Los dos discos fundamentales de la carrera de la ‘bala de cañón tejana’

Por Sergio Ariza

Diciembre es un mes perfecto para hablar de los Reyes Magos. Y si es para hablar de los Reyes Magos del blues; BB, Albert y Freddie; mucho mejor. El último nos dejó hace 40 años, un 28 de diciembre de 1976, en el que su cuerpo dijo basta tras una vida en la carretera, a un ritmo de más de 300 conciertos al año y a una dieta basada en 'bloody marys' y póker. Con él se fue uno de los mejores guitarristas de su generación pero también una de las grandes voces del blues. Sus dos discos más conocidos e importantes son Let’s Hide Away And Dance Away With Freddie King y Getting Ready, a los que les separan 10 años.  

El primero es una joya de blues instrumental, situado al comienzo de la carrera solista de King. Este había comenzado pronto su carrera profesional, al dejar su nativa Texas por Chicago, el lugar en el que el blues se estaba electrificando. Allí tocó para gente como Little Walter, Jimmy Rogers o Hound Dog Taylor, pero cuando decidió probar suerte en el gran sello de blues de la época, Chess Records, le rechazaron diciendo que sonaba demasiado similar a BB King. A pesar de todo en 1959 consiguió un contrato en Federal gracias al pianista Sonny Thompson. Allí debutó con la grabación original de Have you ever loved a woman, una canción que se convertiría en una referencia para uno de sus admiradores más conocidos, Eric Clapton. 'Mano Lenta' también incluiría entre su repertorio la canción que se convertiría en la pieza más significativa del artista, Hide away, un blues instrumental, grabado en 1961, que llegaría a las listas de éxito pop, territorio casi vedado para los artistas blues a principios de los 60. Su repercusión hizo que King y Thompson decidieran grabar un disco entero de canciones instrumentales, llamado Let’s Dance Away And Hide Away With Freddie King. Allí se incluían piezas como San-Ho-Zay o Sen-Sa-Shun que Jerry García de los Grateful Dead, consideraría claves en su carrera. También otras como 'The stumble' que se convertiría en un estándar blues y recibiría versiones de John Mayall, Yardbirds, Jeff Beck o Peter Green. Su estilo de tocar a lo largo del disco influyó en varias generaciones de guitarristas como el propio Clapton o Stevie Ray Vaughan. En el se mezclaba el estilo eléctrico de Chicago con los sabores tejanos de su estado natal, en especial de su adorado Sam 'Lightnin’' Hopkins. El musculoso tono de su Gibson Les Paul Gold Top ha sido imitado muchas veces.
 

    

Diez años después apareció Getting Ready, un disco muy distinto, en el que la voz de King es tan protagonista como su guitarra y en el que se nota todo lo ocurrido en esos diez años. Principalmente la consolidación del rock con la aparición de los grupos británicos que descubrieron la música de los negros americanos a muchos de sus compatriotas. King vive una segunda juventud, que ya había comenzado en los discos que grabó para King Curtis a finales de los 60. El disco fue el primero que grabó para Shelter Records, el nuevo sello que había creado Leon Russell. Juntándose con unos cuantos grandes músicos, entre ellos el propio Russell al piano, King hace un disco en el que los nexos entre el blues y el rock de los últimos años se hacen evidentes, como se comprueba en Going down, uno de los momentos más intensos del disco, soul y rock se dan de la mano en este tema en el que King aúlla con su voz y puntualiza con su guitarra. El tema fue escrito para la ocasión por Don Nix, ex componente de los Mar-Keys junto a Steve Cropper o 'Duck' Dunn. Precisamente este último es otro de los protagonistas de la canción, con su poderoso bajo marcando el ritmo.
 

Otros momentos destacados son el inicio con Same old blues, blues-soul en la onda de Bobby 'Blue' Bland, las versiones acústicas del Dust my broom de Elmore James y Walking by myself de Jimmy Rogers, el trabajo de su guitarra en Key to the highway, el tributo a sus maestros, especialmente Howlin' Wolf, en Living in the highway, la increíble Tore down en la que están los mejores guiños a su primera etapa y el punto funky de la autobiográfica Palace of the King

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