Joni Mitchell, canciones inmortales en acordes raros

Por Sergio Ariza

Joni Mitchell forma, junto a Bob Dylan y Leonard Cohen, la Santísima Trinidad de los grandes cantautores del Siglo XX, pero, parafraseando a David Crosby, podríamos decir que Joni es tan buena poeta como cualquiera de ellos y mucho mejor música, y es que la forma de tocar la guitarra de Mitchell, utilizando más de 50 distintas afinaciones distintas y esos acordes que ella misma ha bautizado como “los acordes raros de Joni”, hacen de su música algo mucho más personal, sofisticado y único.   

La artista vino al mundo un 7 de noviembre de 1943, bajo el nombre de Roberta Joan Anderson, en Canadá. Desde joven manifestó un gran interés por las artes, principalmente la pintura y la música, su primer instrumento fue un piano pero poco después comenzó a tomar lecciones de guitarra siguiendo el libro de Pete Seeger The Folksinger’s Guitar Guide, pero, tras haber pasado la polio de niña, no tenía mucha fuerza en su mano izquierda así que comenzó a utilizar afinaciones abiertas.
  

   

Al principio su repertorio se basaba en las afinaciones mayores abiertas que los viejos tipos de blues inventaron, un joven que había conocido en la escena folk de Toronto también las utilizaba, se trataba de Neil Young y se habían conocido poco antes, cuando Joni llegó a Toronto para hacerse un hueco como cantante folk. La escena era difícil ya que los más veteranos se iban quedando con las mejores canciones tradicionales, a pesar de no haberlas escrito ellos, por lo que la joven cantante comenzó a escribir las suyas propias, siendo la primera Day After Day.
   

En poco comenzaron a llegar las primeras maravillas como Urge for Going, una de las pocas canciones de su repertorio compuesta con una afinación normal, o The Circle Game, compuesta en respuesta al Sugar Mountain de Young, que pensaba que, con 21 años recién cumplidos, ya había perdido toda su juventud. En Urge For Going anhelaba salir de Canadá y conocer climas más cálidos, sin saber, que terminaría siendo para siempre asociada con California como la Reina coronada de la escena de Laurel Canyon.
   

Pero antes de eso, en abril de 1965, dejó Canadá por primera vez junto a Charles Scott "Chuck" Mitchell, otro aspirante a cantante folk, con el que se casaría poco después en Nueva York y del que cogería el apellido por el que siempre sería conocida. Se instalaron en Detroit donde Joni siguió desarrollando su estilo, basado en afinaciones alternativas, y donde, en una actuación en Fort Bragg, se encontraría con la guitarra que definiría su carrera, una Martin D-28 de 1956 que había estado en Vietnam y que había sido dañada por metralla. Su dueño, un capitán de los marines estadounidenses, se la regaló a Mitchell en 1966 y esa guitarra aparecería en todos sus discos hasta For The Roses. La cantante siempre la ha considerado la mejor que ha tenido, llegando a decir "no sé si la explosión hizo algo en los módulos de la madera, pero esa guitarra era una maravilla".
  

   

A principios de 1967 se divorció de Chuck Mitchell y se fue a vivir a Nueva York, allí se comenzó a correr la voz sobre su talento como compositora y guitarrista, aunque sería lo primero lo que la llevaría a la fama. De repente varios artistas comenzaron a grabar sus canciones, Tom Rush, George Hamilton IV, Dave Van Ronk, Buffy Sainte-Mary y, finalmente, la artista que la convertiría en un nombre popular, Judy Collins, cuya versión de Both Sides Now se convertiría en un éxito en 1967. Fue ese mismo año cuando David Crosby se la encontró tocando y le ofreció acompañarle a Los Ángeles donde le consiguió un contrato de grabación con Represe. Mitchell y Crosby comenzaron una relación que no acabó bien con Joni terminando harta de que el ex Byrds la presentase como su descubrimiento.
   

Aun así Crosby logró que la permitieran grabar un disco sin apenas ornamentos, con poco más que su voz y su guitarra. El resultado fue Song To A Seagull, un disco en el que Mitchell decidió no utilizar las muchas canciones que habían sido grabadas por otros, un disco que mostraba su enorme potencial, con grandes canciones como I Had A King o Marcie, pero que sería superado pronto.
  

   

Esa mejora vendría con Clouds, producido por ella misma y con una portada que es un autorretrato de la propia Joni. El disco ya muestra a una artista mucho más madura y sofisticada, conteniendo armonías sutiles y poco convencionales, además de repescar dos de las mejores canciones de su carrera, que ya habían sido éxitos para otras voces, Both Sides Now y Chelsea Morning. Lanzado en mayo de 1969 la convirtió en una figura de culto y en la imagen dorada de la chica hippie de California, algo que también tuvo que ver con su propio retrato, la chica de dorada melena y ojos claros sosteniendo una flor.
   

Así que, como no podía ser de otra forma, fue una de las invitadas al multitudinario concierto de Woodstock, pero su mánager la había conseguido un hueco en uno de los programas más importantes de la televisión estadounidense, el Show de Dick Cavett, para el día después de Woodstock y tras escuchar las noticias de las colas interminables y el caos que allí reinaba la convencieron para que no fuera. Allí sí que actuaron Crosby, Stills, Nash & Young (en su primer concierto juntos), el grupo en el que estaba su ex Crosby, su amigo Young, Stephen Stills (que había tocado en sus dos primeros discos y también lo haría en Blue y For The Roses) y Graham Nash, su actual pareja y uno de los grandes amores de su vida.
  

   

Su ausencia del festival la llevaría a componer una de las canciones más famosas de su carrera, Woodstock, que aparecería en su siguiente trabajo, Ladies Of The Canyon, su primera obra maestra, y que también tendría una versión enfocada al rock a cargo de Crosby, Stills, Nash & Young . Ladies Of The Canyon seguía anclado en el folk pero Joni se expandía musical y líricamente, añadiendo piezas al piano, como la maravillosa For Free o Willie, coros más típicos de grupos de chicas, como en la irresistible Big Yellow Taxi (que contiene su estribillo más redondo, “they paved paradise, and put on a parking lot”), armonías vocales complejas, como en la canción titular o el maravillos chelo de la barroca Rainy Night House. El disco fue un éxito y la convirtió en una estrella, llevándola a ser una de las cabezas de cartel del Festival de Wight de 1970. Era la reina de Laurel Canyon y de su sonido pero Joni se revolvió contra todo eso y decidió mandarlo a paseo. Se retiró de los escenarios durante un año, se marchó a viajar por Europa y rompió su relación con Graham Nash.
 

Muchas de las mejores canciones de su carrera se escribieron durante ese viaje, cosas como la infecciosa Carey o California, de vuelta comenzó una relación con el cantautor James Taylor, entonces casi desconocido, y de ella también surgirían otras barbaridades como All I Want o Blue, la canción que iba a dar nombre al mejor disco de toda su carrera, y una de las obras fundamentales en cualquier colección melómana que se precie.
 

En el sonido de ese disco habría otro elemento fundamental y es que Joni se había hecho con un dulcimer y había aprendido a tocarlo, apareciendo y dando el toque distintivo a canciones tan irresistibles como All I Want, Carey, California (donde, además del dulcimer, suenan la guitarra de James Taylor y el inconfundible pedal steel de Sneaky Pete Kleinow) y A Case of You, otra de las canciones fundamentales de su carrera.
  

   

Y es que en Blue no se guardó nada para sí misma, abriéndose como pocas veces lo ha hecho un artista, ya sea femenino o masculino, haciendo que un asombrado Kris Kristofferson, tras escuchar el disco, le dijera a la canadiense “por Dios Joni, guarda algo para ti misma”. Y es que Blue es la cima de los discos confesionales en los que un cantante decide enseñar hasta la cicatriz más pequeña de su alma.
 

El disco fue otro gran éxito comercial lo que la llevó a volver a la carretera, donde presentó varias de las canciones que iban a aparecer en su siguiente obra, For The Roses, un disco de transición entre su periodo folk y el más sofisticado y jazzie que iba a inaugurar Court And Spark. En For The Roses comenzaron a aparecer muchos más instrumentos para los que Mitchell se hizo con algunos de los mejores músicos de sesión del mundo, como el mismísimo James Burton o Russ Kunkel a la batería. La canción más recordada de aquel disco era la deliciosa You Turn Me On I’m A Radio, que compuso irónicamente ante las peticiones de su compañía para que escribiera una canción de éxito.
   

    

Pero fue con su siguiente disco, Court And Spark, con el que rompió todas las barreras estilísticas, mezclando el folk de sus orígenes con pop, country , rock y, principalmente, jazz, el estilo hacia el que girará en breve, como se puede apreciar en el final de este disco con los ambientes ‘noir’ de Trouble Child y su magnífica versión del Twisted de Annie Ross, que se encontraba en el disco que se había aprendido de memoria de joven, The Hottest New Group in Jazz de Lambert, Hendricks & Ross.
   

Allí estaban Help Me (con solo final del legendario guitarrista de estudio Larry Carlton), Free Man In Paris, Down To You o Raised On Robbery, con acompañamiento de Robbie Robertson de The Band. Fue la cumbre comercial de su carrera, subiendo al número 2 de las listas de EEUU y dando paso al disco en directo Miles Of Aisles, acompañada por la banda de jazz fusión L.A. Express, que también alcanzaría a ese puesto.
     

    

Poco después se uniría a Bob Dylan en su gira de la Rolling Thunder Revue y aparecería en el concierto de despedida de The Band, The Last Waltz, tocando Coyote. En esa época aparecerían también sus dos últimas grandes obras, The Hissing of Summer Lawns, en 1975, y Hejira, en 1976, donde está acompañada por el bajo sin trastes de Jaco Pastorius, dejando claro que Mitchell se decantaba por una fase mucho más experimental y sofisticada.
   

Sus acordes raros siguieron dando pie a melodías cada vez más enrevesadas y complejas, llegando a codearse con luminarias jazz como Charles Mingus o Pat Metheny, pero Joni siguió experimentando con su música hasta que decidió parar del todo. Posiblemente ya no le quedaba otro camino que repetirse, y eso es algo que nunca ha soportado.
   

En definitiva ¿qué podemos decir de una compositora de la que se han surtido voces tan distintas y geniales como Prince y Frank Sinatra, Bob Dylan y Led Zeppelin, Sufjan Stevens y los Byrds, Herbie Hancock y Dolly Parton, Fairport Convention y Hole, Lana del Rey y Björk, Leonard Cohen y Elvis Costello? Pues que mientras sus compañeros cantaban sobre la época o el momento, mirando hacia fuera, ella decidió poner una lupa hacia lo más profundo de su esencia, desnudándose emocionalmente con una valentía nunca antes vista. Eso es lo que le da una resonancia a su catálogo tan importante y es que, parafraseando a la misma autora, podríamos beber una maleta llena de Joni y aun así seguir de pie… Y con ganas de más.
   

Galería de fotos

© facebook.com/jonimitchell