Are You Experienced
The Jimi Hendrix Experience
Harto de que en su tierra nadie reconociera
sus virtudes como guitarrista, James
Marshall Hendrix siguió el consejo de Chas
Chandler, bajista de los Animals,
y se fue con él para Londres, donde
le montaron un grupo propio y lo metieron en un estudio de grabación. Aquel
1967 pasará a la Historia por muchas cosas y entre ellas destacará la
revolución que este joven músico negro desató en el rock de las superestrellas
y su influencia en una sociedad no acostumbrada a los excesos creativos y vitales de alguien que sólo quería ser libre.
En todos los sentidos.
Su primer disco, titulado con uno de los lemas
hippies, es un hito de la psicodelia
y en lo que a los lectores de Guitars
Exchange toca, un momento clave para la evolución del instrumento dominante
en el último siglo: la guitarra eléctrica. Las grandes estrellas del rock como Eric Clapton creían haberlo visto y
hecho todo y dormitaban en el Olimpo, de donde les bajó Hendrix en cuanto le dejaron rienda suelta en los escenarios
británicos. Cuentan que Pete Townshed
de The Who dijo que nunca más
tocaría después de él tras verle actuar como telonero suyo en un concierto. Su
famoso molinete quedaba en juego de niños al lado de ese tío que pegaba fuego a
su guitarra.
Técnicamente perfecto y maestro de los pocos
trucos que entonces les permitía la tecnología. El wah-wah y por supuesto el
increíble uso del feedback marcaban la diferencia en sus canciones a juego con
los habituales desarrollos psicodélicos de baterías inversas y cosas así. Mitch Mitchell, percusionista en clave
de jazz, y Noel Redding al bajo le siguen a la perfección tanto en los
delirios de Third Stone From the Sun como en la contundencia de Foxy
Lady, toda una declaración de principios con la que arrancaba un vinilo
de leyenda.
Para los puristas del coleccionismo en la era
digital, en el disco original no estaban incluidos varios temas que salieron en
single en la misma época como Purple Haze, Hey Joe y The
Wind Cries Mary. Hasta 1997 en que el mismo ingeniero de sonido que
trabajó con Hendrix, Eddie Kramer, los incluyó en la
correspondiente edición remasterizada para CD.
Este sea posiblemente uno de los pocos ‘crímenes’
que se agradecen de los miles que se han perpetrado con la memoria de Hendrix, del que se ha aprovechado
hasta el último despojo musical que los productores han encontrado en los
cajones de sus estudios. Con esos tres temas se consigue una visión completa de
la época más prolífica de un artista al que pronto se le vendría el mundo encima.
Una visión de lo que a partir de ese momento
sería el rock bajo el imperio de las seis cuerdas. Una forma de tocar en la que
da igual que te marques un solo cristalino, distorsionado o con los dientes con
tal de que seas capaz de transmitir lo que sientes. Seguramente, sin su
tormento interior ahogado en un poco de heroína diluida no hubiera conseguido
ser tan ‘auténtico’. Pero se lo hubiéramos perdonado, por supuesto, con tal de
seguir disfrutando de su música.