George Harrison - Living In A Material World (1973)

Por Sergio Ariza

Living In The Material World era el cuarto disco en solitario de George Harrison, pero el primero que aparecía tras el enorme éxito de All Things Must Pass y el The Concert Of Bangladesh que le habían convertido, inesperadamente, en el Beatle más exitoso en solitario. Es normal que, en su momento, fuera visto como una pequeña decepción, comparado sobre todo al gigantesco All Things Must Pass, un disco para el que pudo elegir entre las decenas de canciones que había escrito pero no grabado en su tiempo en los de Liverpool. Eso sí, con la perspectiva que da el tiempo nos encontramos con un gran trabajo, posiblemente el segundo mejor de su carrera tras el citado All Things Must Pass.  

Para este disco Harrison utilizó una producción menos gigantesca, reduciendo el número de músicos implicados en la misma y centrándose en su sonido al slide, se podría decir que este es el disco en el que mejor suena como guitarrista, con su Stratocaster sonando económica en notas, pero demostrando un virtuosismo elegante en su aumento de la melodía, representada en, normalmente, dos o más partes fluidas de guitarra slide meticulosamente arregladas e impecablemente grabadas.  

  

El sencillo principal de Living in the Material World, Give Me Love (Give Me Peace On Earth), le dio a Harrison el segundo número uno en solitario de su carrera en EEUU, relevando en esa posición al My Love de Paul McCartney. Era una canción en la que volvía a mostrar su cara más espiritual, como en My Sweet Lord, dando una pista de por dónde iba a ir su disco más espiritual y meditativo. Era una especie de oración en la que se encontraban algunas de las mejores notas de su carrera como guitarrista. Solo con escuchar las primeras notas de su slide ya encuentras el perfecto resumen de su estilo, una prolongación de su personalidad, espiritual, alegre y triste a la vez, como un soplo de vida hecho música.
  

Sue Me, Sue You Blues
recuerda a esos blues descarnados del primer Lennon en solitario, con Harrison utilizando una guitarra con resonador, es también una de las pocas que se salen del mundo espiritual para hablar de lo material, en este caso de la dolorosa separación de los Beatles, con la entrada de demandas y abogados. Lo curioso del caso es que cuando la escribió la principal demanda era la de Paul McCartney contra los otros tres miembros para disolver su asociación y no depender de Allen Klein, pero cuando se publicó Harrison, Lennon y Starr también estaban intentando liberarse del polémico mánager.
  

  

En The Light That Has Lighted the World, con una gran aportación de Nicky Hopkins al piano y otro gran ejemplo de su maestría al slide, habla sobre liberarse de la sombra de su pasado y de las presiones de haber sido un Beatle. Don't Let Me Wait Too Long es otra de las mejores canciones del disco, cercana al Day After Day que produjo para Badfinger en 1971, mientras que Who Can See It podría parecer un presagio de sus tiempos con los Traveling Wilburys, y es que es una balada melodramática que se adaptaría a la perfección a su compañero en esa banda, Roy Orbison.
  

En la canción titular la mejor parte, la que eleva la canción, es el puente espiritual, en el que vuelven a aparecer las influencias de la música india. No es de extrañar que fuera la canción que diera título al disco porque es la que mejor explica al protagonista, por un lado buscando siempre el lado espiritual y elevado de la vida, por el otro viviendo la vida de una estrella del rock, o como decía su mujer Pattie Boyd, "con George nunca sabías si estaba echando mano de su siempre presente bolsa de oración de Japa Yoga o de la bolsa de coca". También es muy representativa del sonido del disco, más directo y con la guitarra de Harrison destacando en todo momento.
  

  

The Lord Loves the One (That Loves the Lord)
abre la segunda cara como si fuera a empezar su For You Blue para el Let It Be de los Beatles, aunque luego la canción cambia con esos vientos que le mete, eso sí, es una canción 100% Harrison, nuevamente con un excelente uso del slide por su parte, colocándole entre los más destacados de siempre. Con Be Here Now vuelven los aires orientales para otra canción espiritual y metafísica que suena como una oración hecha en un sueño.
  

Luego llega Try Some, Buy Some, la canción que más suena a la producción exuberante de All Things Must Pass, algo normal si tenemos en cuenta que es la única en la Phil Spector vuelve a estar implicado. Es más la canción se produjo en 1971 para que la cantara su mujer, Ronnie Spector, que iba a volver con un disco en el que Harrison iba a ser el principal compositor, pero el comportamiento errático de Spector canceló el proyecto, aunque Ronnie sí que llegó a publicar el sencillo. Aun así, Harrison la repescó para este disco, utilizando la misma base instrumental, puro Muro de Sonido, y añadiendo su voz, la canción es tan buena que David Bowie no dudó en hacer una versión de ella en su disco Reality de 2003.
  

  

The Day the World Gets 'Round
es un hermoso alegato por la paz y la comprensión, nuevamente con cuerdas, mientras que That Is All cierra el disco con una balada que, muy propio de Harrison, no se sabe si va dirigida a una mujer o a una deidad, nuevamente moviéndose entre lo material y lo espiritual, algo que el propio Harrison confirmaba diciendo que "el amor es algo universal, cuando amas a una mujer, es el Dios que hay en ella lo que ves".
  

Es evidente que este es el disco en el que Harrison suena más centrado en la religión lo que, a veces, le hace sonar un poco como si estuviera dando un sermón, pero también es cierto que una vez que escuchas la fabulosa música se olvida. Y es que este es el disco en el que el Harrison músico alcanzó su pico, además de contener varias canciones maravillosas que hacen de Living In The Material World un más que digno sucesor del apabullante All Things Must Pass.
    

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