opry por perderse varios conciertos y aparecer borracho en otros, a pesar de todo en ese momento Jambalaya estaba en lo más alto de las listas.
El 23 de septiembre, tres meses antes de su inevitable muerte, Hank Williams tuvo una de las sesiones de grabación más productivas de su historia, grabando Your Cheatin' Heart, I Could Never Be Ashamed Of You, Kaw Liga y Take These Chains From My Heart, nuevamente con Atkins y Helms presentes. En octubre se casó con Jones y un mes más tarde salió al mercado I’ll Never Get Out Of This World Alive.
El 31 de diciembre, justo un año después de su profecía a Audrey, Williams tenía programado un concierto en Charleston pero una tormenta de hielo tenía paralizado el tráfico aéreo en Nashville. Así que Williams contrató a alguien para que le llevara en coche. Era imposible llegar así que decidieron partir hacia Ohio, donde tenía previsto un concierto de Año Nuevo. En algún momento de esa madrugada el corazón de Williams dejó de latir. En el coche encontraron varios botes de cerveza vacíos y una libreta con varias letras de canciones apuntadas.
Hasta el último momento de su vida Hank Williams apuró el último trago pero siempre con el lápiz cerca para seguir escribiendo canciones, 167 en total para una vida que no llegó a los 30. La mejor de todas vio la luz pocos días después de la noticia de su muerte, se trata de Your Cheatin’ Heart, una última mirada al amor torturado de su vida, Audrey Sheppard: “Cuando las lágrimas caigan como lluvia te darás la vuelta y dirás mi nombre. Caminarás por el suelo como yo lo hago, tu tramposo corazón te delatará”. La voz de Williams suena rota y arrebatadora, Atkins le acompaña acariciando con su guitarra, mientras que el melancólico y solitario sonido de la pedal Steel de Helms es el perfecto acompañamiento de la voz de Williams.
La música country definida para siempre en un artista que hizo de su vida una trágica obra de arte y cuyo legado es en el que se miran todos aquellos que se han aproximado, aunque sea un poco, al country, ya sean los más convencionales de Nashville o los forajidos tipo Willie Nelson y Waylon Jennings que 25 años después de la muerte de Williams puso en tela de juicio en una canción a todo Nashville, supuestamente rendidos al legado de Hank, pero incapaces de ver que más allá de los trajes Rhinestone, la pedal steel y el fiddle, la clave de Williams fue la autenticidad. Siempre conviene recordar cada poco, dentro de una de las industrias más conservadoras de la música, el título de aquella canción de Jennings: “¿Estáis seguros de que Hank lo hizo así?”.