Es solo rock & roll (con maquillaje) pero nos gusta

Por Sergio Ariza

Marc Bolan había sido mod, hippie, trovador folkie y muchas cosas más, pero, a punto de cumplir los 24 años, lo único que tenía claro es que iba a ser una estrella. En sus mínimos 165 centímetros se encerraba un ego gigante y una confianza ciega en sí mismo, así que cuando en enero de 1971 Ride A White Swan subió al número dos de las listas supo que ese era su año. Hacía poco que había cambiado su guitarra acústica por una Les Paul y estaba dispuesto a conquistar al mundo con ella. Su nueva reinvención como guerrero eléctrico del rock & roll iba a dar paso al Glam Rock e iba a convertir a su banda, T. Rex, en lo más cercano a la Beatlemanía que había tenido el Reino Unido.    

     

Esa banda era en realidad casi nueva, Bolan había sacado cuatro disco bajo el nombre de Tyrannosaurus Rex, con el único acompañamiento de la percusión, en los primeros tres se hacía cargo Steve Peregrin Took y en el cuarto, Mickey Finn. Con este a bordo había sacado otro disco, titulado simplemente T. Rex, en el que acortaba el nombre de la banda y enchufaba su guitarra. Tras el éxito de Ride A White Swan Bolan y su amigo y productor Tony Visconti llamaron al bajista Steve Currie y al batería Bill Legend, pero, sobre todo, metieron las inconfundibles voces de Howard Kaylan y Mark Volman, ex de los Turtles, conocidos como Flo & Eddie, nacía el boogie de Bolan.
   

Lo primero que grabaron juntos fue Hot Love, un pelotazo que subió a lo más alto de las listas. Como no podía ser menos el éxito estimuló la creatividad de Bolan y en poco tiempo compuso su mejor colección de canciones hasta la fecha, dispuesto a grabar un disco a la altura de su propio ego. Si el rock and roll había perdido la efervescencia de sus inicios y las ganas de divertirse, Bolan y sus T. Rex la iban a traer de vuelta y Electric Warrior, que así se llamaría el disco, sería el detonante.
    

     

La apertura del disco no engañaba, un 'groove' lento pero irresistible de guitarra, bajo y batería, y sobre él la voz susurrada de Bolan, al poco entran los coros de los fundamentales Flo & Eddie. Luego Bolan mete un par de sencillos riffs con la guitarra y comienza a lanzar esos suspiros y gritos que hacen que de igual sobre lo que esté cantando, todo suena sucio y dulce, como el mejor sexo.   

Y es que Bolan había cambiado a los unicornios y a Tolkien por reinas planetarias, bailarines cósmicos, sombreros de terciopelo, casas en el océano, pezones de estrella de diamante, lunas bebop, soles de mambo, brujas y soldados eléctricos, puros disparates sinsentido que sonaban a poesía cuando salían de su boca. El disco es irresistible y lo es no solo por esas irrefrenables invitaciones a pasárselo bien, guiadas por el famoso boogie de Bolan, sino porque están perfectamente contrapuestas con sus maravillosas baladas acústicas, esos medios tiempos a los que Tony Visconti añadía lujosas secciones de cuerda que sonaban como si Bolan estuviera abriéndose de par en par.
    

     

La mejor de todas ellas aparecía en la segunda posición, la hermosa Cosmic Dancer, en la que Bolan dejaba claro que siempre había sabido que iba a ser una estrella: “Salí bailando fuera del útero ¿Es extraño bailar tan pronto?” Una guitarra al revés adorna la parte final junto a los coros de Flo & Eddie. El ritmo regresa con Jeepster, otro de sus grandes éxitos, otra desenfrenada invitación al baile y, posiblemente, a algo más. Monolith se abre con Bolan a la guitarra, es un ritmo pausado y machacón, perfecto para su susurro lascivo y los coros de Flo & Eddie, es una de las canciones donde más se suelta con la Les Paul, utilizando el wah. La primera cara se cierra con Lean Woman Blues, que no es sino eso, un blues que suena a sexo por todas las partes, incluido su solo de guitarra doblado.
   

Luego aparece la CANCIÓN, Get It On, un riff irresistible, una melodía contagiosa y un estribillo imparable, todos los elementos de un éxito, coloreados por una voz lasciva y ladina. Nunca aporrear un gong sonó tan obsceno y divertido como en esta maravilla que le dio su segundo número uno en el Reino Unido y se coló entre las diez primeras en EEUU, rebautizada eso sí como Bang A Gong. Planet Queen vuelve a utilizar a la perfección los coros de Flo & Eddie, junto a un estribillo irresistible. Luego llega la segunda maravilla acústica, Girl, la producción de Visconti vuelve a ser magnífica, dándole el contrapunto perfecto a la melodía de Bolan con el fiscorno. Luego regresa el boogie de Bolan con The Motivator, nuevamente rodeado de un excelente arreglo de cuerdas, Flo & Eddie y una guitarra llena de fuzz y wah. En Life's A Gas parece como si Bolan fuera capaz de robarte el corazón con cada palabra cantada, mientras que en Rip Off lo que intenta es directamente arrancártelo, con una fuerza vocal tremenda. Para añadirle más intensidad Visconti mete el saxofón de Ian McDonald que funciona a la perfección.
    

     

En su tiempo se le minusvaloró como simple fenómeno de quinceañeras pero cuando el rock & roll es así de divertido es sencillamente, imparable. 50 años después su huella se ha dejado sentir en artistas de todo tipo, Get It On sirvió a la vez de inspiración para la roquera Cigarettes & Alcohol de Oasis y para la popera Cream de Prince, la huella de Electric Warrior se puede sentir en su amigo Bowie y su Ziggy Stardust (Lady Stardust era una canción sobre Bolan), pero también en Paul Weller, los Smiths o los Pixies.
    

Marc Bolan volvió a recuperar la simpleza y la diversión del primer rock & roll, le quitó todo el machismo con unas pocas gotas de purpurina, y lo convirtió, nuevamente, en algo sexy. John Lennon afirmaba que el Glam solo era "rock & roll con maquillaje" pero, como decían, los Stones, nos gusta.
    

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