El disco maldito de Alex Turner
Por Sergio Ariza
Nada queda en Tranquility Base Hotel & Casino de la banda que firmó el
excelente Whatever People Say That's What
I'm Not 12 años atrás. Y eso está bien, porque hace 12 años Alex Turner era un post adolescente que
solo quería ser uno de los Strokes y
ahora es una estrella con más de 30 años a sus espaldas. Su mundo no se reduce
a las discotecas y pubs de Sheffield sino que vive la vida de un millonario en
Los Ángeles. Los tiempos cambian y las personas también. Eso no quita para que
Turner siga siendo un excelente compositor de canciones, aunque sus referentes
hayan pasado de ser los Strokes o los Jam,
a Scott Walker y Style Council. Eso sí, aquí ha buscado
algo más intrincado, canciones recargadas que se revuelven sobre ellas mismas y
no buscan estribillos luminosos y tarareables. Puede que Cornerstone o el The Age Of
The Understatement de los Last
Shadow Puppets sean lo más parecido que se encuentre en la obra anterior de
Turner, pero no hay nada tan directo aquí. Son canciones con múltiples lecturas
pero, desde luego, son lo menos comercial que ha hecho hasta la fecha.
Es también un disco que gana con múltiples
escuchas y, sobre todo, escuchado como un todo. No es un disco para estos
tiempos de ‘streaming’ y canciones sueltas al azar, es un disco arcaico, hecho
para el viejo ritual de poner en el tocadiscos y ver como la aguja cae sobre
sus surcos hasta llegar al final. Quien busque en él una continuación del
exitoso AM se verá terriblemente
desengañado pero quien lo escuche sin ideas preconcebidas se puede ver
gratamente sorprendido.
No es la primera, ni será la última, que un
artista desafía las expectativas de su público pero, con mejor o peor
resultado, cada vez que esto sucede significa que el artista en cuestión ha
decidido evitar el camino fácil y eso siempre debería ser digno de loar. No es
que todo sea perfecto, hay patinazos como Batphone,
pero el resultado es notable. Una vez escuchado uno entiende a la perfección su
decisión de no adelantar ningún single del disco, no hay nada parecido a eso
aquí y el grupo deja claras sus intenciones, o lo tomas (como un todo) o lo
dejas.
El disco se abre con Star Treatment, tras un inicio instrumental cercano al jazz de salón,
aparece la verdadera protagonista del disco, la voz de Turner con un lamento
soul en falsete, tipo Marvin Gaye,
que da paso a un recitado que comienza con la ya célebre primera frase "I just wanted to be one of The Strokes, now
look at the mess you made me make". La primera en la frente, luego
llegan referencias a Style Council,
algo que también parece muy consciente e inteligente por parte de Turner. Style
Council fue el proyecto con el que Paul
Weller, que hasta ese momento había liderado la banda de guitarras más
importante del momento en Reino Unido, los Jam, se pasaba al soul y al
sofistipop, rompiendo las expectativas de sus fieles. La letra de la canción
está llena de dardos y guiños sarcásticos en la vena de un Father John Misty, como cuando Turner exclama "What do you mean you’ve never seen Blade
Runner?".
En One
Point Perspective suena como un crooner de los 50, con un gran trabajo de Nick O'Malley al bajo, Turner se luce
con un pequeño, pero sexy, solo con su Gretsch 6143 Spectra Sonic, mientras que
Jamie Cook pone pequeños arpegios
con su Gibson ES-335. Es una de las mejores canciones del disco. Escuchando Science Fiction entiendes porque su
versión del Red Right Hand de Nick Cave no era pura casualidad,
también hay ecos de Jarvis Cocker y
los Pulp de This Is Hardcore, aquellos que también estaban a miles de
kilómetros de escribir otro Common People.
She Looks Like Fun es lo más parecido
a los Monkeys del pasado que los fans van a encontrar en el disco, eso sí no a
los singles irresistibles sino a los cortes más oscuros de Humbug, por eso tampoco es raro que Turner desempolve su Jazzmaster
en su interesante solo. Pero, sin duda, Four
Out Of Five, muy cercana a Bowie, es la mejor melodía de todo
el disco y, posiblemente, la única que podría haber dado la cara como single.
Su letra es la que mejor resume el espíritu del disco, con alusiones a la
obsesión por las calificaciones de la red
("I put a taqueria on the
moon / It got rave reviews / Four stars out of five") o a nuestra
pérdida de conexión con la realidad, como se dice en She Looks Like Fun ("No
one’s on the street – we moved it all online as of March").
Líricamente el disco tiene una cierta continuidad,
una especie de línea argumental futurista en la que Turner abandona la Tierra
por la Luna, con un poco del Space Oddity
y la etapa Ziggy Stardust de Bowie,
otra referencia clara, con la que el cantante da su visión sobre un mundo
digitalizado y organizado alrededor de las redes sociales. El resultado es como
una colección de capítulos de Black
Mirror unidos por una pequeña línea argumental. Ayuda a hacer de este su
trabajo más cohesionado. Algo que también pasa en lo musical, con canciones de
un tempo sosegado parecido, construidas sobre el querido Steinway de un Turner
que es el principio y fin de este trabajo, más cercano a una obra en solitario
que a un trabajo conjunto
A pesar de todo, no creo que sea el mejor
disco de la banda pero está bastante lejos de ser el peor, y puestos a elegir
prefiero este disco que una versión descafeinada de lo que les hizo grandes. Es
más creo que será uno de esos discos que ganarán con el tiempo, pasando a ser
el disco más especial de su discografía, su obra de culto, su disco maldito.