Más allá de la parodia

Por Sergio Ariza

'The Southern Harmony and Musical Companion' apareció en plena explosión del grunge y la música alternativa de comienzos de los 90, sus responsables no podían estar en  menos sintonía con aquellas bandas, aunque sí que compartían un cierto rechazo al pomposo 'hair metal' de la anterior década. Pero mientras los primeros citaban a Pixies, Sonic Youth o Hüsker Dü como influencias, los hermanos Robinson se quedaban con los Stones de la época de Mick Taylor, los Faces de Rod Stewart o los Free de Paul Kossoff.    

Venían de grabar un debut que les había convertido en estrellas y que les emparentaba con el rock clásico de los 70. Para su continuación se produjo un cambio importante en la banda, el guitarrista original Jeff Cease fue sustituido por Marc Ford, proveniente de la banda de blues-rock Burning Tree. Sobre su interacción con el otro guitarrista, y principal compositor de la banda, Rich Robinson se construiría el nuevo sonido de la banda, convirtiéndoles en una nueva versión de las grandes parejas de guitarristas de la historia del rock, como Keith Richards y Mick Taylor, Angus y Malcolm Young, Duane Allman y Dickey Betts o, más recientemente, Slash e Izzy Stradlin. Rich seguía utilizando su característica afinación en sol abierto (la misma que, dicen, Keith le robó a Ry Cooder) y la empleó para componer la mayoría de canciones con su típica progresión de acordes. Su Gibson 335 es la que impulsa el magnífico inicio con 'Sting me', aunque también utiliza otras como una Gretsch White Falcon para el inicio y el slide en 'My Morning Song'. A pesar de haberse definido como un guitarrista que, como compositor, piensa en riffs y acordes, deja un buen solo en 'Hotel illness' e intercambia otro con Ford en 'Black moon creeping'. Claro que este se supera con su Fender Stratocaster en el solo de 'Remedy' o en el de 'No speak no slave', y su Les Paul le emparenta con Duane en 'Bad luck blue eyes goodbye'. Claro que la banda iba mucho más allá de sus guitarristas, teniendo lo más importante, canciones. Tampoco estaba de más contar con uno de los vocalistas con más personalidad de los últimos años, un marcado acento sureño, subrayado por los magníficos coros femeninos gospel, o un contagioso amor por el rock más clásico. Pero también hay otras cosas en este disco, uno mucho más musical y variado que su notable debut, una de las que suelen pasarse por alto es el homenaje de Rich a uno de sus ídolos, Nick Drake, en la intro de 'Thorn in my pride'.



Aun así no se puede negar lo evidente, 'The Southern Harmony and Musical Companion' tiene un 0 en originalidad. La banda de los hermanos Robinson no había inventado la rueda, eran, básicamente, un grupo que pensaba, como Homer Simpson, "que el Rock alcanzó la perfección en 1974, es un hecho científico". Para ellos no había música posterior, sonaban, se vestían y actuaban como los Stones de 'Sticky fingers' y 'Exile on main street'. Y aun así no encuentro una única razón por la que el disco no deba aparecer en cualquier listado de los mejores discos de los años 90. Así de bueno es. Si hay críticos que son capaces de ensalzar a cualquier grupo que suene como una mala copia de Joy Division, dejen que el resto disfrutemos del mejor disco de los Stones posterior a 'Some girls'.


(Imágenes: ©CordonPress)

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