Magia a raudales

Por Sergio Ariza

Al Kooper había participado en una 'jam' con los Moby Grape a principios de 1968 que había resultado especialmente productiva, así que decidió tirar de la idea y hacer como los músicos de jazz y alquilar un estudio un par de días y grabar un disco basándose en ‘jams’. Pero ¿quiénes eran los mejores músicos que Kooper conocía? Básicamente los conocía a todos, hasta ese momento había tocado con Dylan, los Who, había formado parte de los Blues Project y acababa de liderar el primer disco de Blood, Sweat & Tears, Child Is Father To The Man, por si fuera poco, el 18 de abril del 68 había participado en la grabación del Electric Ladyland de Hendrix, tocando el piano en Long Ht Summer Night. El guitarrista había quedado tan encantado con él que le había regalado una de sus Stratocaster. 

 

Pero de entre toda la pléyade de leyendas del rock el tipo que más le había impresionado era el guitarrista junto al que había grabado la inmortal Like A Rolling Stone de Dylan tres años antes, se trataba de Mike Bloomfield. Éste acababa de sacar al mercado el primer disco de Electric Flag, el grupo que había formado en 1967 y que había sido uno de los triunfadores del festival de Monterey. El caso es que, sus graves problemas de insomnio, unidos a su adicción a la heroína, habían hecho que el liderazgo de su banda se hubiera ido decantando hacia el batería Buddy Miles. A pesar de que A Long Time Comin' fue muy bien recibido tanto por el público como por la crítica (es conocida la admiración que demostró el mismísimo Miles Davis por Over Loving You), Bloomfield andaba disperso, con sus fantasmas persiguiéndole, cuando recibió la llamada de su amigo Kooper.
  

A Bloomfield le pareció una buena idea y se llevó a parte de su banda a la sesión, Barry Goldberg al piano y Harvey Brooks al bajo, de la batería se encargaría Eddie Hoh, un experimentado batería de sesión, amigo de Kooper, que había tocado con The Mamas & The Papas, Donovan, Gene Clark, Tim Buckley o los Monkees. El 28 de mayo todos estaban preparados, Bloomfield apareció con su Gibson Les Paul Standard Sunburst del 59 y un Twin Reverb y en el mismo momento en el que se conectó se pudo ver que estaba en uno de sus buenos días. La magia comenzó a fluir en la sesión con tres largos instrumentales compuestos a medias por Bloomfield y Kooper, una versión, también instrumental, del Stop de Jerry Ragovoy y Mort Shuman, y una versión del Man's Temptation de Curtis Mayfield con Kooper tomando la voz solista por única vez en toda la velada.
 

 

La sesión se abría con Albert's Shuffle, un tema en el que el guitarrista brilla con una intensidad fiera que le distingue de los ortodoxos del blues. Luego llega Stop e, increíblemente, la cosa mejora, su primer solo es la mejor presentación de su peculiar estilo, en el que se nota que ha bebido de los mejores, como B.B. y Albert King, pero es capaz de sonar con personalidad propia y no como un mero imitador. En el segundo, que comienza a partir del minuto tres, se permite varios ‘licks’ de puro soul, en su mejor reinterpretación de Mayfield, capaces de erizar el vello.
  

His Holy Modal Majesty
es un homenaje a John Coltrane donde Bloomfield vuelve a recuperar las mejores esencias de su East West, demostrando la tremenda influencia que tuvo su estilo en gente como los Allman Brothers, y siendo el momento más cercano al espíritu de disco, de improvisación cercana al jazz. La primera cara se cierra con otro gran blues, Really, en el que se comprueba que Bloomfield está bendecido por los Dioses y tiene eso que los gitanos llaman duende o pellizco.
 

 

Pero lo increíble es que, tras esta exhibición, Bloomfield no fuera capaz de dominar sus demonios y al día siguiente ni siquiera apareciera para completar el disco, dejando a Kooper la responsabilidad de encontrar un sustituto de última hora. Lo único bueno es que, si eres Al Kooper, tu agenda tiene nombres como los de Stephen Stills. El líder de Buffalo Springfield acababa de dejar su banda y no tenía nada mejor que hacer, así que se acercó a completar una segunda cara totalmente distinta, aunque también muy disfrutable.
  

En vez de 'jams' de las que surgiera algo, se decidió tirar de canciones que les gustaran a todos y hacer relecturas propias, así se hicieron el It Takes a Lot to Laugh, It Takes a Train to Cry de Dylan, una canción en cuya versión original habían tocado Brooks y Bloomfield, el Season of the Witch de Donovan, una canción cuya versión original tenía a Hoh como batería, el You don't Love Me de Willie Cobbs y un tema original de Brooks titulado Harvey's Tune. De todo el lote la más destacada era la larga versión del Season of the Witch con un gran Stills utilizando espléndidamente el wah wah (posiblemente en su White Falcon), demostrando que sus jams con Hendrix le habían enseñado un secreto o dos del gran mago.
  



El disco salió al mercado el 22 de julio y se convirtió en un éxito inesperado, subiendo al 12 de las listas y permaneciendo varios meses en ellas. Nada mal para un disco que había costado apenas unos pocos miles de dólares en hacerse, Kooper terminó perdonando a Bloomfield y tocaron juntos varias noches seguidas en el Fillmore West. Eso sí, allí Bloomfield volvió a dar la espantada el último día. Estaba cansado del éxito y del concepto 'supergrupo' que se le había asignado al disco. 

El que sí que tomaría nota sería un Stills que, el mismo día que salió a la venta este disco, se juntaría con David Crosby de los Byrds y Graham Nash de los Hollies, para formar uno de los primeros, y más exitosos, supergrupos de la historia del rock, Crosby, Stills & Nash, al que poco después se les sumaría Neil Young.
  

A Bloomfield le quedaba un año de carrera hasta que la heroína y su cabeza dieran al traste casi por completo con su carrera. No estaría por allí, cuando grupos como los propios C,S, N & Y, Allman o Blind Faith recogieran este espíritu para tocar frente a cientos de miles de personas, pero en los 29 minutos que dura la primera cara de este disco hay magia a raudales.
 

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