Walter Becker, gran músico, cero ego

Por Sergio Ariza

Walter Becker y Donald Fagen deben ser dos de las estrellas de rock más inusuales de todos los tiempos, a pesar de liderar Steely Dan, una de las bandas más famosas de los 70, con millones de copias vendidas, ambos siempre pusieron por delante su música y sus composiciones a sus egos como músicos. Quizás es todavía más evidente en el caso de Becker, que no cantaba como Fagen, y que era capaz de dar un paso atrás y dejar las seis y las cuatro cuerdas a quien fuera si la canción lo requería, llegando a declarar "no me importa si toco o no en nuestros discos si alguien más puede darnos el sonido que buscamos".   

Y no es que fuera un mal guitarrista por ningún lado, sino que sabía lo que era mejor para cada canción, y entre ellas había verdaderos caramelos muy golosos para guitarristas de los que salieron algunos de los solos de guitarra más míticos de su época, como el de Elliott Randall en Reeling In The Years, el de Jeff 'Skunk' Baxter en Rikki Don't Lose That Number, el de Larry Carlton en Kid Charlemagne, el de Jay Graydon en Peg o el del propio Becker en Bad Sneakers. Y es que, a pesar de contar con algunos de los mejores guitarristas de sesión de todos los tiempos, como los nombrados u otros como Rick Derringer, Denny Dias, Hugh McCracken o Mark Knopfler, Becker también se permitió algunos momentos de lucimiento como en la mencionada o las maravillosas Black Friday, Pretzel Logic, Home At Last o Josie, y eso sin olvidar su habilidad como acompañante o su trabajo como bajista en los primeros discos de la banda.
   

El caso es que Becker nació en el barrio de Queens en Nueva York el 20 de febrero de 1950 y su interés por la música surgió pronto, primero decantándose por el saxofón y luego pasando a la guitarra, un instrumento que le ayudaría a dominar su vecino, Randy California, que acabaría tocando con Hendrix y formando la banda Spirit. Fue el inicio de su fascinación por las seis cuerdas, una afición que le duraría toda la vida y que le llevaría a acuñar el término G.A.S., que significaba Guitar Acquisition Syndrome, o lo que es lo mismo que el síndrome de adquirir guitarras, que se terminó adaptando como síndrome de adquisición de equipo ("Guitar Acquisition Syndrome") que es algo que muchos de los que leen esta página (y trabajan en ella) conocen a la perfección.
    

   

Becker, que además acabó siendo millonario, no tuvo problema en engordar su colección que se acabaría vendiendo por varios millones de dólares después de su muerte, algo normal si tenemos en cuenta que ha tenido, y tocado, casi todo. Por poner unos pocos ejemplos, una Fender Duo-Sonic del 57, una Stratocaster del 61, una Martin 00 del 28, una Gibson Les Paul Special del 57 e incluso su propio modelo, una Sadowsky Walter Becker Signature.   

Pero mucho antes de que adquiriera la mayoría de esos modelos se produjo el encuentro más importante de su vida cuando conoció a Donald Fagen en 1967. Becker estaba practicando con su guitarra cuando el cantante y teclista pasó a su lado y se puso a escucharle, su recuerdo dice mucho de ambos: "Escuché a este tipo practicando, y sonaba muy profesional y contemporáneo. Sonaba como, ya sabes, como una persona negra, realmente". Y es que ambos eran hijos del rock y la música soul, pero su no tan secreta pasión era la música jazz. Lo primero que le dijo Fagen nada más terminar fue "¿quieres formar una banda?". Cualquier fan de Steely Dan sabe la respuesta.
   

Eso sí, los inicios fueron duros, durante su estancia en la universidad formaron varias bandas, en una de ellas llegando a contar con el cómico Chevy Chase de batería, pero no lograron profesionalizarse hasta que dejaron los estudios y se mudaron a Brooklyn para ofrecer sus canciones en el mítico Brill Building. Era 1969 y las cosas tampoco fueron como pensaban, consiguieron un trabajo para hacer la banda sonora de una película de Richard Pryor e incluso llegaron a grabar un disco con Linda Hoover, con varias canciones del dúo pero el resultado no vería la luz hasta este mismo año. Al final terminaron aceptando la oferta de Jay and the Americans de irse con ellos como músicos de gira. Sus hábitos beatniks y su constante ingesta de marihuana llevó al cantante de la banda a apodarles "los Charles Manson y Charles Starkweather del rock & roll".
   

Todo cambió cuando se mudaron a Los Ángeles y el productor Gary Katz decidió apostar por ellos. Sus canciones eran demasiado complejas para otros artistas. así que Katz les permitió grabarlas ellos mismos, Becker y Fagen, que ya llevaban un buen tiempo dentro de la industria reclutaron una gran banda con músicos como Denny Dias y Jeff "Skunk" Baxter a las guitarras, Jim Hodder a la batería y el cantante David Palmer, principalmente contratado porque al tímido Fagen no le gustaba cantar en directo. Con Fagen como cantante principal y encargándose de los teclados y Becker haciéndose cargo del bajo, por esa época un Gibson Thunderbird IV, Steely Dan comenzó a grabar su disco de debut, Can't Buy a Thrill.
    

     

A pesar de tener dos guitarristas excepcionales como Baxter y Dias, Becker y Fagen comenzaban a demostrar que no se casaban con nadie dándole el solo de la mejor canción del disco, la explosiva Reelin' In the Years, a un músico de sesión, un Elliott Randall que entregaba el solo favorito de todos los tiempos del mismísimo Jimmy Page.
   

El disco fue un gran éxito, apoyado principalmente por dos sencillos de éxito, Do It Again y la propia Reelin' In the Years. Al año siguiente aparecería Countdown to Ecstasy, con Palmer ya fuera después de que Katz y Becker convencieran a Fagen de que su voz era mucho más apropiada para el proyecto. Dias y Baxter se lucen en la espléndida Bodhisattva pero Becker y Fagen vuelven a preferir a otro guitarrista, en este caso el gran Rick Derringer, para lucirse con el slide en Show Biz Kids.
   

Su sofisticada mezcla de rock, jazz y pop, con un poco de blues volvía a demostrarse una fórmula ganadora pero no todos estaban contentos en la banda, los miembros que no aportan composiciones, todos menos Becker y Fagen, quieren salir más de gira, mientras que los dos principales no están por la labor, todo ello culminara con la salida de todos ellos, eso sí, no sin antes grabar el mejor disco hasta la fecha de la banda, Pretzel Logic, en el que; a la vez que se ahonda en las influencias jazz, con esa introducción sacada del Song For My Father de Horace Silver, la versión de Duke Ellington o el homenaje a Charlie Parker; también se ahonda en su vía más pop y en canciones más cortas y accesibles, como el gran éxito Rikki Don't Lose That Number o la maravillosa Any Major Dude Will Tell You.
   

Es también el disco en el que Becker hace su debut como guitarrista solista con la canción titular, después de que la incorporación de Chuck Rainey como bajista de sesión hiciera que este decidiera que éste aportaba mucho más que él mismo. El número de músicos de sesión se amplía con gente como el mencionado Rainey, Jim Gordon, Jeff Porcaro, Timothy B. Schmit, Dean Parks o Michael Omartian. Steely Dan, a partir de ahora, será solo cosa de dos, eso sí con la ayuda inestimable de grandes músicos y la labor en la mesa de Katz y el fundamental ingeniero Roger Nichols, uno de los responsables, junto al perfeccionismo del dúo titular, de que los discos de Steely Dan sean considerados casi perfectos en cuanto a sonido.
    

     

En Katy Lied, de 1975, se encuentran dos de los mejores momentos de Becker como guitarrista solista, en las dos primeras canciones, Black Friday y la imprescindible Bad Sneakers, una perfecta muestra de su estilo, nada llamativo, ni rimbombante pero increíblemente hábil, comedido y sorprendente. Fue también el disco en el que hizo su primera aparición el fundamental Larry Carlton que hizo el solo de Daddy Don't Live in That New York City No More. Su huella se notaría mucho más en el siguiente disco, The Royal Scam, donde dejaría el mítico solo de la increíble Kid Charlemagne, una de las mejores canciones de su catálogo.
    

Y así llegamos a 1977 donde grabaron su obra maestra absoluta, el imprescindible Aja. Fagen y Becker se encontraron con siete de las mejores canciones de su carrera, entre ellas la irresistible Peg, la majestuosa canción titular, la intrincada Deacon Blues o Josie, otro de los grandes momentos de Becker a la guitarra, además de lograr una producción prácticamente perfecta, con una nómina de músicos invitados realmente increíble, gente como Steve Gadd, Larry Carlton, Wayne Shorter, Michael McDonald o Chuck Rainey, que junto al dúo protagonista lograron la más perfecta y sofisticada unión entre la música pop/rock y el jazz. Si hay alguien con vocación de ingeniero de sonido este es el disco que debe aprenderse de arriba abajo.
   

Todavía quedaba el notable Gaucho, que salió en 1980, pero en ese momento los problemas personales les habían alcanzado y su relación ya no era la misma, Becker estaba enganchado a varias drogas y su novia murió de sobredosis, poco después fue atropellado y acabó varias semanas en un hospital.
   

Steely Dan se separaron en 1981 y aunque hubo una segunda aventura juntos antes de la muerte de Becker un 3 de septiembre de 2017, una aventura que dejó un par de discos interesantes, lo más importante de sus carreras se reúne en esos primeros siete discos que siguen siendo para muchos entendidos el pináculo de la musicalidad y la sofisticación en la música pop y rock, aunque para ello sus dos principales protagonistas tuvieran que dejar su ego como músicos a un lado y dar un paso atrás.       

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