La fulgurante aparición de Ronson

Por Sergio Ariza

The Man Who Sold The World es un disco muy importante en la carrera de David Bowie. Este es el disco en el que deja atrás al trovador hippie y al cantautor psicodélico de Space Oddity y el inicio del camino que llevará a la aparición del andrógino alienígena Ziggy Stardust, las señales ya están aquí desde la ambigua portada en la que aparece posando con un vestido hasta, mucho más importante, la aparición del futuro capitán de las Arañas de Marte, Mick Ronson, y sus poderosos guitarrazos.    

Bowie había probado por primera vez el éxito en 1969 con la aparición del sencillo Space Oddity, pero el disco de acompañamiento no tuvo la misma suerte y el cantante comenzó a temer que su carrera se podría quedar en la de un 'one hit wonder'. Así que decidió formar un grupo, The Hype, junto a su colaborador y amigo Tony Visconti al bajo y el batería John Cambridge. Pero Bowie estaba buscando endurecer su sonido y para ello buscaba a su propio Jeff Beck, un as de la guitarra. Este apareció bajo el nombre de Mick Ronson y pasó la prueba con nota en la regrabación de Memory of a Free Festival, de su anterior disco, que fue lanzada como sencillo.
   

   

Bowie estaba tan contento con su nuevo guitarrista que se deshizo de Cambridge, a sugerencia de Ronson, y fichó al amigo de este Mick Woodmansey. Con dos futuras Arañas de Marte en el equipo, Bowie dejó a un lado a The Hype y se puso a grabar su siguiente disco en solitario. Pero la grabación del mismo se iba a ver afectada por el reciente casamiento de Bowie con Angela (Angie) Burnett. Bowie estaba más atento a su flamante nueva mujer y a su búsqueda de un mánager que al disco, así que Visconti y Ronson fueron muy responsables del sonido del mismo, tendiendo hacia algunas de las cosas que más les gustaban, cercanas al hard rock y al blues rock como Cream, Led Zeppelin o The Jeff Beck Group, haciendo de este el disco con más garra rock de la carrera de Bowie.
     

Eso no quita para que el disco lleve su sello personal desde el minuto uno, con varias de sus mejores composiciones, sus increíbles melodías o sus particulares progresiones de acordes. Baste como ejemplo la maravillosa The Width of a Circle con la que se abría el disco, una pieza épica en la que Bowie comienza a sacar partido de su excelente nuevo guitarrista, cuya Les Paul Custom “Black Beauty” del 68 es una de las grandes protagonistas del disco. Con más de ocho minutos y algunos magistrales riffs y solos es la canción más cercana al espíritu progresivo de la época, eso sí, esa suciedad propia de Ronson también adelanta el punk.
   

    

All The Madmen
es otra maravilla en la que la acústica de Bowie, posiblemente su Hagstrom de 12 cuerdas, se mezcla a la perfección con la Les Paul de Ronson. La canción tocaba un tema muy personal para Bowie, la esquizofrenia de su hermano Terry Burns. Black Country Rock es lo más parecido que ha sonado nunca a Led Zeppelin, con un Ronson encendido, aunque vocalmente al que termina imitando/parodiando es a su amigo Marc Bolan, sobre todo en la parte final de la canción. Mientras que After All es una de las canciones más extrañas del disco, un vals siniestro en el que Nietzsche y Aleister Crowley se dan la mano, adelantándose unos años al rock gótico.
    

La segunda cara se abría con Running Gun Blues demostrando el enorme cambio sufrido por la música de Bowie tras la incorporación de Ronson, la canción comienza con Bowie únicamente acompañado por su acústica, hasta que a los 40 segundos entra todo el grupo como un elefante en una cacharrería. No era una exageración, Bowie había encontrado a su Jeff Beck particular, con Ronson pasándoselo en grande con el slide. Saviour Machine es puro Bowie, una especie de pieza de cabaret mezclada con la guitarra hard rock de un Ronson que vuelve a lucirse. She Shook Me Cold es de las canciones en las que más se nota la mano de Ronson y Visconti, con algunos de los sonidos más duros de la carrera de Bowie, y Ronson demostrando que está a la altura de Page y Beck, aunque en este solo en particular suena al Clapton de Cream.
   

    

Pero las dos mejores canciones de la segunda cara, y de todo el disco si les sumamos The Width Of A Circle, llegan al final con la titular y The Supermen. La primera, una de las grandes canciones de la carrera de Bowie, está construida sobre un gran riff de Ronson y contenía una críptica y enigmática letra (la cantante Lulu, que tuvo un gran éxito con una versión de la misma en 1974, reconocía que no tenía ni idea qué iba la letra) que volvería a hacerse popular cuando Nirvana decidió incluir una versión de la misma en su MTV Unplugged. En The Supermen volvía a aparecer la sombra de los escritos de Nietzsche mezclada con el terror de Lovecraft. Esta vez el amenazante riff no salió de Ronson sino del mismísimo Jimmy Page que lo hizo mientras tocaba en una de las primeras grabaciones de Bowie con los Mannish Boys, I Pity The Fool.
      

Así terminaba un disco que ponía los cimientos para el sonido de Ziggy Starsdust y las Arañas de Marte, Bowie se iba encontrando a sí mismo, los primeros ingredientes de la fórmula ya estaban aquí, luego llegarían las maravillosas baladas espaciales de Hunky Dory y cuando los mezclara en Ziggy, Bowie estaría preparado para convertirse en la estrella definitiva de los años 70.
    

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