La consolidación de la leyenda
Por Sergio Ariza
En 1975 Willie Nelson se había encontrado
definitivamente a sí mismo, los principales acontecimientos que llevaron al
descubrimiento del Nelson que hoy conocemos todos fueron en 1969 cuando se hizo
con Trigger, una Martin N-20 clásica con cuerdas de nilón a la que añadió la
pastilla de su antigua Baldwin para amplificar su sonido. Cuando la recibió
quedó encantado con su sonido, que le recordaba al de su héroe de las seis
cuerdas, Django Reinhardt, y decidió
llamarla Trigger (gatillo) como el caballo de su ídolo de la infancia, Roy Rogers. Luego llegó su traslado a
Austin en 1972, un lugar que se convertirá en una especie de Meca musical, pero
mucho más libre y menos controlada que Nashville, con gente como Doug Sahm, Townes Van Zandt o Jerry Jeff Walker. Allí cambiaría su
rígida imagen de Nashville, con traje y corbata, por la de un forajido rock,
dejándose crecer el pelo y la barba, vistiendo vaqueros y camisas, además de la
mítica bandana. Con su fichaje por Atlantic llegarían sus primeras obras
maestras como Shotgun Willie en 1973
y el conceptual Phases and Stages al
año siguiente.
Pero después de que Atlantic renuncie a su
sello country, Nelson se encuentra negociando con Columbia un nuevo contrato,
más allá de las cifras Nelson está interesado en conseguir algo bastante
inusual, completo control artístico. Conseguirla será la clave para que su
nuevo disco consiga ver la luz. Y es que Nelson tiene en mente un nuevo disco
conceptual montado sobre la historia de una antigua canción, Tale of the Red Headed Stranger,
compuesta por Edith Lindeman y Carl Stutz en 1953. Era una canción que
solía pinchar cuando trabajaba como DJ en una radio, le gustaba tanto que solía
cantársela a sus hijos antes de que se durmieran. Así que su tercera mujer le
convenció para construir sobre ella una especie de novela 'western'.
No sería la única versión que aparecería en el
disco, es más, una de las cosas más interesantes de Red Headed Stranger es que es un disco en el que no predominan las
canciones originales sino las versiones, como la famosa Blue Eyes Crying In The Rain. Y eso quiere decir algo cuando
estamos hablando de uno de los mejores compositores de la historia del country,
alguien que se había hecho famoso en Nashville componiendo canciones para otros
como Crazy, Hello Walls o Funny How Time Slips Away. Así que si
algo demuestra este disco es su inteligencia y magia como arreglista y, sobre
todo, como intérprete. Es un disco en el que la voz de Nelson y Trigger son el
foco principal, su música se había ido despojando de todas las demás capas
hasta quedarse en su esencia más pura, Willie y Trigger, el cowboy y su
caballo. Nelson se queda con el papel principal, el predicador, un personaje
totalmente ‘fordiano’, un cowboy que vive atormentado por los celos y que,
cuando estos se confirman, termina matando a su mujer y su amante tan rápido,
que mueren todavía con una sonrisa en la boca.
Es un viaje de redención, lleno de violencia y
poesía, en el que Nelson utiliza los menos elementos posibles, aquí no hay las
azucaradas cuerdas de Nashville, es un disco austero y valiente, en el que los
espartanos arreglos se hacen eco de la soledad de su protagonista, alguien que
se pasea de pueblo en pueblo sobre su caballo, llevando consigo el pony que
solía montar su mujer. Entre las canciones que destacan está la inmortal Blue Eyes Crying In The Rain o la propia
Red Headed Stranger, pero es una
canción original, Time Of The Preacher,
la que sirve para cohesionar esta primera parte, apareciendo hasta en tres
ocasiones. En la segunda parte tratará de forjarse un nuevo destino cabalgando
al Oeste y encontrando algo parecido al consuelo: "Now my hand’s on the wheel/I’ve something that’s real/And I feel like
I’m going home". El final llega con un bello instrumental llamado Bandera en el que, como en las películas
de Ford, uno se imagina a su protagonista cabalgando hacia el horizonte.
Pero cuando Nelson entregó el resultado a su
nueva compañía, varios ejecutivos se llevaron las manos a la cabeza pensando
que les estaba dando unas mal grabadas demos. Nadie pensaba que se pudiera
grabar country de una manera tan descarnada y, mucho menos, que pudiera tener
éxito. Un alto cargo de la compañía llegó a declarar: "¿Lo ha grabado en el salón de su casa? Suena como si solo fuera
él y su guitarra". No lograban entender que eso era parte fundamental
del encanto. Además, a pesar de tener parte de razón, la verdad es que casi
todos los miembros de su banda tienen momentos para lucirse, desde su hermana Bobbie al piano, al gran Mickey Raphael en la armónica, pasando
por la mandolina de Jody Payne, pero
el sentimiento del disco es ese, que estás escuchando solo a la voz de Nelson,
acompañada únicamente por su inseparable Trigger. Y es que las grabaciones no
tienen ni un solo 'overdub', grabadas en directo con los músicos formando un corro.
Se llegó a decir que Blue Eyes Crying In
The Rain se grabó en una sola toma. No es de extrañar ese sentimiento
íntimo y de cercanía.
Pero tras lograr hacer valer el control
artístico sobre su obra la compañía publicó el disco tal y como se lo había entregado
Nelson. Fue un éxito absoluto, tanto en las listas country como en las
generales. Willie Nelson se había salido de la suya y había entregado uno de
los discos más importantes de la historia del género. Un disco que siempre
recomiendo incluso a la gente que me dice que no le gusta el country. Y es que
lo que hizo este disco no fue solo convertir en leyenda del género a Nelson,
sino en convertirle en leyenda de la música, más allá de etiquetas o géneros.