El infierno tendrá que esperar
Por Sergio Ariza
Normalmente, un disco de Ozzy Osbourne siempre es bienvenido en Guitars Exchange, pero si ponemos que en su nuevo trabajo uno de los padres fundadores del Heavy colabora con siete guitarristas a los que hemos dedicado uno de nuestros especiales de leyenda, entonces estamos ante un verdadero acontecimiento, una obra en la que la voz del Príncipe de las Tinieblas colabora con gigantes como Eric Clapton, Jeff Beck, Mike McCready de Pearl Jam, Josh Homme de Queens Of The Stone Age, Dave Navarro de Jane's Addiction y Red Hot Chili Peppers, su colaborador habitual Zakk Wylde y, por primera vez fuera de Black Sabbath, el guitarrista más importante de su carrera, el señor del riff, Tony Iommi.
Y la cosa pudo haber sido todavía más legendaria si Ozzy hubiera conseguido la última pieza del mítico trío de guitarristas que pasaron por los Yardbirds, si Jimmy Page hubiera contestado su llamada, pero el líder de Led Zeppelin no respondió. Eso sí, no solo los guitarristas son legendarios y es que el resto de músicos que acompañan a Ozzy en este Patient Number 9 son de primera fila, estamos hablando de Chad Smith de Red Hot Chili Peppers y el añorado Taylor Hawkins de Foo Fighters a la batería, Robert Trujillo de Metallica, Duff McKagan de Guns N’ Roses y Chris Chaney de Jane’s Addiction al bajo, una locura del plantel con el que el ex cantante de Black Sabbath ha confirmado que sigue bien vivo y coleando.
Y es que las últimas noticias sobre su salud habían sido preocupantes, tanto es así que esta vez Ozzy, que lleva retirándose casi desde el principio de su carrera en solitario, parecía que iba en serio y que Ordinary Man, su anterior disco, iba a ser su despedida final. Pero no lo ha sido y aquí suena revitalizado por la compañía, entregando un disco notable y desafiante con el que deja claro que el espectáculo debe continuar.
Es maravilloso escuchar su voz sobre la guitarra de un Clapton que también suena revitalizado, y es que el Dios de la guitarra, en concreto su grupo Cream, fue una de las influencias principales de los Sabbath, por eso pone los pelos de punta escuchar ese solo con wah wah, y mucho sabor a Cream, de Clapton en One Of These Days, eso sí, como no podía ser de otra forma, lo mejor llega en sus dos colaboraciones con Tony Iommi, una combinación totalmente explosiva que vuelve a funcionar como en los mejores tiempos.
La mejor del dúo de canciones con Iommi es Degradation Rules, con varios potentes riffs y un Ozzy en plena forma, atreviéndose incluso a meter una armónica blues que nos lleva de vuelta a los Sabbath más clásicos, puede que estemos ante una de las mejores canciones de su carrera en solitario. Está claro que hay voces y guitarras que nacen para sonar juntas y en el caso de Ozzy y Iommi y su SG ése es el caso.
Eso sí, tampoco están nada mal las aportaciones de Jeff Beck, remitiéndose a su pasado psicodélico en A Thousand Shades, o Wylde, por ejemplo en el potente sencillo Nothing Feels Right.
Aunque es evidente que el disco cojea un poco al final, es una gran noticia que Ozzy Osbourne, una de las figuras más importantes de la historia del rock duro, siga en este gran estado de forma, esto ya no suena a despedida sino a sincera declaración de que Ozzy no se va a ninguna parte, el infierno tendrá que esperar.