Resolviendo el dilema entre integridad y ventas

Por Sergio Ariza

1993 fue el año de confirmación para el grunge y la música alternativa, las dos bandas más populares del movimiento, Nirvana y Pearl Jam, sacaban, con apenas un mes de separación, las secuelas de Nevermind y Ten, y el mundo volvía a girar la cabeza hacia Seattle. En juego estaba algo mucho más importante que el éxito para las dos bandas, la integridad. Nadie dudaba de los de Kurt Cobain y a nadie le sorprendió que In Utero fuera un disco mucho más crudo y alternativo, una reacción visceral contra su propio éxito, pero sí que había dudas sobre los de Eddie Vedder, el grupo más 'clásico' del movimiento, ya que una parte del mundo alternativo les veía como una especie de Genesis grunge, y créanme si les digo que en 1993 no había nada peor que ser comparados con Genesis.  

Pero Vs demostraría que la integridad de Pearl Jam estaba bien a salvo y que se podía mezclar a Lynyrd Skynyrd y Pixies sin que pasase nada. Es un disco más agresivo y sucio que Ten, pero la banda no se olvida de sus solos de guitarra. Fue el primero producido por Brendan O'Brien, el primero del batería Dave Abbruzzese, que se trajo bajo el brazo el primer single del álbum, Go, y el primero en el que su cantante, Eddie Vedder, comenzaba a influir mucho más musicalmente que como simple letrista. Las influencias del grupo seguían residiendo en el rock clásico de los 70 pero con un toque punk y alternativo mucho mayor. El disco suena más directo y abrasivo que Ten gracias a que muchas de las canciones fueron grabadas por O'Brien en 'jam sessions', con Vedder demostrando que, para bien y para mal, era el vocalista con más personalidad del grunge. Pero aquí también había espacio para baladas acústicas como Daughter o Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town, que ampliaban el espectro de una banda sin miedo a demostrar su personalidad.
 



El disco se abre con dos trallazos como Go y Animal, la primera es de lo más duro que han grabado nunca, una canción amenazante y vertiginosa donde Mike McCready entrega uno de sus solos más enérgicos y rápidos, pasado por su wah. No hay tiempo para el descanso con Animal, una incendiaria canción de Stone Gossard en la que McCready se vuelve a lucir con una guitarra poco habitual, una Gibson ES-335. Tras la tempestad llega la maravillosa calma con Daughter, una de las mejores canciones de la banda, y la primera en utilizar una acústica, compuesta en la Guild de Gossard. Glorified G es una rareza que funciona a la perfección, hecha sobre un riff con toque country en la Gretsch Country Gentleman de McCready, el resto de la música es puro funk.
 



Luego llega Dissident, un himno ‘a là Pearl Jam’, con música de Gossard, McCready y Jeff Ament y letra de Vedder, que no ha perdido ni un ápice de su fuerza tras 25 años. Si en esa canción Vedder ya hablaba del "sagrado no" de una mujer (adelantándose bastante al actual "no es no") en la siguiente, W.M.A., que no es otra cosa que White Male American, se encarga de hablar sobre la brutalidad policial sobre la gente de color en EEUU. Blood les vuelve a ver virando hacia el funk duro, con mucho wah y un estribillo cercano al heavy. Rearviewmirror es otra de las grandes canciones de la banda y la primera compuesta en solitario por Vedder, que además toca la guitarra por primera vez. Rats es oscura y amenazante con el bajo de Ament en primer plano, luego llega la emocionante Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town, la segunda canción de Vedder, con un toque folk y acústico. La dupla final se compone de Leash e Indifference, la primera es una de las canciones más infravaloradas de su carrera, con una increíble fuerza y un estribillo épico sobre el que McCready vuelve a flotar con su guitarra pasada por un wah. Indifference pone el emocionante final a uno de los discos más importantes de los 90.
 



Un mes después de que In Utero debutara en el número 1 del Billboard, se publicaba Vs sobre una carátula en la que no aparecía ni el nombre de la banda ni el del disco. No hubo videos, ni single de presentación y cuando comenzó la gira de presentación la banda se embarcó en una larga batalla legal contra Ticketmaster por el precio de las entradas. Nadie les podía reprochar nada, pero aun así el disco batió el récord de ventas en una primera semana y se quedó en lo más alto de las listas durante cinco semanas. Luego llegaría el suicidio de Cobain y el lento declinar comercial del rock alternativo. Pero con Vs, Pearl Jam probó que, en ciertos momentos, se podía vender sin poner en riesgo la integridad.

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