Los 10 mejores discos de David Bowie

Por Sergio Ariza

David Robert Jones, mejor conocido como David Bowie, nos dejó un 10 de enero de 2016, hace ahora cinco años. El cantante acababa de cumplir los 69 años dos días antes y se había despedido de todos con uno de los mejores discos de su carrera, Blackstar. Desde entonces el mundo no ha hecho sino ir en picado y, aunque su muerte no sea la responsable de todos los males que nos han azotado desde entonces, sí que hizo de la Tierra un planeta un poco menos atractivo y, desde luego, con mucho menos talento. Desde Guitars Exchange queremos rendir tributo al gran camaleón musical hablando de nuestros 10 discos favoritos de su carrera pero, como esta es así de increíble, al final añadiremos otros cinco que tampoco deberían faltar en tu colección. 

David Bowie (Space Oddity) (1969)
 

Un disco que no parece gozar de mucho crédito pero que a mí, personalmente, me encanta, tras grabar un disco de debut cercano al music hall, Bowie comenzaba una carrera de cambios transformándose en un cantautor hippie galáctico que, contradictoriamente, canta cosas que no dejan en muy buen lugar a los propios hippies. Es evidente que Bowie todavía sigue en busca de un sonido propio, algo que encontraría en su siguiente disco, The Man Who Sold The World, pero las canciones ya estaban allí, desde la prodigiosa Space Oddity que lo abre (y que le daría título tras su reedición de 1972) hasta la extensa Cygnet Committee, una canción de folk progresivo que vuelve a dar evidencias del gran compositor que hay detrás de ella, todo ello sin olvidarnos de la delicada Letter To Hermione, sobre su ruptura con su novia hasta la fecha Hermione Farthingale, la exquisita Wild Eyed Boy from Freecloud, donde se acerca al pop barroco con una orquesta de 50 miembros, o el fabuloso cierre con el machacón estribillo de Memory of a Free Festival, que, como el propio Bowie, encontrara su sonido un año después junto a la Les Paul de Mick Ronson.
    

     

Hunky Dory (1971)
 

En enero de 1971 David Bowie acababa de cumplir 24 años y tenía tras sus espaldas tres discos de estudio y una carrera de siete años (si contamos la fecha de publicación de su primer sencillo) que no parecía estar llevándole a ningún sitio. Había probado las mieles del éxito en 1969 con el sencillo de Space Oddity pero, tras el fracaso de The Prettiest Star, volvía a la casilla de inicio. Para colmo su amigo Marc Bolan, que había empezado a la vez que él, se estaba convirtiendo en la estrella de rock más importante del país con sus T. Rex. Bowie sabía que tenía talento pero tras haber empezado en el R&B, haber sido Mod, cantautor hippie o mimo cabaretero, no tenía muy claro quién era él realmente. Era el momento adecuado de mirarse en el espejo y ver que se veía reflejado. Fue una revelación, Bowie vio que era la suma de sus cambios, no era un cantante R&B, ni uno folk, era todos ellos a la vez, como diría más adelante su verdadero estilo era una amalgama, "Jacques Brel liderando a la Velvet Underground". El cambio era su personalidad y sabría reflejarlo a la perfección: "Cambios (date la vuelta y enfréntate a lo desconocido)”. Hunky Dory supuso la creación del mito Bowie como camaleón, del artista tal y como lo entendemos. Fue en estas canciones donde se descubrió definitivamente y se matriculó 'cum laude' como exquisito compositor. La primera cara de este disco es una de las cimas absolutas de la música pop del siglo XX, desde el imparable inicio con Changes hasta la devastadora Quicksand, pasando por el incontestable estribillo de Oh You Pretty Things, la juguetona nana de Kooks o la canción más bella (y ya es decir) de su carrera, Life On Mars?. El mundo le descubriría un año más tarde disfrazado de Ziggy pero Bowie ya se había encontrado a sí mismo en Hunky Dory, su primera obra maestra y uno de los discos más bellos de la historia de la música pop.
     

      

The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars (1972)
 

Bowie siempre había anhelado ser una estrella de rock y en 1972 estaba más que preparado para serlo, para ello creó a la estrella definitiva, un alienígena en el que se mezclaban varias de sus influencias, de Iggy Pop (no en vano le llamó Ziggy Stardust) a Jimi Hendrix ("Ziggy played guitar (...)
He played left hand"), pasando por Lou Reed o Vince Taylor. A su alrededor montó una banda imaginaria capitaneada por el extraordinario Mick Ronson, las Arañas de Marte, y le entregó a Ziggy 11 de las mejores canciones de su carrera (en realidad varias más, porque los descartes y caras B de aquel disco como John, I'm Only Dancing, Velvet Goldmine o Sweet Head, también están entre lo mejor de su carrera). El disco se abría melodramáticamente con Five Years y se cerraba con la inmortal Rock'n'Roll Suicide, entre medias trallazos roqueros como Moonage Daydream, la canción titular o Sufragette City, baladas marca de la casa como Lady Stardust y estribillos irresistibles como los de Starman, Bowie combinaba a la perfección las increíbles baladas de Hunky Dory con la fuerza guitarrística de The Man Who Sold The World y entregaba el disco por el que pasará a la historia, su cima absoluta.
     

      

Aladdin Sane (1973)
 

Un disco que se compuso y se grabó en medio de la gira americana en la que presentaba Ziggy Stardust, Bowie lo subtituló "Ziggy goes to America" y tiene algo de eso, una especie de cabaret rock en el que a las Arañas de Marte se une el piano de Mike Garson y Ziggy se desmadra con un pelo más rojo, unas plataformas más grandes, unos trajes más chillones y más maquillaje que una puta de la 5ª Avenida. El disco se abre por todo lo alto con Watch That Man, una de las mejores canciones glam de su carrera, con un Ronson desatado con su Les Paul, un guitarrista que vuelve a brillar en Panic In Detroit, The Jean Genie o la teatral Time, donde entrega uno de los mejores solos de su carrera. Bowie se ha transformado en Ziggy y es difícil ya distinguir a la persona del personaje.
     

      

Diamond Dogs (1974)
 

Abrumado por la fama de su personaje Bowie decidió cortar por lo sano y acabar con él, el 3 de julio de 1973, en el último concierto de la gira, Bowie mató a Ziggy, despidió a las Arañas de Marte y comenzó una nueva etapa. Diamond Dogs es un disco de transición entre Ziggy (la imagen de la portada, el riff de Rebel Rebel o la canción titular siguen llevando el aroma del alienígena) y su siguiente fase, la del soul plástico, con Bowie sumergiéndose en la música negra, como puede apreciarse en 1984. Es otro de esos discos que se suelen pasar por alto pero es una verdadera maravilla. Bowie ha estado releyendo a Orwell y monta una futurística distopía en la que aparecen temas incontestables como Rebel, Rebel o Diamond Dogs, además de artefactos marca de la casa como Rock 'n' Roll with Me o Big brother. Una transición de lujo.
     

      

Station to Station (1976)
 

Station To Station
es otro de los discos fundamentales de la carrera de Bowie, a medio camino entre el soul de plástico y la etapa berlinesa, un Bowie puesto hasta las cejas de cocaína mezcla el funk con el krautrock creando algo totalmente propio, como se puede ver en esa enormidad que le da título y presenta otro de sus personajes más icónicos, el delgado Duque blanco. En Golden Years mezcla funk y disco para una gema que suena a Bowie por todos los lados, Stay les da la oportunidad a Earl Slick y Carlos Alomar, sus nuevos guitarristas, a mezclar a la perfección los solos de la Strato del primero con el sabor funk del segundo, con TVC 15 mete un piano a lo Huey 'Piano' Smith (tocado por Roy Bittan de la E Street Band) en una bola de espejos creando otra maravilla, mientras que transforma el Wild Is The Wind de Nina Simone en una de sus melodramáticas y excelsas baladas.
      

        

Low (1977)
 

Low
es el disco más rompedor y experimental de su carrera, también es el inicio de la conocida como 'trilogía berlinesa' y de su colaboración con Brian Eno. La mano del ex Roxy Music se nota desde la primera canción, la increíble Speed of Life, una de las múltiples canciones instrumentales del disco. Dividido en dos partes, la primera de temas más cortos y ¿pop?, la segunda de extensos pasajes instrumentales entre los que destaca la desoladora Warszawa, la canción sobre la que surgiría Joy Division y toda la escena post-punk. Pocos discos pueden presumir de abrir tantos nuevos territorios y, a la vez, contener canciones tan perfectas como Sound and Vision, Breaking Glass (con un excelente Alomar) o Be My Wife. La enorme estima que el propio artista tenía a este disco se puede ver en el hecho de que decidiera cerrar el último disco de su carrera, su testamento Blackstar, con un guiño a una de sus canciones, A New Career In A New Town.
      

        

Heroes (1977)
 

En 1977 David Bowie ya había pasado por muy diversas fases, de joven mod a cantante de cabaret, de cantautor hippie a alienígena 'glam', de cantante soul a cocainómano esquelético, el año anterior se había marchado a Berlín junto a Brian Eno y había entregado uno de los discos más revolucionarios de la historia, Low. Ahora a esos nuevos sonidos, tremendamente influidos por el ex Roxy Music y el Krautrock alemán, les tocaba encontrar la canción definitiva por la que sería recordada esta etapa. Para ello Bowie y Eno llamaron a Robert Fripp quien con su Les Paul enchufada a un Hiwatt con un pedal fuzz ayudó a crear el mayor himno de la carrera de Bowie, la canción titular. Heroes es el disco más alemán de la 'trilogía berlinesa', con Bowie mostrando al mundo su amor por las bandas 'krautrock', llegando a nombrar una de sus canciones V-2 Schneider en homenaje al componente de Kraftwerk, Florian Schneider. Vuelven, como en Low, las dos partes diferenciadas, una primera más centrada en canciones más o menos convencionales (dentro de los términos de Bowie) y una segunda en la que da rienda suelta a su lado más innovador y exploratorio, con extraños pasajes instrumentales, aunque al final aparece The Secret Life of Arabia, una canción que apunta hacia otros territorios.
      

        

Scary Monsters (and Super Creeps) (1980)
 

Tras la trilogía berlinesa tocaba mudar de piel para una nueva reinvención y así apareció Scary Monsters (and Super Creeps), su decimocuarto disco de estudio, una obra con la que Bowie empezaba la década de los 80 en plena forma. El artista consigue uno de los mejores balances de su carrera entre su cara más artística y la más comercial, entre el explorador y el compositor de maravillosas canciones pop. Bowie se sentía bien, había superado muchas de sus adicciones y se había rejuvenecido al ver como dejaba su huella en la emergente Nueva Ola. Fripp vuelve a dejar su huella en canciones tan ásperas y angulares como It's No Game o la canción titular, e incluso Bowie se permite el lujo de contar con su adorado Pete Townshend en Because You're Young. Para rematar vuelve a rescatar al Mayor Tom en otra de sus canciones más recordadas, Ashes To Ashes.
      

          

Blackstar (2016)
 

Tras un retiro de diez años Bowie resurgió de sus cenizas en 2013 con The Next Day, un disco en el que hacía las paces con su brillante pasado, pero tras serle diagnosticado un cáncer en 2015 decidió volver a mirar al lugar que siempre le había fascinado más, el futuro. Blackstar ve a Bowie cerrar su brillante discografía con un disco arriesgado y maravilloso, en el que sus increíbles melodías se ven arropadas por un cuarteto jazz que le da una nueva sonoridad, entre percusiones hip hop y guiños a su propia muerte. La canción titular y Lazarus se encuentran entre lo más granado de su repertorio, pero el final con Dollar Days y I Can't Give Everything Away es absolutamente arrebatador, con Ben Monder brillando a la guitarra, recordando en la primera a Mick Ronson y en la segunda a Robert Fripp, al final el artista se despide de todos nosotros con una de las cumbres de su brillante carrera.
       

          

Otros 5 discos imprescindibles: 


The Man Who Sold The World (1970)
 

Young Americans (1975)
 

Lodger (1979)
 

Let's Dance (1982)
 

The Next Day (2013)