¡Premio gordo!

Por Paul Rigg

En 1981, la máquina tragaperras de Iron Maiden estaba en plena efervescencia y apareció con una línea de cerezas rojas brillantes en su segundo disco, Killers (2 de febrero de 1981; Harvest/Capitol Records).     

       

En primer lugar, Paul Di'Anno tuvo la oportunidad de mostrar su enorme rango vocal, antes de dejar la banda para ser reemplazado por Bruce Dickinson. En segundo lugar, Adrian Smith acababa de sustituir a Dennis Stratton, aportando su querida Gibson Les Paul Gold Top de 1972 y su talento como compositor. En tercer lugar, el cantante y el guitarrista estaban sólidamente acompañados por el batería Clive Burr, el bajista Steve Harris y el guitarrista "gemelo" Dave Murray. Y, por último, la banda, que estaba en el mejor momento de su vida, consiguió pescar al legendario productor Martin Birch (Deep Purple, Black Sabbath, Whitesnake), que ayudó tanto a concentrar la energía que el grupo estaba generando como a mantener la fuerza de las canciones en todo momento.
      

Merece la pena recordar el contexto en el que se produjo este disco único. En febrero de 1981, Phil Collins acababa de publicar su primer disco en solitario, Face Value; en abril, el grupo de pop británico Bucks Fizz ganó el Festival de Eurovisión con su canción Making Your Mind Up y en mayo Sheena Easton alcanzó el número 1 en las listas de Billboard de Estados Unidos con Morning Train (9 to 5). Fue precisamente en este contexto donde aterrizó el peligroso sonido heavy metal de Iron Maiden con Killers.
      

         

La ambición del álbum queda patente en el primer tema, The Ides Of March, que te hace sentir como si estuvieras contemplando un paisaje impresionante, antes de que la batería y la guitarra se pongan en marcha. Cuando el primer tema alcanza su punto álgido, el popular Wrathchild entra con su ritmo de ametralladora y su ataque de guitarra, seguido por el implacable impulso de la mordaz voz de Di' Anno.
        

Murders In The Rue Morgue
representa inicialmente un cambio de ritmo, pero poco a poco va in crescendo, con una letra fuera de la ley que a este crítico le recuerda al Hey Joe, de Hendrix, y a La Folie, de The Stranglers. "Ahora tengo que alejarme de los brazos de la ley, toda Francia me busca, tengo que encontrar el camino a través de la frontera con seguridad, por el sur hasta Italia", canta Di' Anno con emoción. Esto prepara el terreno para otras dos grandes canciones con letras oscuras y nihilistas, Innocent Exile y Killers, que ayudan a transformar este álbum en una obra maestra pionera y vanguardista.
       

        

Prodigal Son
supone otro cambio de ritmo y pone de manifiesto la calidad de la música de Iron Maiden, mientras que Purgatory y Drifter devuelven el álbum a sus raíces pesadas, con voces estridentes y extraordinarias melodías de guitarra.
      

Killers
fue el último álbum de Iron Maiden en el que participó Di'Anno, y aportó una estética punk a su sonido que nunca se repetiría. De hecho, todos los miembros de la banda estaban en plena forma, con un mérito especial para el ataque de las guitarras gemelas de Smith y Murray. Además, la banda se benefició de la producción de Birch, que permitió a los miembros un espacio creativo y mantuvo la cohesión del álbum. En resumen, todas las cerezas se alinearon en Killers, y el heavy metal ya no sería lo mismo. 
   

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