'Wasting light' de Foo Fighters, recobrando su mejor forma
Por Sergio Ariza
Si el disco/documental 'Sonic Highways' (mucho mejor documental que disco) probaba algo es
que las influencias de Dave Grohl se
balanceaban entre el rock clásico y la escena alternativa y hardcore de la que formó parte. Alguien
que ama con la misma intensidad a los Beatles
y a Hüsker Dü, y que se balancea
entre la búsqueda del hazlo tú mismo y el rock de estadio. Si tenemos en cuenta
eso puede que 'Wasting light' sea el
disco más Foo Fighters de todos. Lo
que es evidente es que se trata de su mejor disco desde The colour and the shape en 1997.
Los otros dos hechos principales que definen
este disco son que la formación se amplía con la vuelta del guitarrista
original de la banda (y también de los últimos tiempos de Nirvana) Pat Smear al
grupo, con lo que la banda pasa a tener tres guitarristas y que Grohl decide
volver al sonido más áspero de los primeros discos grabando en analógico en el
garaje de su casa. La reincorporación de Smear al estudio de grabación (ya
había vuelto para la presentación de 'Echoes,
Silence, Patience, & Grace') le da a la banda más fuerza y agresividad,
a pesar de que los Foo Fighters no sean la típica banda que se enzarza en
solos, cada cual cumple su papel a la perfección, el propio Grohl se encarga de
grabar la base con su Gibson Trini Lopez Standard Custom junto al batería Taylor Hawkins, luego Chris Shiflett añade las florituras con
su Fender Telecaster Custom del 62 y, posteriormente, Pat Smear completaba,
normalmente, con su Hagstrom baritona, para dar un sonido distinto y más duro
que el de las otras dos.
Por otra parte, el hecho de que decidieran
grabar en analógico en el garaje de la casa de Grohl llevó a que el disco se
ensayara en directo. Era una pretendida vuelta a sus raíces, buscando un sonido
crudo y poco alterado, para el que decidió contar con Butch Vig, el productor del 'Nevermind'
de Nirvana, como productor. El resultado es un disco mucho menos limpio y más
energético que los anteriores pero sin dejar de sonar absolutamente a disco
profesional de rock, más cercano a Led
Zeppelin que a Bad Brains.
El disco se abre con la abrasiva 'Bridge burning' y los toques 'zeppelinianos' de 'Rope'. El mejor momento llega con 'Dear Rosemary' una canción en la que pagan el tributo debido a Bob Mould, líder de los fundamentales
Hüsker Dü, un grupo sin el que la explosión de la música alternativa nunca
hubiera ocurrido. Aunque la aparición más especial del disco es la de Krist Novoselic, su ex compañero en
Nirvana, que toca el bajo y el acordeón en 'I
Should Have Known', una canción en la que lidia con el dolor por el
suicidio de Cobain. También destacan 'Walk',
'Back and forth', 'These days' o 'Armandria' que demuestran el gancho para la melodía de Grohl, puro
Foo Fighters, su sonido destilado, con las dos últimas volviendo a la fórmula
fuerte/pausado de los Pixies.
Mientras, 'White Limo' demuestra que
después de tantos años, y millones de discos vendidos, a Grohl todavía le gusta
el hardcore de su juventud.
'Wasting
light' no abre ningún nuevo camino pero como una
vuelta a lo que mejor saben hacer, notables canciones rock con coros pegadizos,
en deuda con sus grandes héroes, es el que mejor define a la banda.
Evidentemente Grohl no es Cobain, ni Mould, a la hora de escribir canciones
pero eso no impide para que tenga un indudable gancho para entregar canciones
adictivas en las que se mezclan las melodías de los Beatles, el sonido
alternativo y la fuerza del rock de estadio.
(Imágenes: ©CordonPress)