Wild (2016)

Joanne Shaw Taylor

Una guitarra con ojos de mujer  

Dave Stewart
acertó cuando vio en aquella jovencita una gran guitarrista a punto de explotar y se la llevó de gira. El blues corría a raudales por sus venas de sangre británica. A sus 16 años, Joanne Shaw Taylor empezaba una carrera que aún sigue perfilando en su quinto disco, Wild, dos décadas después. Entre Bonnie Raitt y Jeff Buckley, su estilo se decanta en 2016 en una mixtura en la que el rock’n’roll con ojos de mujer tiene mucho que decir.


Joanne, de hecho, nunca se ha considerado estrictamente una artista de blues, pese a reconocer que es una de sus mayores influencias y que de niña escuchaba a Robert Johnson. En el altar de sus ídolos destaca, por supuesto, el gran Stevie Ray Vaughan, inevitable referencia en casi todos los grandes guitarristas, pero también Free, Paul Kossoff, Gary Moore, Clapton… Asegura que no pretende ni crear escuela ni abrir fronteras, sólo hacerlo bien y disfrutar como escritora de canciones, pasar a la historia de la música como cantautora. Sólo eso. No quiere ser simplemente “la nueva cara del blues”. Por muy bonita que la tenga.



Quiera o no, Joanne Shaw Taylor está destinada también a encabezar más de una página en las enciclopedias de las seis cuerdas. Su guitarra es la esencia de sus canciones, la que les da la fuerza que ella dice haber encontrado en una Les Paul de los 60, “grande, pesada, con un sonido dominante, como a mí me gusta”. Así la describía en una entrevista hace tres años para promocionar su primer disco en directo, Songs From The Road.


Ella, en realidad, era -y lo sigue siendo- una ‘chica Fender’ que cambiaba entre la Telecaster y la Strat según la canción y su estado de ánimo. Su argumento era el habitual: eran más ‘flexibles’ y versátiles que las ‘aparatosas’ Gibson. A medida que fue creciendo tanto en edad como en técnica, Taylor aprendió lo suficiente para atreverse con ellas. Las necesitaba para sus nuevos temas en clave de rock.

Su niña bonita, sin embargo, es una Telecaster 1966 Esquire que prácticamente no se descolgó durante diez años… hasta que, como marca la tradición de los grandes guitarristas, los empleados de un aeropuerto casi se la destrozan y decidió no volver a sacarla de Reino Unido. Ni siquiera cuando se traslada a Detroit, su base de operaciones made in USA.




En Wild, Taylor quería arriesgar, abrir una nueva etapa en la que mostrarse sin complejos, dejar de ser sólo una promesa del blues y convertirse en una realidad de la Guitarra en su sentido más amplio y con mayúsculas. Pero sin perder la esencia de sus raíces. La clave parece estar en haber elegido un productor, Kevin Shirley, que ha puesto a su servicio su experiencia con Joe Bonamassa.


Un coro soul es el elemento que une el eléctrico arranque de Dyin’ To Know y Ready To Roll con la melódica Wild Is the Wind, el piano de Leon Russell en My Hearts Got A… hasta desaparecer en una maravillosa y enigmática versión del Summertime de Gershwin en la que, sea con una Les Paul o con su querida Esquire, la belleza de su guitarra cierra un disco de auténtico lujo.


(Imágenes: ©Bob Marquart & ©KFoto71 desde flickr)

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