Motörhead - Ace Of Spades (1980) - Pisando el acelerador
Por Sergio Ariza
Para 1980 Motörhead no solo había perfeccionado su sonido gracias a sus dos discos del año anterior, Bomber y Overkill, sino que habían alcanzado el ansiado éxito, tras transitar ese largo camino a la cima del que hablaban AC/DC. Lemmy Kilmister y los suyos ocupaban un extraño espacio entre el heavy metal y el punk y en sus múltiples conciertos, en los peores garitos del mundo, se mezclaban tipos con camisetas de Judas Priest con otros con cresta seguidores de los Sex Pistols. Pero a este trío de hunos y a su particular Atila les daba igual, lo suyo no era poner etiquetas sino tocar el rock & roll más rápido y salvaje que se pudiera, beber como si no hubiera un mañana y follar entre bastidores. Motörhead era la personificación, para lo bueno y lo malo, de ese eslogan que gritaba sexo, drogas y rock & roll.
En 1980 habían alcanzado su pico, a Lemmy solo le salían grandes canciones y su voz seguía sonando como alguien que tuviera papel de lija en la garganta y se hubiera bebido una botella de whisky de un trago, por su parte Phil 'Philthy Animal' Taylor no bajaba el pie del acelerador en ningún momento y la Strato (con una Dimarzio SDS-1 en el mástil, una humbucker DiMarzio X2N en el puente y la original de Fender en la posición de medios) de 'Fast' Eddie Clarke se lanzaba como un kamikaze a esos solos de puro rock & roll acompañados por el Rickenbacker de Lemmy, con los agudos al máximo y los graves al mínimo, que sonaba como una ametralladora en acción.
El gran cambio con sus dos anteriores discos, junto a los que forma la trilogía indispensable en estudio de la banda, fue el cambio en la silla de productor, cambiando a Jimmy Miller por Vic Maile, alguien que, como Lemmy, había trabajado con Jimi Hendrix y que le dio a la banda un sonido más accesible sin perder un mínimo de energía y crudeza. Además Lemmy había juntado la mejor colección de canciones de su carrera, trallazos como Love Me Like A Reptile, salvaje y explosiva, (We Are) The Road Crew, en la que rememoraba sus días como roadie de Hendrix, Jailbait, con un gran riff, la icónica The Chase Is Better Than The Catch, la volcánica The Hammer o, por encima de todas, el gran himno de la banda, Ace Of Spades, lo más parecido a un éxito que tuvieron y la canción por la que siempre se les iba a recordar, con un riff de apertura tocado a una velocidad vertiginosa, que podría anunciar el fin del mundo.
El resultado fue el mayor éxito de la carrera de la banda y trajo consigo la más mítica de sus giras, la que se vería reflejada en el disco más recordado de la formación histórica de Motörhead, No Sleep 'Til Hammersmith. Normal si tenemos en cuenta que este disco era una descarga de adrenalina capaz de reanimar a un cadáver, algo así como conducir a 250 kilómetros por hora al lado de un precipicio lleno de curvas cerradas, sin quitar nunca el pie del acelerador. No era lo más inteligente del mundo pero era tan excitante como dar un salto mortal sin red.