Los mejores discos de Paul Simon

Por Sergio Ariza

A Paul Simon se le puede acusar de ser muy bajito, poco ‘cool’ y muy poco rock & roll, pero ni el mayor ‘hater’ de mundo le puede negar que sabe escribir canciones mejor que el 99’99 % de la profesión. Si se dieran clases en la Universidad sobre composición en la música popular Paul Simon debería ser uno de los profesores, algo que, por cierto, ya hizo en 1971 en la Universidad de su Nueva York natal. Y es que este artista ha sabido adoptar su estilo a una gran variedad de estilos, desde sus inicios imitando a los Everly Brothers, pasando por su época folk o su coqueteo con el góspel, el reggae o ese cajón de sastre al que se llama ‘World Music’, en el que se engloba toda la música no anglosajona, y a la que Simon ayudó a encontrar un nuevo público con discos como Graceland. Desde Guitars Exchange queremos aprovechar su 80 cumpleaños para repasar nuestros diez discos favoritos de su carrera.   

    

Simon & Garfunkel - Sounds Of Silence (1966)
 

Para el momento en el que apareció este disco, Simon & Garfunkel ya habían sacado su primer disco, se habían separado ante su nula recepción comercial y Paul Simon había emigrado a Inglaterra, donde había sacado un disco en solitario que había corrido la misma suerte (o sea, ninguna) que su debut junto a Art Garfunkel. Si volvieron a juntarse fue porque al productor Tom Wilson se le ocurrió coger una canción de su debut, The Sound Of Silence, y meterle bajo, batería y guitarras eléctricas, entre ellas la Epiphone Casino de Al Gorgoni, para amoldarla al nuevo sonido de moda gracias a los Byrds y Dylan, el folk rock. La canción se convirtió en un éxito y la compañía demandó otro disco. Al principio Simon se hizo el purista folk horrorizado ante el nuevo arreglo eléctrico pero luego vio que allí había una posibilidad de carrera y se lanzó por ella. Para las sesiones se utilizaron principalmente canciones de su disco en solitario, The Paul Simon Songbook, pero ahora dándoles ese nuevo sonido folk-rock.
  

Blessed
es la única canción nueva que Simon llevó a la grabación y, a pesar de sus quejas por la electrificación, demuestra que él también había estado escuchando a los Byrds, sonando muy parecida a la versión de éstos de The Bells Of Rhymney. Aun así es el primer disco notable de su carrera y nos enseña la promesa de un compositor espectacular y unas canciones que serán objetos de múltiples versiones, incluso en su misma época, con los Them de Van Morrison haciéndose cargo de Richard Cory, los Tremeloes sacando como sencillo Blessed o los Hollies de Graham Nash haciendo una versión de la gloriosa I Am Rock. Del purismo folkie de sus inicios solo queda Kathy’s Song, con poco más que sus celestiales armonías y la acústica de Simon. Como pasará en el resto de su carrera la gran mayoría de los músicos de sesión que les acompañan eran miembros de la increíble Wrecking Crew, como el fundamental Hal Blaine a la batería, Larry Knechtel a los teclados, Joel Osborn al bajo o Glen Campbell a la guitarra (con su Teisco T-60 tintineando en I Am A Rock).
   

    

Simon & Garfunkel - Parsley, Sage, Rosemary and Thyme (1966)
 

No es el disco más famoso, ni el mejor considerado, pero puede que este Parsley, Sage, Rosemary and Thyme sea mi disco favorito de la carrera de Simon. Fue aquí donde cogió definitivamente las riendas, no solo como compositor e intérprete, sino también detrás de la mesa, tomando todas las decisiones creativas, a pesar de que Bob Johnston aparezca acreditado como productor. El disco se abre con un magnífico arreglo del tema tradicional inglés Scarborough Fair y no baja ni un momento en intensidad hasta su demoledor cierre con una melancólica rendición del villancico Silent Night, sobre el que se escuchan varias de las noticias de la época, la Guerra de Vietnam, el Movimiento por los Derechos Civiles de Martin Luther King o la muerte del cómico Lenny Bruce. Aquí está la maravillosa también Homeward Bound, la delicada The Dangling Conversation, el momento de lucimiento para la voz de Garfunkel que es For Emily, Whenever I May Find Her, la naif The 59th Street Bridge Song (Feelin' Groovy) o la divertida A Simple Desultory Philippic (or How I Was Robert McNamara'd into Submission) en la que Simon llega a imitar a Bob Dylan.
 

Simon & Garfunkel - Bookends (1968)
 

El éxito trajo consigo un bloqueo creativo del que Paul Simon no logró salir hasta que Mike Nichols le ofreció que compusiera alguna canción para su nueva película, El Graduado. Fue así, con su Guild F-30, como Simon compuso una de las mejores canciones de su carrera, Mrs. Robinson, y pudo dar por terminado su periodo de crisis compositora. En esa canción hacía un gran trabajo a la guitarra y entregaba uno de los estribillos más gloriosos de la década, resultando en una canción que reflejaba a la perfección el carácter del personaje interpretado por Anne Bancroft. Con la inspiración volviendo a fluir como en los mejores tiempos, el dúo se metió en el estudio para grabar su trabajo más complejo y ambicioso, este Bookends. Simon se confirmaba también como uno de los mejores cronistas de los EEUU de su tiempo, capturando en sus letras gran parte de los problemas y tragedias que azotaban al país. Musicalmente demostraba que tenía los oídos bien abiertos a las cosas que estaban haciendo Beatles y Beach Boys en el estudio y además cuenta con otra canción gigantesca en la melancólica America, aparte de otros tesoros como At The Zoo (que en España Hombres G fusilarían para hacer Marta Tiene Un Marcapasos), la sombría Old Friends o la energética A Hazy Shade Of Winter, la canción más rock de la carrera de Simon, con un maravilloso riff, hecho con su Guild acústica pero perfecto para una eléctrica, como bien demostrarían años más tarde las Bangles.
   

    

Simon & Garfunkel - Bridge Over Troubed Waters (1970)
 

El último, y más exitoso, disco de la carrera de Simon & Garfunkel sirvió para dejar entrever como sería la carrera en solitario de su compositor y miembro principal, Paul Simon, con las primeras paradas en la 'world music', aquí la música tradicional latinoamericana, además de ampliar horizontes y meter en la mezcla rock & roll de los 50, góspel o R&B.Con su relación a punto de estallar Paul Simon decide entregarle en bandeja a su amigo la canción más espectacular de su carrera, la que daba título al disco, una balada góspel al piano a mayor gloria de la voz de Art Garfunkel. Es evidente que su inspiración está en el Let It Be de los Beatles pero cuando tienes una canción de la que han hecho versiones Elvis Presley, Aretha Franklin o Johnny Cash (con ayuda de Fiona Apple) es que tienes algo histórico entre manos. Lo bueno es que el disco no se queda en una única canción, aquí también están los ecos folk de The Boxer, los guiños al rock de los 50 de Baby Driver, sus primeros coqueteos con el reggae en Why Don't You Write Me, la música folk andina de El Condor Pasa, la burbujeante Cecilia o la mejor del lote, la gloria pop de The Only Living Boy In New York.  

Paul Simon (1972)
 

Tras la separación con Garfunkel Paul Simon comenzó su carrera en solitario donde lo había dejado con Bridge Over Troubled Waters, mezclando géneros y mirando a la 'World music' o música global. Aquí aparece su mejor canción reggae, en un año, 1972, en el que el mundo todavía no había descubierto a Bob Marley. Se trata de Mother And Child Reunion, grabado en Kingston, en los estudios Dynamic Sounds Studios, con la banda de Jimmy Cliff y miembros de Toots & The Maytals ejerciendo de músicos de sesión. También está la maravillosa Me And Julio Down By The Schoolyard, en la que mete percusiones brasileñas, cortesía de Airto Moreira, miembro de Weather Report, o Duncan, donde vuelve a colaborar con Los Incas tras el éxito de El Condor Pasa. Eso sí la colaboración más especial llega con la aparición de Stephane Grappelli, el violinista toca en Hobo's Blues, donde se hace un homenaje a sus tiempos con Django Reinhardt. Un disco sencillo y encantador que sirve como adelanto de eso que se pasaría a llamar Indie Folk.
   

    

There Goes Rhymin Simon (1973)
 

El segundo disco en solitario de Simon le ve echar una mirada sobre la mejor música afroamericana, llegando a grabar una parte en los estudios Muscle Shoals de Alabama y contando con la colaboración en los arreglos de figuras míticas como Allen Toussaint y Quincy Jones. Soul, R&B, música de Nueva Orleans se mezclan con las composiciones propias de Simon que no se olvida de entregar dos de sus mejores melodías, la pop Kodachrome y la folkie American Tune, en la que coge prestado del mismísimo Johann Sebastian Bach.
 

Still Crazy After These Years (1975)
 

El disco más maduro de su carrera, posiblemente el disco más Paul Simon de todos, y es que Simon siempre pareció, y sonó, mayor hasta en su primera época. No es de extrañar que el artista abrazara el paso a la madurez mejor que la mayoría de sus coetáneos, como bien se ejemplifica en la canción titular. Con Gone At Last vuelve al góspel más movido, junto a la voz de Phoebe Snow, claro que la voz invitada más conocida es la del viejo amigo Art Garfunkel con el que vuelve a colaborar en My Little Town, eso sí la mejor canción de este notable disco trata sobre el fracaso matrimonial de Simon y tiene dos caras totalmente distintas, las tristes estrofas y el luminoso estribillo de 50 Ways To Leave Your Lover, donde Simon decide tomarse todo el asunto con filosofía…
   

    

Graceland (1986)
 

Uno de los discos de regreso más importantes de la historia. En 1986, tras seis discos en solitario y cinco junto a Garfunkel, nadie daba un duro porque Paul Simon fuera a entregar la obra más importante de su carrera. Pues eso es lo que fue Graceland, un disco revolucionario en el que se adentraba en la música africana y la amoldaba a la perfección a su propio estilo. Simon no pasaba por la mejor época creativa cuando un amigo le prestó un disco de música sudafricana en 1984, pero el autor de The Sound Of Silence cayó prendado, recordándole el rock & roll de los 50, a los sencillos de Sun y al Doo Wop. Algo se encendió en su interior y se marchó a Sudáfrica, en pleno apartheid, para grabar este disco en el que se encuentran algunas de las mejores canciones de su carrera, demostrando como el compositor se sintió enormemente inspirado por esta nueva música. En la canción titular se conjuran el fantasma de Elvis, las armonías de la mayor influencia de la carrera de Simon, los Everly Brothers, y las increíbles líneas de guitarra, claras y líquidas como el agua, del guitarrista sudafricano Chikapa 'Ray' Phiri con su Stratocaster, además de la pedal steel de Demola Adepoju. También hay otros tesoros como I Know What I Know, en la que se puede rastrear la inspiración para el primer disco de Vampire Weekend, Diamonds On The Soles Of Her Shoes, con la increíble aportación vocal de Ladysmith Black Mambazo, dándole un toque a medias entre el doo wop y la música africana, The Boy in the Bubble, con el acordeón de Forere Motloheloa en primer plano, el estribillo perfecto de You Can Call Me Al o el dueto con Linda Ronstadt en Under African Skies.
   

    

The Rhythm Of The Saints (1990)
 

Paul Simon intentó repetir, cuatro años después, la jugada perfecta de Graceland con The Rhythm Of The Saints, cambiando esta vez la influencia sudafricana por la brasileña, pero esta vez no alcanzó las mismas cotas. Aun así, el disco no estaba exento de grandes momentos como esa maravilla que lo abría, The Obvious Child, en el que los tambores de San Salvador se mezclaban a la perfección con otra de esas maravillosas melodías tan marca de la casa. En el resto del disco, más calmado, las congas y los bongos se integran en las melodías de Simon acompañado por la guitarra del camerunés Vincent Nguini, que ayuda a componer otra de las mejores canciones del disco, The Coast. También destaca la colaboración con Milton Nascimento, Spirit Voices, que vuelve a demostrar que es poseedor de una de las voces más bonitas que se hayan escuchado.
   

Stranger To Stranger (2016)
 

Con 75 años y 12 discos en solitario detrás de él, Paul Simon entregó el disco más experimental y audaz de su carrera, mezclando toques de electrónica, ecos, contrabajos jazz e instrumentos inventados con su maravillosa artesanía a la hora de escribir canciones. Simon suena en su salsa y rejuvenecido, con canciones como la estupenda Wristband, en la que habla con sutil humor de las injusticias del mundo, The Werewolf o Street Angel, que contiene un 'sample' distorsionado de una voz góspel, dando como resultado su mejor disco desde Graceland, una obra a la que vuelve con la juguetona Cool Papa Bell.
   

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