Reevaluando el principio del fin
Por Sergio Ariza
Parece que 2021 va a ser el año de Let It Be, este viernes se presenta la edición especial y Deluxe; que sigue a las de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (2017), The BEATLES (mejor conocido como el Doble Blanco) (2018) y Abbey Road (2019); y el 25 de noviembre llegará el esperadísimo documental de Peter Jackson The Beatles: Get Back con el que se intentará ver desde otro prisma estas sesiones que han quedado marcadas como el testimonio audiovisual del final de la banda. Y es que Let It Be es uno de los discos más problemáticos de los Beatles, a pesar de estar grabado antes que Abbey Road (la gran mayoría) no apareció hasta después de ese y, cuando finalmente lo hizo, la banda acababa de hacer oficial su separación. No es, ni mucho menos, el mejor trabajo de la banda, pero sí totalmente fascinante y lleno de grandes canciones.
Habrá que empezar por poner en contexto como se creó y cuál fue su origen. De primeras habrá que hablar que la grabación del Doble Blanco había traído las primeras peleas a la banda, con Ringo Starr llegando a dejar el grupo durante sus sesiones, pero su descomunal éxito, así como el del sencillo Hey Jude, habían demostrado que la popularidad de la banda seguía situándose por encima de cualquier otra. Tras ser lanzado el 22 de noviembre de 1968, cada uno de los Beatles siguió a lo suyo, George Harrison se fue a Nueva York con Bob Dylan y The Band, John Lennon comenzó a inyectarse heroína junto a Yoko Ono, mientras que Paul McCartney ya planeaba el siguiente paso de una banda de la que se había hecho cargo desde la muerte de Brian Epstein.
La idea de McCartney fue la siguiente, después de varios años sin tocar y centrándose exclusivamente en el estudio, iba a inyectar nuevas energías a los Beatles haciendo que estos ensayarán su nuevo disco en directo, sin meter 'overdubs', volviendo a sus raíces como banda, y presentando el mismo en un concierto en un lugar exótico, pudiendo servir de inicio para la primera gira de la banda en tres años. La idea se presentó y fue aprobada, Lennon en particular estaba excitado por volver a tocar y hasta ofreció alguna descabellada idea, como la de meter a los Beatles en un crucero con miles de fans e irse a tocar a algún anfiteatro romano.
El caso es que el 2 de enero se presentaron en los estudios de cine de Twickenham, un lugar elegido para que las cámaras y el equipo de grabación fílmico pudieran rodar sin problemas. Pero el primer problema vino ahí, como lugar para hacer música era frío y poco acogedor, además las relaciones seguían un poco tirantes. McCartney seguía diciéndole a todo el mundo cómo debía tocar, Lennon estaba más pendiente de Yoko que de la banda y su incursión en la heroína había afectado a su capacidad compositiva, mientras que Harrison echaba de menos a Dylan y The Band y veía como un suplicio las imposiciones de Paul y, peor aún, las pocas ganas de John de trabajar en sus canciones (al contrario que Lennon, Harrison estaba floreciendo como compositor y había ido con un buen puñado de canciones a las sesiones). Ringo, por su parte, seguía siendo el pegamento que les unía y parecía un niño que ve como sus padres se pelean.
Aun así, los roces continuaron, como se puede ver en el famoso incidente entre McCartney y Harrison cuando este último, tras uno de esos momentos en los que Paul le decía cómo debía tocar en Two Of Us le dice "Tocaré... lo que quieras que toque, o no tocaré nada si no quieres que toque. Lo que sea que te complazca, lo haré". Esa es la razón por la que todo el mundo piensa que McCartney fue el responsable de la marcha de Harrison, pero fue una pelea con Lennon, que llegó a meterse con su habilidad como compositor, lo que hizo que Harrison decidiera dejar la banda el 10 de enero. La pelea entre los dos guitarristas, que habían sido los más unidos desde el 67, puede ser vista como una pelea de celos, Lennon los tenía del creciente caudal compositivo de Harrison, sobre todo en un momento en el que él no estaba particularmente inspirado, mientras que Harrison los tenía de Yoko, cuya relación con Lennon había roto su estrecha relación con él.
La cosa es que, normalmente, se le echa la culpa a McCartney por lo mal que fueron las cosas pero escuchando los audios de la época, se puede ver al bajista como el que intenta curar varias de las heridas. Cuando Lennon le propone fichar a Clapton como recambio de Harrison ("Es igual de bueno y no es un dolor de cabeza") es McCartney el que le dice que Harrison tiene que volver y cuando Harrison critica que Yoko esté siempre presente, es el que le dice que esta es la nueva realidad de Lennon y que hay que lidiar con ella. Esa implicación en la banda también se nota en que es el que más comentarios hace sobre cómo deberían sonar las canciones, no aceptando nunca una sugerencia ajena en las propias y, por el contrario, tratando de imponer su opinión en las ajenas.
El caso es que una vez conseguido que Harrison volviera, cambiando Twickenham por los estudios de Apple y descartando definitivamente lo de la actuación con público, las cosas mejoraron mucho. A ello también se debió la incorporación del teclista Billy Preston, también a propuesta de Harrison, con los Beatles volviendo a disfrutar de tocar juntos, como en esas 'jams' improvisadas en las que recurren a sus temas favoritos, canciones de rock & roll de los 50 de Little Richard, Elvis o Buddy Holly, o éxitos añejos de la Motown como el You've Really Got A Hold On Me de Smokey Robinson & The Miracles, del que ya hicieron una versión en su segundo disco, With The Beatles.
El material propio también fue mejorando y McCartney metió en la ecuación dos de las mejores canciones de su carrera, Let It Be y Get Back. La interpretación de esta última demuestra que la química de la banda había vuelto completamente, Ringo transforma totalmente la canción metiendo ese ritmo tan especial a la batería y Lennon vuelve a disfrutar al 100% de los Beatles con ese solo rockabilly en su querida Epiphone Casino.
Para cuando el 30 de enero se suben a la azotea del edificio de Apple para dar un concierto el grupo suena espectacular, a pesar de los años de inactividad. Pero el famoso concierto deja clara otra cosa que les abocaba al final, y es que en el concierto solo tocan canciones de Lennon y McCartney, dejando fuera cualquier aportación de Harrison (claro que también era el más opuesto al directo y se había perdido una semana de ensayos). El caso es que tres de las canciones tocadas son verdaderamente excepcionales, se trata de la mencionada Get Back de McCartney, el Don't Let Me Down de Lennon, en el que su voz y la de Paul vuelven a empastar como en los mejores tiempos, y I've Got A Feeling, otro gran tema roquero de McCartney, con una gran riff en la Telecaster de Harrison, al que se une una coda final a cargo de un Lennon, que disfruta como en los viejos tiempos, llegando a bromear al final "me gustaría dar las gracias en nombre del grupo y de nosotros mismos... espero que hayamos pasado la audición".
También se grabarían las versiones en el estudio de Let It Be, The Long And Winding Road o Two Of Us, además de repescar una de las canciones que Lennon había compuesto en la India, Across The Universe. También se presentaron varias de las canciones que terminarían en Abbey Road (en el documental de Let It Be se puede ver a Harrison ayudando a Ringo en la composición de Octopus's Garden), además de varias canciones que terminarían en los discos en solitario de sus miembros, como All Things Must Pass, Gimme Some Truth o Teddy Boy.
El caso es que una vez terminado nadie supo muy bien qué hacer con aquello, Get Back y Don't Let Me Down se publicaron como sencillo en abril de 1969 y luego le pasaron las cintas a Glyn Johns para sacar un disco y este les presentó una versión para su publicación en mayo de 1969 (una versión que ahora aparece por primera vez en la versión Deluxe) e incluso se llegó a hacer una foto para la portada en la que esa vuelta a las raíces se completaba del todo, con los Beatles posando en el mismo sitio y de la misma forma que en la portada de su primer LP Please Please Me, además de abrirse con One After 909, una vieja canción de Lennon y McCartney.
Pero el grupo ya estaba embarcado en la grabación de Abbey Road y se canceló su edición. En diciembre del 69 volvieron a él, nuevamente con Johns, el grupo se volvió a unir en enero de 1970, sin Lennon esta vez, para grabar una nueva versión del I Me Mine de Harrison y añadir nuevas cosas, como un magnífico solo de Harrison para el Let It Be de McCartney, pero se volvió a rechazar, al final Lennon, sin consultar a McCartney, le pasó las cintas a Phil Spector que metió arreglos orquestales para varias canciones, algo que molestaría sobremanera a McCartney, en especial los de The Long And Winding Road (en 2003 llegaría a publicar su propia versión del disco sin las aportaciones de Spector como Let It Be… Naked). Con los arreglos de Spector el disco saldría finalmente al mercado el 8 de mayo de 1970, habiéndose transformado de Get Back a Let It Be, y del disco que iba a insuflar nueva vida a los Beatles a su carta de defunción (McCartney había anunciado la separación de la banda al mundo un mes antes, el 8 de abril).
Visto ahora, sin la pesada carga emocional que tuvo en su momento, es un gran disco, inferior a su antecesor, el Doble Blanco, y a su predecesor, Abbey Road, pero aun así un disco sobresaliente. McCartney es el claro protagonista, entregando dos de sus mejores baladas de piano, una de las grandes especialidades de la casa, con la inmortal Let It Be y The Long And Winding Road, además de la folkie Two Of Us, volviendo a demostrar que su voz y la de Lennon juntas son insuperables, además de la potente I've Got A Feeling, donde prueba que es un cantante excepcional, además de la maravillosa Get Back. Lennon, por su parte, aporta la delicada delicia acústica, Across The Universe, pero también dos de las piezas más flojas del disco, Dig A Pony y One After 909, mientras que Harrison demuestra su enorme progreso con For You Blue, con un gran Lennon en una lap steel, y, sobre todo, la potente I Me Mine, con la que se refería a los problemas de egoísmo por parte de los dos líderes de la banda, Lennon y McCartney.
Es evidente que Abbey Road fue la verdadera despedida por la puerta grande de los cuatro de Liverpool pero Let It Be es un disco a reivindicar. Dentro de la discografía Beatle hay, por lo menos, seis discos mejores, eso sí, dentro de toda la música que se publicó en la espléndida década de los 70, en la que finalmente se publicó, no hay 80, siendo muy generosos, que se le puedan comparar.