Muddy Waters, el Rollin’ Stone original
Por Sergio Ariza
El blues tuvo un hijo y lo llamaron rock and
roll, claro que la criatura fue bastarda y tuvo más de un padre. Entre ellos,
uno de los más importantes fue McKinley
Morganfield, mejor conocido como Muddy
Waters, nacido un 4 de abril de 1913 (o 1915), que fue el eslabón principal
entre el blues del Delta y el rock, o, si lo prefieren, entre Robert Johnson y Chuck Berry. El blues y el rock siempre estarán en deuda con el
'Rollin' Stone' original.
Nacido en el Delta del Mississippi, Muddy
Waters no tuvo su primera guitarra hasta los 17 años, fue una Stella que le
costó dos dólares y medio, fue con ella con la que comenzó a ganarse la vida
imitando a los ídolos locales como Son
House, el que más le influyó, o el mítico Robert Johnson. Pero no fue hasta bastante después cuando le surgió
su primera gran oportunidad. En agosto de 1941 Alan Lomax se dirigió al Delta para grabar para la librería del
Congreso a artistas de blues rurales negros, gente como Son House y Robert
Johnson. Este último llevaba varios años muerto pero sí que pudo grabar al
primero y a un joven Muddy Waters del que dejó constancia en varias
grabaciones. Un poco después le envió un par de copias y 20 dólares como pago.
Muddy no podía estar más contento, sonaba como un profesional, el tiempo pasado
escuchando a sus ídolos había dado su fruto. La primera canción que dejó
grabada decía mucho de su sonido, 'Country
blues'. Pero, a pesar de su enorme calidad, esa no fue su gran contribución
al género, ahora tocaba como un bluesman
profesional pero solo era otro más dentro de la línea de los grandes del Delta.
Pero en 1944 se mudó a Chicago donde encontraría su sonido y definiría el
sonido del blues eléctrico para siempre.
Durante su primera época allí trabajaba de día
y actuaba de noche. Su gran oportunidad se la dio Big Bill Broonzy, el principal bluesman de la ciudad, que le dejaba
abrir sus conciertos. Fue en esa época cuando se compró su primera guitarra
eléctrica y se buscó su primera banda. Para 1946 esta incluía a dos futuras
leyendas como Little Walter a la
armónica y Jimmy Rogers a la segunda
guitarra. Al final de ese año comenzó a grabar para Aristocrat, una
discográfica fundada por los hermanos Leonard
y Phil Chess que en breve cambiaría
su nombre por el apellido de los hermanos y se convertiría en la Meca absoluta
del blues eléctrico.
Las primeras grabaciones que comenzaron a
ganarle un nombre fueron ‘Gypsy Woman’
y ‘Little Anna Mae’, grabadas en 1947
con el único acompañamiento de Sunnyland
Slim al piano. Al año siguiente llegarían sus primeros éxitos con ‘I Can't Be Satisfied’ y ‘I Feel Like Going Home’, su maestría con
el ‘slide’ quedaba clara y el blues
de Chicago encontraba a su Mesías. En 1950 se hacía efectivo el cambio de
Aristocrat a Chess Records y como segunda entrada de su catálogo aparecía ‘Rollin’ Stone’, una canción que 12 años
después serviría para dar nombre a “la banda de rock más grande de todos los
tiempos”.
Su posición como la figura más importante del
género se demostraba no solo en el estudio de grabación sino en los escenarios
locales donde Muddy y su banda alcanzaron el estatus de leyenda. Además de los
nombrados Walter y Rogers, acompañaban a Waters, Baby Face Leroy en la batería y el gran Otis Spann en el piano. Conocidos como los ‘Headhunters’ (los
cazadores de cabezas) se paseaban por todos los garitos de Chicago en los que
tocaba otra banda y cuando estos terminaban pedían a los dueños subirse ellos.
Para cuando la noche había terminado, los Headhunters ya se habían adueñado de
otro escenario (y de otro puesto de trabajo).
A pesar de todo en Chess no le dejaron grabar
con su banda de directo hasta el 52 o 53, siendo ‘Mad love’ la primera aparición del piano de Otis Spann en una
grabación de Muddy Waters. Para esa época Little Walter ya era una estrella por
cuenta propia habiéndose convertido en el más importante armonicista eléctrico
de la historia del blues. Eso sí, los
Chess seguirían llamándole y pagándole cada vez que Muddy Waters realizaba una
sesión de grabación.
También durante esa época aparece en Chicago
la única figura capaz de rivalizar con Waters por el título de Rey del blues de
Chicago, Howlin’ Wolf. A su llegada
a la ciudad Wolf se hospedó en la casa de Waters pero pronto comenzó una
rivalidad que, a pesar de ser amistosa, recordaría a la que tuvieron sus
mentores del Delta antes que ellos, Son House y Charley Patton. El resultado depende de gustos pero lo que queda
claro es que la rivalidad les hizo mejores y su competitividad hizo de aquellos
años la edad de oro del blues eléctrico. Si Wolf era un líder profesional que
exigía a su banda que vistieran correctamente y no fumaran ni bebieran en el
escenario, la banda de Muddy solía subir borracha al escenario, con su líder a
la cabeza. No en vano, les llamaban la Muddy Waters Drunken Ass Band. La
rivalidad también tuvo un importante elemento de fricción en la figura de Willie Dixon. El joven bajista se había
convertido en el principal compositor de Chess y daba canciones tanto a Waters
como a Wolf, para el primero fueron ‘I
Just Want To Make Love To You’ o ‘Hoochie
Coochie Man’, mientras que el segundo se quedaba con ‘Little red rooster’ o ‘I
ain´t superstitious’. A pesar del excelente nivel de las últimas Wolf
siempre sospechó que Dixon le daba las mejores canciones a Waters. Tanto es así
que ‘Hoochie Coochie Man’ se
convirtió en una de sus canciones insignia e hizo que otro joven recién llegado
a Chess diese con su propio sonido. Se trataba de Bo Diddley que conseguiría el éxito con ‘I’m a man’. El rock and roll estaba llegando pero Muddy Waters no
se iba a quedar atrás y cogería el homenaje/robo de Diddley y se lo devolvería
con ‘Mannish Boy’, otra de sus
canciones estrella.
Claro que si su sonido fue uno de los grandes
pilares sobre los que se sustentó el rock and roll, puede que su mayor contribución
al género viniera en mayo de 1955 cuando le sugirió a un recién llegado a la
ciudad, Chuck Berry, que fuera de su parte a visitar a Leonard Chess. “El blues tuvo un hijo y lo llamaron rock and
roll” diría en una de sus canciones posteriores, si cambian blues por Muddy
Waters y rock and roll por Chuck Berry, también vale.
Pero volviendo a la carrera de nuestro
protagonista, mientras sucedía la explosión mundial de la nueva música, Muddy Waters
seguía entregando clásico tras clásico, en 1956 llegarían gemas como ‘Trouble No More’, ‘Forty Days & Forty Nights’ o ‘Don't Go No Farther’. En diciembre de ese año también grabaría otra
de sus canciones más icónicas, ‘Got my
mojo working’ que supuso la primera aparición de su nuevo armonicista en
sustitución de Walter, James Cotton.
El advenimiento del rock and roll le fue
alejando de las listas de éxito pero su material de finales de los 50 siguió
siendo tan bueno como de costumbre con canciones como ‘Walking Thru the Park’, con un solo cercano al nuevo género. La
nueva década no pudo empezar de mejor forma con la aparición del mítico disco
de directo ‘At Newport 1960’ que
recoge su actuación en aquel festival acompañado de una banda de lujo, el fiel
Otis Spann al piano, James Cotton a la armónica, Andrew Stevens al bajo, Francis
Clay a la batería y otro mito de la guitarra, Pat Hare. En ese disco, como en la mayoría de su carrera, Muddy
toca una Fender Telecaster, pero se trata de una dorada de los 50 en vez de su
legendaria Telecaster roja que utilizó desde finales de los 50 hasta su muerte
en 1983. Para más confusión en la portada del disco aparece sosteniendo una
semiacústica que pertenecía a su colega John
Lee Hooker.
Pero tras su arrollador inicio los 60 vieron
flaquear por primera vez al gigante del blues, a pesar de canciones como ‘You shook me’ o ‘I need love’, de las que Led
Zeppelin tomarían notas, o discos como ‘Folk
singer’, el cantante y guitarrista comenzó a dar pasos en falso apuntándose
a algunas de las modas del momento como en ‘Muddy
Waters Twist’ o, cerca ya del final de la misma, con ‘Electric Mud’, un
disco en el que se incorporaban guitarras a lo Hendrix y un poso psicodélico que no le iba demasiado bien a su voz
y su música.
Pero, como en las grandes historias, Muddy
Waters todavía no había dicho su última palabra y los 70 le vieron renacer.
Primero estuvo su espléndida actuación en ‘El
último Vals’, el concierto de despedida de The Band en el que Waters aparecía junto a la plana mayor del rock
de los 60, Dylan, Neil Young, Van
Morrison o Eric Clapton,
haciendo una excelente versión de su ‘Mannish
boy’ y luego vino otro de sus discos imprescindibles, ‘Hard again’, en el año 1977, producido por Johnny Winter, que también tocaba la guitarra en el disco, y con
James Cotton a la armónica. Fue como si Waters hubiera vuelto a encontrar su
voz, sonando en plena forma en canciones como 'The Blues Had a Baby and They Named It Rock And Roll, Pt. 2' o una
increíble relectura del 'Mannish boy'.
Durante los años siguientes Waters giró sin
parar recibiendo el cariño de un público que le reconocía como la gran figura
del blues de Chicago. Finalmente el 30 de abril de 1983 su corazón dejó de
latir. Eso sí, su música siguió tan viva como siempre. Él fue el responsable de
sacar al blues del campo y enchufarlo en la ciudad, sin su aportación sería
imposible el rock and roll y su enorme legado se puede rastrear en gente como
Chuck Berry, los Rolling Stones, Eric Clapton, los Allman Brothers, Led Zeppelin o Jimi Hendrix. Su amuleto sigue
funcionando después de muerto.