Dios salve a los Sex Pistols

Por Sergio Ariza

La aparición de 'Never mind the bollocks, here's the Sex Pistols' fue uno de los grandes revulsivos que ha sufrido el rock en sus más de 60 años de historia. En los últimos 40 años solo la aparición de Nirvana (un grupo tan influido por los Pistols que llamaron a su obra maestra 'Nevermind'), más de una década después, se le puede comparar. Los Ramones habían llegado antes, pero fueron los Sex Pistols los que convirtieron al punk en una verdadera amenaza para el anquilosado 'star system' del momento. De todas formas lo que queda, casi 40 años después de su publicación, no es tanto el escándalo y el ataque frontal a la conservadora sociedad británica sino 12 canciones como 12 templos, uno de los discos de rock más perfectos que existen, en el que no sobra nada, una especie de grandes éxitos en el que cada segundo, del sonido de unas botas militares en 'Holidays in the sun' hasta esa especie de pedorreta con la que Johnny Rotten cierra 'E.M.I.', encaja a la perfección. Tanto es así que alguien con uno de los egos más grandes de la historia de la música, Noel Gallagher, dijo "he hecho más de diez discos y en mi cabeza ninguno está a la altura de ése... y soy un bastardo bastante arrogante".  



La grabación del disco fue tan caótica y deslavazada como la historia del grupo, en octubre de 1976 habían grabado el seminal single 'Anarchy in the UK', pero desde entonces habían sido expulsados de dos discográficas distintas, habían protagonizado el famoso incidente en el programa de Bill Grundy que dio paso al titular sobre "la mugre y la furia", habían perdido a su bajista original (además de principal compositor), Glen Matlock, y lo habían reemplazado por un amigo de Rotten que no sabía tocar nada, Sid Vicious, y, por si fuera poco, ya eran considerados el enemigo público número uno del país. Para su grabación se contrató a un productor reputado como Chris Thomas (en cuyo currículum se incluían los Beatles o Pink Floyd) y este les dio el punto de profesionalidad perfecto sin perder la abrasión propia de sus directos. Si Johnny Rotten puso el punto escandaloso con sus letras y su forma de (no) cantar, el gran protagonista en lo musical del disco fue Steve Jones. Este discípulo de Johnny Thunders
y Mick Ronson toca todas las guitarras del disco (hubo varios 'overdubs' en el disco) además de casi todas las pistas de bajo (Matlock solo aparece en 'Anarchy in the UK' y Vicious en 'Bodies') con un Fender Precision. Pero si algo destaca es su fiereza a la guitarra, lejos de ser un virtuoso Jones pone toda la carne en el asador con sus míticas Les Paul, una Custom blanca de 1974 (que decía haber robado a Ronson) y una Custom negra de 1954, y vuelve a traer al rock la energía de un Chuck Berry, pasada por la suciedad de un Thunders y la velocidad de un Johnny Ramone.
 

   

Los Pistols fueron como una llamarada que se quemó pronto, tras su publicación, hace casi 40 años, la banda se separó y se puso punto final a su historia. Pero si hay bandas que han nacido para durar, los Sex Pistols no eran una de ellas. Lo suyo fue un glorioso escupitajo a la fosilización del rock e hizo que miles de jóvenes volvieran a coger una guitarra para airear su insatisfacción al grito de “hazlo tú mismo”.
 


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