El funk visto por un rey del blues

Por Sergio Ariza

Freddie King estaba viviendo una segunda edad de oro a nivel artístico a comienzos de los 70 pero la compañía donde estaba grabando, Shelter Records, quebró, así que; a pesar de que su popularidad entre el público blanco era mayor que nunca, con King yéndose de gira con el grupo favorito de Homer Simpson, Grand Funk Railroad (y estos nombrándole en su canción más popular, We're An American Band); el guitarrista estaba sin compañía. Sin pensárselo dos veces Eric Clapton, uno de su alumnos más destacados, decidió ficharle para su recién creada compañía, RSO Records, y Burglar fue el primer resultado de esa colaboración.  

  

Es un disco muy de su época con King demostrando que ha estado escuchando a Sly & The Family Stone y demás gigantes del funk. El productor Mike Vernon sabe rodearle de una gran banda de músicos, con el gran Steve Ferrone a la batería, y King sigue demostrando que es uno de los guitarristas blues más fabulosos de todos los tiempos, sacando oro de su Gibson ES-345, una guitarra a la que se homenajea en el dibujo de portada (aunque hay quien piensa que el dibujante no había visto una 345 en su vida...).
    

El disco no puede tener un inicio mejor que Pack It Up, uno de los grandes temas de su carrera. Se trata de una bomba funk en la que los vientos de la banda británica Gonzalez, puntúan la excelente interpretación vocal de King. Todo ello sin olvidarnos de un solo de guitarra en el que demuestra lo sucio y picante que puede llegar a ser el blues. My Credit Didn't Go Through confirma que estamos ante un inicio que es puro funk, aunque sazonado por la picante guitarra de King, este tema seguro que pondría una enorme sonrisa en la boca de Sly Stone.
   

   

Puede que fuera el amor de Clapton por J.J. Cale lo que le llevara a grabar una versión de I Got The Same Old Blues, pero el resultado es puro Freddie King, una canción en la que vuelve a lucirse a las seis cuerdas sin olvidarse de demostrar la barbaridad de cantante de la que estamos hablando. Los puristas blues encontrarán más apetecible la ardiente Only getting Second Best, un blues a fuego lento.
    

Sugar Sweet
es una de las canciones más destacadas del disco, aunque solo sea por escuchar a King con su fan número uno, el mismísimo Clapton al que se le nota encantado de estar intercambiando notas con uno de sus ídolos. Aun así, I Had A Dream es todavía mejor, una versión de una canción de Isaac Hayes y David Porter para Johnnie Taylor, en la que King derrocha alma en cada nota cantada y tocada.
  

   

El disco se cierra con otra versión, en este caso del clásico de Earl King, Come On (Let the Good Times Roll), no es tan incendiaria como la de Jimi Hendrix pero King sabe llevársela a terrenos más calmados y soul, con vientos y coros femeninos.
   

Es un buen cierre para un disco notable, quizás no el más representativo de su carrera, al fin y al cabo es un trabajo blues funk, pero sí uno de los mejores. Un disco que demuestra que el más joven de los reyes del blues estaba en plena forma artística poco antes de que su excesivo estilo de vida hiciera que su cuerpo dijera basta antes de cumplir los 43 años de edad.   

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