Las 10 mejores canciones de Ry Cooder

Por Sergio Ariza

A Ry Cooder se le conoce principalmente como uno de los mejores guitarristas de slide de la historia, ya sea con la eléctrica o la acústica, pero ese hecho, irrefutable, muchas veces deja en segundo plano una excelente carrera discográfica que es, quizás, el mejor ejemplo de eso que conocemos como Americana y que, en su caso, no se circunscribe solo a la música de raíz su país, EEUU, con fuentes como el blues, country, el folk, el góspel, el soul, el jazz, el bluegrass, la música cajun o el rock & roll, sino que se extiende también por todo el continente americano incluyendo también música tex-mex, corridos, calypso, son o salsa. De entre sus diecisiete discos de estudio y múltiples bandas sonoras desde Guitars Exchange hemos rescatado estas diez maravillosas piezas para que sirvan como introducción a un catálogo notable: 

Do Re Mi (1970)
 

En su homónimo primer disco en solitario, Ry Cooder transforma este himno del padre del folk norteamericano, Woody Guthrie, y lo convierte en una explosiva pieza de blues rock, con el mejor sabor tejano, a la que añade un estupendo arreglo de cuerdas.
  

   

Vigilante Man (1972)
 

Otra maravillosa versión de Woody Guthrie, una fijación que se entiende a la perfección si tenemos en cuenta que Cooder comenzó a tocar la guitarra a los cinco años aprendiéndose de memoria los discos que tenían sus padres, principalmente los de Guthrie y Leadbelly. Incluida en su segundo disco, Into the Purple Valley, publicado en enero de 1972, aunque esta vez está acompañado solo por su voz y la guitarra acústica, a la que Cooder saca algunas de las mejores notas de su carrera, demostrando su absoluta maestría con el slide.
  

    

María Elena (1972)
 

El amor de Ry Cooder por la música mexicana viene de lejos, en esta pieza de Boomer's Story, su tercer disco de estudio, coge una canción popular mexicana de 1932, escrita por Lorenzo Barcelata, y se la lleva a su terreno, aquí ya se puede aventurar su próxima asociación con Flaco Jiménez e incluso algunas de las cosas que aparecerán, muchos años después, en Paris, Texas. Una preciosidad instrumental a la que no le sobra, ni le falta, una sola nota.
 

  

Tattler (1974)
 

Las versiones de Ry Cooder son reconstrucciones totales de las fuentes originales, algo que se puede ver a la perfección con este Tattler de Washington Phillips, de la que surge una canción totalmente diferente, a la que Cooder incluso añade un estribillo que no tenía, ese "true love can be such a sweet harmony if you do the best that you can", cantado en perfecta armonía con las voces de gente como Bobby King, George McCum o Russell Titelman, lo que le da un nuevo giro a la canción. Su querida Fender Stratocaster Daphne Blue del 67 da pinceladas al tema  aquí y allá, pero nunca pide protagonismo para sí misma, sino que ayuda a construir una canción que también se beneficia de un bonito arreglo de cuerdas. Estaba incluida en mi disco favorito de toda su carrera, Paradise And Lunch, publicado en 1974.
  

   

He'll Have To Go (1976)
 

El amor de Cooder por la música mexicana le llevó a encontrar al gran acordeonista Flaco Jiménez, junto al que grabó el fundamental Chicken Skin Music en 1976. La fuerza de Cooder y Jiménez juntos se puede apreciar a la perfección en esta He'll Have To Go ,una canción que hacen totalmente suya, a pesar de ser una versión. Escuchándola uno puede entender a la perfección el comentario que Jiménez hizo sobre Cooder: "Creo que Ry Cooder es un genio de la música universal ¿Cómo puedo explicar al tipo?
Crea tantas cosas. Modifica".
   

     

I Think It's Going To Work Out Fine (1979)
 

Ry Cooder coge uno de los temas más potentes e irresistibles de los primeros tiempos de Ike & Tina Turner, I Think It's Going To Work Out Fine,  y lo convierte en una excelsa balada en la que brilla, como casi siempre, su delicada manera de tocar el slide. Grabada para uno de sus discos más famosos, Bop Till You Drop, que se publicó en julio de 1979, Cooder utiliza su icónica Stratocaster Daphne Blue del 67, a la que realizó múltiples modificaciones y que aparece en sus brazos en la portada de ese disco.
   

   

Paris, Texas (1984)
 

La canción más recordada, con toda la razón, de su carrera. Cooder cambia la eléctrica por una Martin 000-18 de los años 50 acústica y toma como modelo el Dark was the Night, Cold was the Ground de Blind Willie Johnson, el hombre al que más admiraba y la canción a la que consideraba "la pieza más conmovedora y trascendente de toda la música norteamericana", entregando por el camino una de las piezas instrumentales más bellas y hermosas de su historia del siglo XX con las notas de su slide mordiendo el alma y sirviendo de perfecta banda sonora para las imágenes del desierto en el Paris, Texas de Wim Wenders.
 

Cooder ha creado más de una decena de bandas sonoras pero Paris, Texas es la mejor de todas, con mención especial también para esa Canción Mixteca que cantaba el protagonista de la película, Harry Dean Stanton, y podría haber aparecido a la perfección  en este listado.
   

   

Chinito Chinito (2005)
 

Chávez Ravin
es el duodécimo disco de la carrera de Cooder pero es uno de los más especiales. Fue el primer disco de estudio que publicaba en 18 años, desde el lejano Get Rhythm, pero es que, además, era uno de los mejores discos de su carrera, una obra conceptual sobre el barrio mexicano-americano de Los Ángeles que fue derruido en los 50 para construir el estadio de los Dodgers. Allí había varias grandes canciones pero la más divertida y contagiosa era la versión de este tema de Felguerez Diaz de los años 50 que no hubiera pasado el filtro de la corrección política actual, ya que el tema hace burla de un lavandero chino, con el racismo propio de la época, aunque musicalmente era pura exuberancia latina, con maravillosos arreglos de vientos y las inocentes voces de Juliette & Carla Commagere.
   

     

No Banker Left Behind (2011)
 

Pull Up Some Dust and Sit Down
es el disco más político de la carrera de Cooder, también es una consecuencia lógica para este gran seguidor de Woody Guthrie. En la crisis financiera del final de la primera década del siglo XXI Cooder encontró su propia Depresión para escribir un disco emocionante pero también cabreado con los que nos habían dejado atrás, con una primera canción que era puro Guthrie, musical y líricamente, y que se titulaba, cómicamente, No Banker Left Behind. La canción ridiculizaba el enorme rescate de los grandes bancos estadounidenses en 2007, una vez que estos ya habían perdido todo el dinero de sus clientes. Un himno folk del siglo XXI, con Cooder luciéndose instrumentalmente, además de en la letra.
   

    

The Prodigal Son (2018)
 

El último disco, hasta la fecha, de Ry Cooder contenía esta maravillosa adaptación de este tema de blues popular que es una de las cosas más picantes y funks, con maravillosos coros góspel, que ha grabado nunca, como si fuera un joven veinteañero queriéndose comer el mundo y no una venerable leyenda que este 15 de marzo cumple 75 años.