Al estilo de Rich Robinson

Por Miguel Ángel Ariza

En mitad de la explosión del grunge a comienzos de los 90, hubo una banda que enfocó su estilo, su sonido y sus composiciones a volver a las raíces del por entonces olvidado Rock and Roll americano de los años 70, aquel que había ido dejando paso al heavy metal primero y más tarde se había convertido en un más que discutible estilo lleno de melenas llenas de laca y álbumes vacíos de talento. Sí, es verdad que por aquella época también andaban reinando los Guns N’ Roses en las listas de ventas, pero el señor Rich Robinson y sus Black Crowes eran aún más clásicos, los 70 habían vuelto y con ellos las influencias stonianas, zeppelianas, souleras y sureñas que podíamos saborear en sus discos.  

Todas esas influencias se reflejaban en el sonido de un Rich Robinson que apenas llevaba cinco años tocando la guitarra cuando grabó su primer álbum. En aquella época apoyaba su sonido en un par de Marshall Silver Jubilee y uno de los primeros amplificadores vintage que pudo conseguir: un Fender Showman Blackface. Y ya por entonces podíamos verle en el escenario con algunas de sus guitarras más míticas, entre ellas, su Gibson Les Paul Gold Top, actualmente con un relic bastante pronunciado, una Fender Telecaster Custom de los 70 con una humbucker en el mástil y su Fender Telecaster de 1968 también con esa configuración. Este trío de guitarras ha estado acompañándole en el escenario desde comienzos de los años 90. Eso sí, tampoco tiene mucho mérito formar parte del arsenal que viaja con él en la carretera ya que se lleva consigo más de treinta guitarras (aunque también hay que recordar que deja en casa otras treinta más o menos según sus propias palabras).
 

No se considera a sí mismo un coleccionista sino más bien, como otros tantos pobres locos de la guitarra entre los que nos encontramos muchos de nosotros, un auténtico buscador del tono perfecto para cada canción que interpreta. Ser así de meticuloso con tu propio tono y haber ido acumulando equipo durante estos casi treinta años en busca de tu objetivo ha tenido que ser sin duda un agravante de la pena que tuvo que sentir al enterarse de que el huracán Sandy se había llevado por delante la mayor parte de su colección de guitarras, entre ellas sus piezas más codiciadas; nada más y nada menos que unas 60 guitarras con mayor o menor grado de deterioro debido a las inundaciones provocadas por el huracán, y la totalidad de sus amplificadores. Una tragedia menor comparada con cualquier daño humano o material que afectase a la población pero del que no hay un solo guitarrista en el mundo que no reconozca que se le encoge un poco el corazón al leer algo así.   Increíblemente no es el primer guitarrista que, imaginamos que quedándose con el lado positivo de la vida, afirma que entre tanta desgracia hay alguna guitarra como su Gold top que ahora suena mejor que antes de la inundación...aunque él mismo afirma que no es el caso de muchas de sus otras guitarras como su preciada Gibson Es 335.  

Pero bueno, no temáis por el equipo que vayáis a encontraros en sus conciertos en la actualidad ya que le sobran las guitarras buenas de las que echar mano. Destacan sus GrestchWhite y Black Falcon, su Gibson SG 62 Reissue(todas ellas relicadas ya que así las prefiere él) o su colección de Zemaitis y James Trussarts. Además podemos verle usando varios modelos de guitarras de luthieres particulares en incluso varios amplificadores de boutique que acompañan a su Vox AC30 o su Headstrong.
 

Un auténtico lujo de equipo para un tipo que desde el primer acorde de Twice As Hard, la primera canción del álbum Shake Your Money Maker ya nos avisaba de que los efectos ochenteros, las distorsiones ultra saturadas, los echos y los fuegos artificiales en general tenían los días contados en el Rock and Roll, al menos el auténtico Rock and Roll añejo que a él le gustaba y que, gracias a él, volvía como un auténtico cuervo negro a sobrevolar los puestos más altos de las listas de ventas en la última década del siglo XX.  
 


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