El broche perfecto para su carrera
Por Sergio Ariza
El duodécimo, y último, disco de George Harrison, Brainwashed, salió al mercado en noviembre de 2002, casi un año
después de su muerte. A pesar de que se comenzó a grabar más de una década
antes de su publicación fue finalizado por su hijo Dhani y su amigo (y Travelling Wilbury) Jeff Lynne después de su muerte. Lo que podría haber sido un disco
deslavazado y sin ningún interés, poco más que una colección de canciones para
rentabilizar el legado de un ex Beatle, fue, en realidad, uno de los mejores
discos de la carrera de Harrison. El punto final a la carrera de uno de los
músicos y compositores más importantes del siglo XX.
Las raíces de este disco se van muy lejos en
la carrera de Harrison, tras el éxito obtenido por Cloud Nine en 1987, producido por Lynne, llevó al guitarrista a
formar el supergrupo Travelling Wilburys
junto a Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty y el mencionado Lynne, con los que terminaría grabando
dos discos. Pero tras una gira por Japón en 1991, de la que saldría un disco en
directo, Harrison se apartó de los focos y solo volvió para participar en el Anthology de los Beatles. Seguía componiendo y acumulando canciones pero no estaba
muy seguro de qué hacer con ellas, hasta que una terrible noticia le impulsó a
volver al estudio de grabación.
En 1997 le fue diagnosticado un cáncer de
garganta y Harrison decidió combatirlo quitando el polvo de encima a las
Stratos y demás viejas amigas. Llamó a Lynne y resolvió que iba a grabar un
nuevo disco, entre las canciones que barajaba había algunas que se remontaban a
los tiempos de All Things Must Pass,
como Rockin' Chair in Hawaii, y otras
a los tiempos de Cloud Nine, como Any Road, una canción que había
compuesto durante el rodaje del vídeo para This
Is Love. Pero las dificultades seguían llegando y en 1999 sufrió un ataque,
recibiendo varias cuchilladas, por parte de un hombre que sufría esquizofrenia.
Pero Harrison siguió adelante y comenzó a compartir información sobre cómo quería
que fuera el disco con su hijo Dhani, algo que se probaría especialmente
valioso en el futuro. Y es que en 2001 el cáncer volvió a propagarse por su
cuerpo y terminó acabando con él, muriendo como consecuencia de ello el 29 de
noviembre de 2001.
Fueron Lynne y Dhani Harrison los que se
quedaron encargados de terminar el disco, pero fueron fieles a las indicaciones
de George y el resultado final se puede considerar su mejor trabajo desde el
lejano Living in the Material World.
Un disco en el que se puede disfrutar de algunos de los mejores momentos de
Harrison al slide, del que se había convertido en un maestro absoluto, como se
puede comprobar con uno de sus hallazgos más importantes, la increíble Marwa Blues en la que hay dos pistas
distintas de slide grabadas por Harrison que hacen una suma perfecta de su
carrera, con guiños a la música india y al sitar incluidos. Pero también hay
espacio para gemas escritas por él como Any
Day, Stuck Inside A Cloud (imposible no emocionarse cuando se le escucha
cantar: "Desearía tener un respuesta
que darte, pero ni siquiera tengo lo cura"/"I wish I had the answer
to give, don't even have the cure") o Rising Sun, además de su interesante versión del estándar Between the Devil and the Deep Blue Sea,
con George al ukelele y Jools Holland
al piano.
En definitiva, un disco notable que no suena
para nada como un disco incompleto, a pesar de que su etiqueta como disco
póstumo. Brainwashed tiene un sitio
de privilegio en la colección de cualquier amante de la música de Harrison y es
que no es otra cosa que el broche perfecto de la misma.