Una leyenda que lo sigue dando todo
Por Tom MacIntosh
Nacido en 1945, hijo de un astillero, y
educado escuchando country, blues y gospel, el joven Van Morrison fue un músico ambulante, tocando la guitarra y el
saxofón desde los 13 en distintas bandas hasta que formó Them en 1964. Ahora, 53 años después, con 37 discos en su haber,
dos premios Grammy, siendo parte del Rock and Roll Hall of Fame desde el año
93, hecho Caballero del Imperio Británico y muchas más distinciones, acaba de
publicar un nuevo disco en septiembre de 2017, Roll with the punches. Un título perfecto para una leyenda que lo
sigue dando todo.
Roll
with the Punches es una vuelta a sus raíces blues, en
la que reconecta con artistas como Bo
Diddley, Little Walter, Mose Allison, Sister Rosetta Tharpe y Leadbelly, influencias que escuchó de
niño en su radio. En el disco hay apariciones de gente como Georgie Fame, Chris Farlowe, Paul Jones
y Jeff Beck. Es una colección de
canciones autobiográfica que explora su relación con la música a través de las
muchas dimensiones de su voz conectada con el blues, el rock y el soul. La
frase que abre la canción titular (compuesta por Morrison y Don Black) "una cosa que he aprendido después de todos estos años es que tienes que
salvar tu alma, un montón de lágrimas, no trates de averiguar quién tenía la
razón y quien no, hay que mirar hacia adelante, eso es, tienes que encajar los
golpes, tienes que seguir la corriente" es un perfecto resumen de su
carrera a través de los años y los distintos géneros, una que se mantiene
fresca y viva, y que nos enseña cómo puede 'habitar' cualquier canción
manteniéndose fiel a su contenido. Transformation,
que interpreta con Farlowe, está llena de soul, lo mismo que el I Can Tell de Bo Diddley, que hará que
te muevas de un lado a otro. How Far from
God es un tema con un piano de honky tonk blues que recuerda a la mejor
tradición de los garitos de Chicago.
La armónica es el instrumento principal en el Stormy Monday de T-Bone Walker al que fusiona con el Lonely Avenue de Doc Pomus,
una canción que grabó su adorado Ray
Charles. Aquí suelta un solo de armónica que suena como un gallo de metal
oxidado, Jeff Beck añade una excelente guitarra. Otra versión es el clásico de Sam Cooke, Bring it on home to me. Esta es una rendición delicada donde la voz
de Sir Van está deliciosamente pausada y totalmente en armonía con las voces de
los coros. Claro que la verdadera protagonista de esta canción es la icónica
Fender Stratocaster de Beck que entrega un fantástico solo.
Pero la canción que más brilla es Goin' to Chicago (Count Basie/Jimmy Rushing) en la que le acompañan Georgie Fame y Chris Hill que mete una magnífica línea
de bajo en su espina dorsal. Morrison y Fame dialogan cantando, un toma y daca,
Sir Van canta "yendo a Chicago,
siento no poder llevarte" y Georgie responde "vengo de Chicago, Chi-town es mi ciudad".
El efecto es encantador, dos cantantes enormes intercambiando fraseos a la
perfección.
"Las
canciones de Roll With the Punches, ya las haya escrito yo o no, están
orientadas a la interpretación. Cada canción es como una historia y yo estoy
interpretando esa historia. Eso se ha ido olvidando con los años porque la
gente tiene a sobre-analizar las cosas. Yo ya era un intérprete antes de
comenzar a escribir canciones, y siempre he sentido que eso es lo que hago"
ha declarado sobre este lanzamiento.
Van Morrison ha estado extendiendo su música
de manera remarcable durante décadas, con 72 años, el hombre que nos ha dado
tan sentidas canciones como Tupelo Honey,
Have I Told You Lately o Crazy Love,
que ha unido a amantes a lo largo de todo el mundo, sigue siendo tan adorable
como siempre ha sido. Este es un buen disco para apuntar en la lista de
Navidad. Es un bonito disco para quedarse.