Steve Jones, la mugre y la furia

Por Sergio Ariza

Para entender la importancia y el significado de Steve Jones y los Sex Pistols, pero también todos los malentendidos que hay a su alrededor, baste echar una ojeada a las listas británicas de sencillos de diciembre de 1976, el mismo mes en el que se convirtieron en estrellas, y también en los tipos más odiados del país. Vemos a artistas y grupos como Johnny Mathis, ABBA, Mike Oldfield, Electric Light Orchestra, Elton John, mientras que los títulos de las canciones que reinan en las listas son When A Child Is Born, Under The Moon Of Love, Somebody To Love o Love Me, nada especialmente peligroso o anárquico, nada que pueda cabrear al 'establishment', representado por el periodista Bill Grundy, que el 1 de diciembre se entera de que Queen van a ser sustituidos por los Sex Pistols, un grupo del que nadie fuera de los círculos más enterados, ni mucho menos Grundy, ha oído hablar todavía en Reino Unido.   

Lo que sucedió allí fue la mayor estratagema publicitaria en la historia de la música rock y fue pura casualidad, aunque tiempo después Malcolm McLaren, el mánager de la banda, quisiera apuntarse el tanto. Lo que ocurrió fue que un grupo de chavales decidió que no iba a tolerar ser tratado con condescendencia y asco poco reprimido. Steve Jones llevó la voz cantante en la sarta de insultos que le cayeron a un Grundy borracho y que no dudó en tirarle los tejos a una Siouxsie que, como parte del Contingente Browley, había ido a la entrevista con el grupo. Nunca se habían oído tantos tacos en la televisión británica y al día siguiente todos los tabloides los convirtieron en el enemigo público número uno, copando las portadas de todos y cada uno de ellos. El más recordado fue el del Daily Mirror que tituló: "La mugre y la furia".
    

      

Lo que no vieron venir es que en la clasista Inglaterra, muchas de las clases populares se vieron reflejadas en esos airados punks, que habían decidido no seguir dejando que los pisotearan absurdamente. Los jóvenes, principalmente, se volvieron locos con ellos y lo hicieron en parte por el mensaje, por las letras de Johnny Lydon/Rotten, las maniobras publicitarias de McLaren y por eso que declaró Jones poco antes, y que les perseguiría siempre, "realmente no estamos interesados en la música, lo estamos en el caos", pero, y aquí viene la reivindicación, también por los guitarrazos de Jones y por unas canciones inolvidables. Y es que los Pistols solo sacaron un disco (y posiblemente no tenían más en ellos) pero es un disco perfecto de principio a fin, uno de los pocos de la historia del rock. Esta es la historia de su guitarrista...
    

Stephen Philip Jones nació en Londres un 3 de septiembre de 1955, La suya fue una infancia dickensiana en la que su padre le abandonó cuando tenía dos años y su padrastro abusó de él habitualmente. El único escape de su miserable vida era la música, cuando tenía 11 años un vecino se compró el sencillo de Purple Haze de Jimi Hendrix y el joven Jones solía gritar a la pared implorándole para que lo volviera a poner.
    

Aun así, perteneciendo a una familia desestructurada de clase baja, su único escape parecía la delincuencia y el joven Jones parecía destinado a pasar sus días entre rejas. Conflictivo y tendente a las peleas, su especialidad era robar de todo, de coches a una de sus pasiones, equipo musical, amplificadores y guitarras. Este joven hooligan, que pasaba más días en el reformatorio que en casa (normal si tenemos en cuenta que nuestro protagonista encontraba más confortable el primero que el segundo), seguía siendo un apasionado de la música y tenía varios grupos a los que no solía perderse, los Faces, la Roxy Music, Mott The Hoople y el Bowie de Ziggy Stardust, junto a su adorado Mick Ronson. Fue precisamente en uno de los conciertos de despedida de Ziggy en los que Jones se coló después de la actuación y se hizo con unos cuantos timbales del batería de las Spiders From Mars, Mick Woodmansey. Aunque en su honor hay que decir que cuando décadas después le tuvo en su show de radio de Los Ángeles le dio 200 dólares como compensación (aunque el propio Steve Jones reconoce que si tuviera que hacer eso con todos a los que ha robado se arruinaría…).
    

      

El caso es que junto a su compadre Paul Cook, Jones decidió formar una banda de rock & roll. Los dos habían conocido en clase a un chico llamado Wally Nightingale que tocaba la guitarra y se habían hecho amigos suyos para poder tocar. Cook tocaría la batería, Nightingale la guitarra y Jones cantaría. Tocaban en casa de este último y se hacían llamar The Strand. El caso es que Jones y Cook habían comenzado a conocer a un grupo de marginales como ellos, que pasaban el rato en la tienda de ropa que regentaban Malcolm McLaren y Vivienne Westwood en el barrio de Chelsea, Too Fast to Live. Uno de ellos era Glen Matlock, que trabajaba los sábados y además, tocaba el bajo. A principios de 1974, ya con Matlock como miembro oficial, Jones le pidió a McLaren que fuera el mánager de la banda. Este les pagó su primer local de ensayo y comenzó a ver en este grupo el catalizador de su nueva clientela, un grupo de jóvenes desairados a los que, con el tiempo, se conocería como el contingente Bromley.
    

El caso es que en noviembre de 1974 McLaren se fue a Nueva York y se empapó del naciente punk que estaba surgiendo en aquella ciudad. Incluso se hizo mánager de la banda que había servido de inspiración al movimiento, los New York Dolls. También llegó a proponer a Sylvain Sylvain, el guitarrista rítmico de la banda, para que se convirtiera en el nuevo cantante de The Strand. Aquello no salió bien pero McLaren se quedó con la Les Paul Custom del 71 de Sylvain a cambio de un billete de avión que nunca le llegó a dar. Cuando McLaren volvió a Londres su cabeza bullía de ideas, pero lo primero que hizo fue darle a Jones la Les Paul y declararle el nuevo guitarrista de la banda. El pobre Wally, que nunca dio la imagen, fue despedido sin misericordia y, encima, Jones ya le había birlado otra de sus Les Paul, la guitarra que más le gustaba.
    

      

Jones nunca había estado cómodo con su papel de cantante pero tampoco había tenido mucho tiempo para tocar la guitarra, entre sus detenciones, sus peleas y su fea costumbre de acostarse con las novias de sus amigos. El caso es que puesto de speed hasta las cejas, algo que, según él, le ayudó con su trastorno por déficit de atención (una afección que le impidió aprender a leer con fluidez hasta la edad adulta), Jones se puso a practicar con la guitarra sin interrupción utilizando principalmente dos discos, el primero de los New York Dolls y el Raw Power de Iggy y los Stooges.
    

Mientras tanto la banda había dado con su cantante definitivo, otro de los habituales de la tienda de McLaren y Westwood, ahora rebautizada como Sex, un tipo llamado John Lydon, que iba con el pelo pintado de verde y una camiseta de Pink Floyd a la que le había añadido una frase pintada por el mismo: “I Hate”. Su audición consistió en una versión del I’m Eighteen de Alice Cooper. En poco tiempo Jones le encontró el apodo definitivo, Rotten, debido al estado de su dentadura. Eso sí, el nuevo cantante, además de un provocador nato, era un chico listo y con la pluma afilada, en poco tiempo, él y Jones estarían haciendo su versión “no hay futuro” de Ziggy (con Rotten ya con el pelo teñido de rojo) y Mick Ronson encima de las tablas.
    

Antes de eso Cook, al que habían obligado a dejar su trabajo diurno para centrarse en la música llegó a la conclusión de que Jones estaba todavía demasiado verde como para encargarse él solo de la guitarra. Se llegó a poner un anuncio en el Melody Maker buscando un joven as de la guitarra “con un aspecto no peor que el de Johnny Thunders”. Pero la evolución de Jones fue tan rápida que rápidamente se abandonó la idea.
    

      

Su arsenal de trucos estaba basado en viejos licks de Chuck Berry asimilados a través de sus guitarristas favoritos, Ronson, Thunders o Ronnie Wood de los Faces. A todo ello le sumaba su descaro de delincuente juvenil, la furia de su doloroso pasado y la rapidez que le brindaba el Speed. Un sonido mugriento y furioso que sería únicamente suyo y que serviría para definir el punk para siempre.
    

En su primer concierto, en noviembre de 1975, sonaron versiones de los Who, los Small Faces o los Monkees, pero lo que destacaron fueorn las canciones propias, trallazos como Seventeen (con riff cortesía de Jones), Submission o, sobre todo, Pretty Vacant. La guitarra de Jones y las incendiarias letras de Lydon las convierten en llamaradas pocas veces escuchadas, aunque sea Matlock, el músico más experimentado de los cuatro, el principal compositor en ese momento.
    

A sus conciertos comienzan a seguirles los habituales de lo que se conocería como el Contingente Bromley, gente como Siouxsie Soux, Billy Idol o Phillip Sallon, todos ellos vestidos como la banda con el ‘look’ que terminaría definiendo el punk. La reacción que conseguían era visceral o los amabas, y te convertías al punk, o los odiabas con toda tu fuerza. Su fuerza en esos primeros tiempos dio paso a toda una revolución cultural. Tras una actuación suya en la que fueron teloneros de su banda The 101ers, Joe Strummer, un veterano de la escena pub rock, decidió dejarlo todo y convertirse al punk rock, al poco nacían The Clash. Tras leer sobre ellos en el NME dos amigos de Manchester se embarcaron en un viaje a Londres para descubrir a esta banda, tras verlos su vida cambió y formaron The Buzzcocks en su estela. Cuando aquellos amigos, Howard Devoto y Pete Shelley, consiguieron organizar un concierto de los Sex Pistols en Manchester, el 4 de junio de 1976, en la audiencia se encontrarían los futuros miembros de Joy Division/New Order, The Fall, The Smiths, A Certain Ratio o Simply Red. Lo suyo parecía camino de lo de la Velvet Underground, pocos discos vendidos pero por cada uno, una nueva banda.
    

     

El 20 de julio del 76 metieron una canción nueva en el repertorio, se trataba de Anarchy In The UK, el riff principal y la melodía eran de Matlock, la letra era puro Rotten pero el fuego venía de la Les Paul de un Jones encendido, desde ese salvaje inicio hasta los dos simples y efectivos solos. El 29 de agosto, ya con los Clash y los Buzzcocks como teloneros, tocaron en una de las mejores salas de Londres y tres días después hicieron su debut televisivo en el So It Goes de Tony Wilson en Manchester. El punk se había convertido en la nueva revolución del rock.
    

El 20 de septiembre McLaren organizó el 100 Club Punk Special que fue un éxito de convocatorio e hizo que los sellos discográficos tuvieran que fijarse en el nuevo fenómeno, para ese momento, los PIstols eran una banda, contrariamente a la leyenda, totalmente salvaje en directo, lo poco que sabían tocar, lo tocaban muy bien como prueban las sesiones que hicieron para EMI en octubre de 1976 cuando el sello los fichó.   

Con Chris Thomas como productor la banda consiguió un sonido sólido y salvaje en Anarchy In The UK, uno de los mejores sencillos de todos los tiempos, en especial un Jones que grabó varias partes de guitarra, utilizando incluso un MXR Phase 90s en una de las rítmicas. Bill Price, el veterano ingeniero de sonido que había grabado con Mott The Hoople o Sparks alucinaba con el guitarrista.
    

     

El 26 de noviembre apareció el sencillo más importante de 1976 pero no hizo especialmente ruido hasta que Freddie Mercury tuvo que cancelar a última hora la aparición de Queen en el programa de Bill Grundy debido a un dolor de muelas. Tras la mítica entrevista el sencillo vendió más de 50.000 copias en un día y entró en las listas de venta. Pero, a partir de entonces, el foco ya no estaría en la música sino en la provocación, McLaren los paseó por el Támesis en plenas celebraciones por los 30 años de reinado de Isabel II mientras cantaban la maravillosa God Save The Queen, pero lo peor fue la salida de la banda de Matlock y su sustitución por el amigo personal de Rotten, Sid Vicious, que ni siquiera sabía tocar el bajo. Vicious se tomó su papel de agitador muy en serio y estuvo más preocupado de los escupitajos y el escándalo que de aportar algo.
 

Ahora sí, la música pasó a segundo plano y McLaren secuestró a la banda, más interesado en el siguiente titular que en buscar un futuro para una banda que había dejado bien claro que no tenía ninguno. A pesar de todo, las canciones ya estaban compuestas y eran increíbles, así que los sencillos siguieron saliendo, con grabaciones en las que no se molestaban en llamar a Vicious y en las que Jones se encargaba de tocar las rudimentarias partes del bajo. Eso sí fuera de EMI que les despidió en enero de 1977 en medio de la polémica Grundy. Así llegaron la mencionada God Save The Queen, Pretty Vacant y Holidays In The Sun, todas ellas entre los diez primeros puestos de las listas de venta.
    

     

Para cuando apareció su flamante debut Never Mind The Bollocks, Here Is The Sex Pistols (Nos Importa Unos Cojones, Aquí Están Los Sex Pistols), el 28 de octubre de 1977, la banda ya estaba herida de muerte. Jones y Cook no soportaban a Rotten y a Vicious, y el primero estaba harto de su amigo y su nueva novia, Nancy Spungen, el caos se había comido a la música. Cuando en enero de 1978 McLaren decidió llevárselos de gira al Sur profundo de EEUU la cosa explotó, Rotten soltó aquello de “¿alguna vez habéis tenido la sensación de ser engañados?” y los Sex Pistols, tal y como los conocemos pasaron a mejor vida.
    

Jones se aficionaría a la heroína junto a su amigo Phil Lynott con el que llegaría a tocar y formar una banda conocida como The Greedy Bastards, también tocaría con otros de sus héroes como Johnny Thunders o Iggy Pop, que le bautizaría como el Robert Mitchum del punk, e incluso con gente tan alejada del ruido y la furia como Bob Dylan o Roy Orbison. Al final superaría sus adicciones, que no su horrible pasado, y se convertiría en un divertido locutor de radio en Los Ángeles, su ciudad adoptiva desde 1982.
    

Eso sí, su legado sigue estando en los doce cortes de Never Mind The Bollocks, y es que por mucho que los Sex Pistols sigan siendo más recordados por el caos que por la música, la fuerza de su mensaje sigue resonando porque a las mordaces letras y melodías que escupía Rotten le acompañaban las guitarras violentas y viscerales que tocaba Jones, poniéndole el punto de peligro y violencia que siempre ha caracterizado el mejor rock & roll. Y es que está bien que haya gente a la que le ponga Beethoven, Mozart, Bach o Brahms, pero el rock no tiene tanto que ver con la técnica como con las entrañas, algo de lo que Steve Jones anda sobrado.
    

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