Completando el póker de obras maestras

Por Sergio Ariza

En su momento se habló más de In Rainbows por su revolucionaria forma de pago, se puso a disposición su descarga digital con un "paga lo que quieras", que por su contenido pero el séptimo disco de estudio de Radiohead es una de las cimas de una carrera que ya tenía otras tres obras maestras (The Bends, de 1995, OK Computer, de 1997, y Kid A, del 2000). La banda británica lograba conjugar lo mejor de toda su carrera en un disco en el que los valientes experimentadores de Kid A se mezclaban con la banda de rock de The Bends. El resultado final era el disco con el que completaban su póker de obras maestras.   

In Rainbows
llegó tras un parón de cuatro años, el mayor de toda su carrera, desde el notable, pero indulgente, Hail To The Thief. La banda había acabado su contrato con una multinacional y decidió empezar a trabajar en su disco sin el apoyo de ninguna, desde su propia independencia, eso les quitó plazos de entrega e hizo que se lo tomaran todo con más calma. Las primeras sesiones fueron infructuosas y hasta se pensó en dar por finalizada la banda, pero la vuelta a los escenarios y la de su querido Nigel Godrich a la producción les puso las pilas definitivamente.
   

    

Thom Yorke
decide olvidarse de la política y la banda entrega uno de sus discos más personales, buscando equilibrar su parte más tecnológica con la de una banda volviendo a disfrutar de estar tocando en directo. Además deciden entregar un disco mucho más conciso y cohesionado que Hail To The Thief, cercano al ideal de siempre del disco como obra de arte dentro de la historia del rock.
   

Esta vez no hay relleno, ni ideas sin terminar, sus 10 canciones son increíbles, desde el increíble inicio con 15 Step, en el que se combina de forma magistral la percusión electrónica con unas notas de guitarra que podría haber firmado el Johnny Marr de los Smiths, hasta el final con la devastadora Videotape. El disco fluye de manera increíble, demostrando que Radiohead todavía eran capaces de firmar melodías increíbles y hacerlas sonar totalmente propias, siendo el disco que mejor conjuga todas las facetas de su carrera.
   

    

El inicio nos da la clave del disco, una percusión electrónica y desafiante, propia de los tiempos de Kid A, da paso, poco a poco, a los miembros de la banda y trayendo la calidez de un grupo tocando en directo, primero la voz de Thom Yorke, luego la batería de Phil Selway que se une a la percusión, es el turno de la melancólica guitarra de Jonny Greenwood (con su clásica Telecaster Plus) y finalmente el resto de la banda, con un Colin Greenwood verdaderamente espectacular al bajo.
    

Bodysnatchers
comienza con la distorsionada Gibson SG de Yorke, Radiohead vuelven a sonar cortantes y furiosos como en los mejores tiempos de The Bends, algo que se nota más cuando entra la Telecaster Plus de Greenwood totalmente fuera de control. Nude es sencillamente devastadora y cuenta con otro excelente bajo del mayor de los Greenwood y el maravilloso falsete de Yorke, podría pasar por la prima, pero todavía más fascinante, de Pyramid Song.
   

    

La batería de Selway abre la magistral Weird Fishes/Arpeggi en la que la Gibson 335 de Ed O’Brien, la Telecaster Plus del menor de los Greenwood y la Jazzmaster de Yorke se enlazan en esos arpegios que le dan título, su maravillosa y zigzagueante melodía hace el resto. La primera cara se cierra con All I Need en la que vuelven a combinar magistralmente sus toques electrónicos con un sentimiento mucho más humano.
     

Una suave guitarra acústica abría Faust Arp y la segunda cara, luego una maravillosa sección de cuerdas, cortesía de Jonny Greenwood, entra para acompañar a la preciosa voz de Yorke. Y luego llega una de las joyas de la corona, Reckoner, que comienza sobre una ágil percusión y Yorke tratando de canalizar a John Frusciante con su Gibson SG Cherry Red del 64. Luego entra un piano y el bajo de Colin Greenwood, mientras Yorke sigue sacando brillo a su bonito falsete. Entonces la canción se para, quedando solo la voz de Yorke y unas armonías vocales, entonces entra una preciosa sección orquestal arreglada por Jonny Greenwood que le da una especie de grandeza a lo Pet Sounds, luego vuelve la percusión y las cuerdas se quedan allí, es un momento verdaderamente bello y único, dando la razón al menor de los Greenwood cuando dijo que "fue cuando grabamos 'Reckoner' cuando sentimos que habíamos conseguido algo especial".
   

    

House Of Cards
conseguía que Radiohead sonara sexy (“I don’t wanna be your friend, I just wanna be your lover”) mientras que Jigsaw Falling Into Place resumía la esencia de la banda en poco más de cuatro minutos. Al final llegaba Videotape, una de esas canciones que la banda tenía desde hace mucho tiempo pero no sabía qué hacer con ella. En este caso la melodía había estado ahí desde los tiempos de la gira de OK Computer pero nunca habían dado con la tecla adecuada hasta que Jonny Greenwood y Godrich la despojaron de todo lo innecesario y la convirtieron en una inquietante balada de piano.
    

Era el cierre perfecto para el disco más humano de su discografía, el mismo con el que volvieron a sacudir la industria, no tanto por sus innovaciones formales como por la forma en la que lo pusieron al alcance de sus fans, en su página web con la revolucionaria forma de “pague lo que quiera” (incluida la posibilidad de descargárselo gratis). La cosa es que, a pesar de todo, volvieron a lo más alto de las listas de discos y salieron triunfantes de su desafío a la industria.
   

Aunque es evidente que In Ranbows no tuvo el mismo impacto cultural que tuvieron OK Computer y Kid A antes que él, canción por canción, está ahí arriba con ellos. Tras 10 años metiéndose cada vez más en la fría era digital, In Rainbows sonaba como un bienvenido rayo de sol humano que conseguía derretir su helada coraza tecnológica, todo ello sin renunciar a todos los avances conseguidos hasta el momento.
   

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