Las 10 mejores canciones de Son House

Por Sergio Ariza

El Delta del Misisipi es uno de los lugares más míticos para los amantes de la música popular del siglo XX, un lugar en el que seres legendarios como Robert o Tommy Johnson vendían su alma al Diablo, y en el que varios hombres negros dieron forma a la música más influyente del siglo XX, cantando sobre sus penas y tragedias, en un territorio totalmente hostil para ellos, uno en el que era más fácil acabar colgando de un árbol como un extraño fruto que lograr el éxito con tu guitarra a cuestas. Una de las pocas figuras que vivió para contar aquellas historias fue Son House, y no fue una cualquiera, sino la más importante de esa primera época, junto a Charley Patton. De su primitivo y emocional estilo a la hora de interpretar beberían mitos como el propio Robert Johnson o Muddy Waters. Y es que este ex párroco fue una de las principales figuras a la hora de predicar una nueva religión, la del blues. 

Preachin The Blues (1930)
 

En los años 20 y 30 la distinción entre música religiosa y música pecaminosa estaba muy delimitada en la comunidad negra, la primera servía para alabar a Dios, la segunda para hablar de mujeres y alcohol, el blues era visto como la música del Diablo y los que la practicaban eran las ovejas negras de la comunidad. Son House se pasó los primeros años de su vida predicando sobre Dios, llegando a trabajar como pastor en una iglesia pero, no sabemos si tras ir a un cruce de caminos, a los 25 años, alrededor de 1927, lo dejó todo, cogió una guitarra y comenzó a predicar el blues. Su antigua fe daba a sus actuaciones una fuerza nunca vista, House cantaba poniendo los ojos en blanco, como si estuviera en éxtasis, claro que ahora esos éxtasis eran sobre otras cosas, como bien se puede apreciar en este  Preachin The Blues que grabaría en su mítica primera sesión, en 1930, y que contiene líneas como estas: "Oh, habría seguido con la religión, Señor, hoy mismo, pero las mujeres y el whisky, bueno, no me dejaban rezar" o "Sabes que me gustaría tener un cielo propio, le daría a todas mis mujeres un maravilloso hogar feliz". Sus nuevos fieles recogerían sus plegarias.
 

 

Walkin Blues (1930)
 

Otra de las canciones que grabó en esa mítica primera sesión (el 28 de mayo de 1930 en Grafton, Wisconsin, para Paramount Records) fue este Walkin Blues en la que se puede apreciar la enorme huella que tuvo Son House en Robert Johnson. Y es que el joven Johnson seguía a House y a su compañero Willie Brown por todos los garitos en los que tocaban, intentando tocar con ellos pero sin tener el nivel suficiente. Eso sí, tras desaparecer una temporada Johnson volvió con un estilo mucho más perfeccionado que el de sus maestros, que no se podían creer el cambio. Eso sí, en el primitivismo de House se puede escuchar el blues sin edulcorar, puro y crudo. Además Johnson no fue su único discípulo, ya que también podemos ver en este Walkin Blues la raíz del (I Feel Like) Going Home de Muddy Waters, la primera canción que grabó el gigante del blues eléctrico para el sello Chess.
 

 

Levee Camp Blues (1941)
 

Tras la muerte de su amigo, y rival, Charley Patton en 1934, Son House se retiró por primera vez de la música y comenzó a trabajar como conductor de tractor en diversas plantaciones, pero en 1941 Alan Lomax le buscó para grabarle para la Biblioteca del Congreso. Fue en agosto de 1941 en Klack's Store, Misisipi, y a House le acompañaban su amigo Willie Brown a la guitarra, Fiddlin' Joe Martin a la mandolina, y Leroy Williams a la armónica. Si hubieran estado enchufados esto sería ya un sonido muy cercano al blues de Chicago que harían famosos Muddy Waters y Howlin' Wolf.
 

 

Country Farm Blues (1942)
 

Encantado con las grabaciones, Lomax regresó al año siguiente para volver a grabar a House, fue un 17 de julio de 1942, y entre los nuevos temas que grabó estaba este Country Farm Blues en el que House dejaba claro lo que pasaba en las plantaciones, "en el sur, cuando haces algo que está mal, seguro que te ponen en una granja del campo (...) te ponen a las órdenes de un hombre al que llaman 'Capitán Jack', ten por seguro que va a dejar marcado su nombre en tu espalda". Las grabaciones de Lomax no pueden ser más significativas, ya que tras ellas House se mudaría a Nueva York y dejaría la música durante las dos siguientes décadas.
 

 

Death Letter Blues (1965)
 

Pero, tras más de 20 años alejado de la música y la guitarra, House fue redescubierto en 1964, la voz seguía estando ahí pero House había perdido práctica con la guitarra y no se acordaba de sus propias canciones, así que John Hammond, de Columbia, decidió poner al joven Alan Wilson, de 22 años, a enseñar a Son House a tocar como Son House. Pronto estarían grabando un disco juntos y, puede que no sea tan importante como sus grabaciones de 1930, pero puede que ese disco, publicado en 1965, sea lo mejor de la carrera de Son House. No en vano allí aparece este monumento llamado Death Letter en el que se puede apreciar que House ha vuelto a dominar su instrumento a la perfección, consiguiendo algunos de los mejores momentos al slide con su dobro National Duolian de los 30. Su huella se extendería también sobre nuevas generaciones cuando Wilson formara Canned Heat o, años más tarde, cuando los White Stripes recuperaran esta canción, con el mismo espíritu primitivo y cavernícola (pero enchufado y distorsionado) en su De Stijl.
 

 

Pearline (1965)
 

Otra maravilla de aquel disco de 1965 que, por cierto, se llamó The Legendary Son House: Father of the Folk Blues, es este Pearline en el que se vuelve a comprobar la maestría de Son House con el slide. El glorioso sonido del slide resbalando por la caja metálica suena igual de amenazante que una serpiente de cascabel a punto de lanzar su bocado. House demuestra que a sus 63 años ha vuelto a encontrar la inspiración absoluta, da igual que su técnica sea tosca, pocos pueden rivalizar con la emoción que transmite su interpretación.
 

 

Grinnin’ In Your Face (1965)
 

El poder del blues, cuando es interpretado por alguien que realmente lo siente, es tal que basta con la voz y unas palmas para hacer que cualquier corazón sienta el dolor del que lo está cantando. La voz de House es ronca y expresiva pero cada inflexión está ahí para que puedas ver cómo surge de manera totalmente natural, heredado generación tras generación, un lamento universal capaz de conmover a cualquiera, provenga de la cultura que provenga. Esta canción vivió una nueva ola de popularidad cuando Jack White la sacó en el famoso documental It Might Get Loud.
 

 

Downhearted Blues (1965)
 

Grabado en las mismas sesiones que The Legendary Son House: Father of the Folk Blues, Son House coge este blues popularizado por la gran Bessie Smith y lo convierte en otra demostración de expresividad y fuerza, además de formular como pocos los fundamentos del blues: "Me levanté esta mañana, sintiéndome enfermo y mal, pensando en los buenos tiempos que una vez tuve..."
 

 

How To Treat A Man (1968)
 

Hay un poco de lío con esta canción, en YouTube aparece bajo dos nombres distintos, My Black Mama y I Wish I Had My Whole Heart In My Hand (el primer verso de la canción), pero se titula How To Treat A Man y Son House la interpreta en 1968 con Buddy Guy acompañándole a la guitarra. Es espectacular ver a dos generaciones totalmente distintas unidas en una canción prodigiosa, Guy va coloreando aquí y allá pero está más atento en ver cómo saca el maestro esos increíbles sonidos a su dobro con el slide, aprendiendo de primera mano de la misma fuente que su padrino Muddy Waters. House la llegaría a grabar en el LP John The Revelator de Liberty en 1970, pero la versión más emocionante es la que reúne a House y a Guy, a pesar de que esté tristemente cortada y no tenga el mejor de los sonidos.
 

 

Son's Blues (1969)
 

Una grabación antológica, veinte minutos de puro deleite blues. House ruge con una fuerza explosiva, su voz sale de sus entrañas y las cuerdas de su guitarra se rompen en una actuación lenta y ardiente. Este tema fue grabado en septiembre de 1969 en la casa del artista por el fanático del blues Steve Lobb. House alterna rugidos con su hermoso falsete creando una atmósfera profundamente lúgubre e incendiaria. Con cerca de 70 años el maestro seguía predicando el blues con el mismo fervor de siempre.