El primer paso hacia la gloria
Por Sergio Ariza
Cuando en 1973 Thin Lizzy se metieron en el estudio a grabar Vagabonds of the Western World ya llevaban dos discos a sus
espaldas que no habían ido a ninguna parte y solo eran una más de las múltiples
bandas que coqueteaban con el hard rock. Su único coqueteo con el éxito masivo
había sido una excelente versión de la canción tradicional irlandesa Whiskey In The Jar, que la compañía
había editado a finales del ‘72 sin su consentimiento. Pero Phil Lynott sabía que iba a ser una
estrella y estaba endureciendo su sonido y encontrando su voz como compositor,
como prueban la deliciosa Little Girl In
Bloom, la titular o la increíble The
Rocker, compuesta junto a los otros dos miembros de la banda, que es su
primer gran clásico y un adelanto del sonido que vendría después (con otra
formación).
Por su parte el guitarrista Eric Bell decidió que tras el
decepcionante Shades of a Blue Orphanage
no iba a malgastar una sola nota de su Stratocaster en este disco... y vaya si
lo consiguió. Este es con diferencia el mejor trabajo de esa primera formación
en trío que componían, Lynott, Bell y Brian
Downey. Mucha parte de esto viene por un Bell en estado de gracia como
prueban su excelente uso del slide (algo totalmente inusual, tanto antes como
después, en Thin Lizzy) en la canción de apertura, Mama Nature Said; del wah en Gonna
Creep Up on You, su sentido solo final en Little Girl In Bloom, su excelente tono en Vagabond of the Western World o, por encima de todo, su derroche de
fuerza en The Rocker, donde hace gran
uso del flanger (lo que daría parte de su sonido a Scott Gorham cuando este entrase en la banda).
Claro que el principal protagonista sigue
siendo el increíble carisma de un Lynott que, por fin, parece haber encontrado
sus musas y entrega su mejor colección de canciones hasta la fecha. La canción
titular es un gran tema de hard rock con unas gotitas de folclore irlandés,
mientras que Little Girl In Bloom
saca a relucir su vena más intimista y sensible. Aun así el disco no está a la
altura de las obras que llegarían después, siendo The Rocker el único gran clásico del disco (si no contamos la
icónica portada de Jim Fitzpatrick) y
contando con canciones tan flojas como The
Hero And The Madman.
Claro que cualquiera puede ver aquí el
potencial futuro que les llevaría a entregar discos tan grandes como Jailbreak o Black Rose: A Rock Legend. Pero eso sería después de que, una vez
más, este disco fracasara en las listas de ventas. Eric Bell tiraría la toalla,
harto del peligroso estilo de vida de Lynott, a finales del 73 y tras ser
sustituido por un breve periodo por Gary Moore llegarían las famosas
guitarras gemelas de Scott Gorham y Brian
Robertson con la que Lynott y los Lizzy alcanzarían, finalmente, la gloria.