Tom Petty & The Heartbreakers – Damn The Torpedoes (1979): Perdedores con suerte

Por Sergio Ariza

En 1979 Tom Petty estaba a la puerta de los 30 años y en plena batalla legal con su compañía de discos, a pesar de que su segundo trabajo, You're Gonna Get It, publicado un año antes, había vendido bien, Petty estaba harto de telonear a otras bandas y había decidido convertirse definitivamente en una estrella del rock al frente de su banda, los Heartbreakers. El problema es que eran un grupo tan particular que estaban en una especie de tierra de nadie en un momento en el que todo se definía por el género, eran demasiado mayores para pasar por Nueva Ola o punk, no eran tan duros como AC/DC o Van Halen, ni tan suaves como Fleetwood Mac y ya eran demasiado viejos para ser el futuro del rock & roll como Springsteen, además él quería ser el presente.  

   

Aun así, se les englobó de grupo 'heartland rock' como al autor de Born To Run, aunque tenían un poco de todos los anteriores, eso sí, que Petty decidiera que Jimmy Iovine, que había trabajado con Springsteen, fuera el productor me dice que Petty también veía la conexión, aunque lo que más le atraía de Iovine era lo que había hecho con Patti Smith, dándola un enorme éxito con Because The Night. El flechazo fue mutuo y cuando Iovine escuchó las maquetas de Refugee y Here Comes My Girl miró con asombro a los miembros de la banda y les dijo "¡vamos a ser todos millonarios!".    

Y es que Damn The Torpedoes no suena como un disco al uso sino como un recopilatorio, lo primero que hacen es cogerte por la solapa y no soltarte con una de las mejores canciones de su carrera, Refugee, puro rock & roll clásico, con Mike Campbell, co-compositor junto a Petty, tirando la casa abajo con una Telecaster conectada a un Marshall. Sin dejar respiro suena Here Comes My Girl, la canción que Campbell compuso con la Rickenbacker 625 con la que aparece Petty en la portada, con su icónica introducción de batería y su reconocible estribillo, uno que llega después de esas estrofas contadas, que no cantadas, por Petty.     

   

Pero es que luego suena el estribillo más icónico (y rock & roll) de la banda "Even the losers get lucky sometimes", con el incendiario solo, a là Chuck Berry, de Mike Campbell. Para ser unos perdedores no está nada mal, tres canciones, tres ases ganadores. Pero es que el resto del disco no desmerece para nada, queda incluso el que fue el sencillo de presentación y primera canción de Petty y los Heartbreakers en el Top Ten del Billboard, Don't Do Me Like That. Por no hablar del resto de canciones, menos conocidas, que están a la altura de los sencillos, cosas como Shadow Of A Doubt, que parece una canción perdida de los Wilco de Being There (pero publicada 20 años antes), Century City, puro rock & roll o Lousiana Rain, que suena a los Stones más clásicos.    

Al final al hombre al que le encantaba hablar de la belleza de los perdedores se encontró con un repóquer de ases en la mano y ganó finalmente la partida. Eso sí, lo hizo siguiendo sus propios términos, logrando el contrato que quería con su compañía, uno mucho más beneficioso en lo económico y que le daba mucha más libertad creativa, también consiguió que, ahora que por fin se había convertido en una estrella, la compañía no cobrase más por sus discos y, por supuesto, se convirtió en esa estrella que todo el mundo que hubiera escuchado a sus canciones sabía que era. Y siguió siendo un perdedor en el corazón, aunque ahora estuviera forrado, pero incluso los perdedores a veces tienen suerte.  

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