Esculpiendo su sonido

Por Miguel Ángel Ariza

Algo muy especial debió impregnar el aire del sur de los Estados Unidos en los meses anteriores al verano de 1973 porque, por poner solo los ejemplos más llamativos, los Allman Brothers publicarían en agosto su disco Brothers and Sisters, auténtica joya con la que dejaban atrás recientes tragedias (primer disco que no tenía la participación del fallecido Duane Allman); en el mismo mes unos jovencitos de Florida le decían al mundo que el nombre de su banda se pronunciaba 'Leh-nerd Skin-nerd' con el título de su primer disco y nuestros protagonistas de hoy, ZZ Top, lanzaban tan solo un mes antes el que sería para siempre el álbum más significante de su carrera, el Tres Hombres, álbum donde la banda esculpió las formas de su sonido y su manera de entender el blues y el rock para el resto de su carrera.    

Hablamos de un álbum que consiguió meterse en el Top 10 del Billboard americano en un año que está plagado de obras maestras y súper ventas (Dark Side Of The Moon,
Houses of the Holy, etc...) pero a diferencia de los Zeppelin o los Pink Floyd que ansiaban ir un poco más allá en cada LP buscando nuevos sonidos, nuevos ritmos, nuevas sensaciones los ZZ Top lo consiguieron haciendo el camino contrario; basaron su sonido en lo más primitivo del rock y del blues, tres tipos sonando a power-trío sin fuegos artificiales, sin apenas el uso de efectos en sus guitarras y no digamos ya en la base de bajo y batería. Rock y blues de cueva, machacando rítmicamente tu cabeza desde su extraño comienzo con sus dos primeras canciones solapadas, dos de las mejores del disco, Waiting For The Bus y Jesus Has Left Chicago hasta su último corte Have You Heard? pasando por las reminiscencias del Green Manalishi de Peter Green en Master Of Sparks hasta llegar a la canción marca registrada de la banda, La Grange, que no oculta en ningún momento ser la versión tejana, cabreada y blanca de la música de John Lee Hooker
 

 

La auténtica gracia de este álbum no es ni mucho menos su originalidad sino que radica en la manera casi cavernícola de sonar como una apisonadora conducida por tres tíos que es evidente que sabían muy bien lo que estaban haciendo. Las voces de Billy Gibbons Dusty Hill se unen y responden a la perfección al igual que sus instrumentos, un Fender Precision y Telecaster a cargo de Hill y la maravilla bautizada como 'Pearly Gates' de Gibbons que no es otra cosa que su Gibson Les Paul del 59. Además Gibbons añade a esta joya una Fender Stratocaster del 55 que podemos degustar derrochando tonazo Fender añejo en temas como La Grange. Ambas guitarras estaban enchufadas a un Marshall Super Lead 100 del que saca todos los tonos saturados y casi rozando el sonido fuzz del disco. 
 

 

Ese sonidazo contribuyó mucho a que este tercer disco elevase al estrellato a una banda que no sabía hacer nada más que una cosa pero que la hacía realmente bien y además, quizá por el momento de forma increíble por el que pasaba el rock sureño, logró poner un buen puñado de buenas canciones encima de la mesa.  Más tarde vendrían las barbas por la cintura, los anuncios de publicidad y las canciones en las bandas sonoras de blockbusters de Hollywood pero los fans de verdad saben que el auténtico sonido de ZZ Top se encuentra en este disco y que es tan sencillo y desnudo como el nombre del álbum: Tres Hombres.  

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