Abriendo las puertas de la gloria
Por Sergio Ariza
Si los Doors
solo hubieran grabado este disco, su leyenda y la de su cantante, Jim Morrison, seguiría siendo igual de
grande. Uno de los mejores debuts de la historia, The Doors es una llamada a la
rebelión y a la rebeldía por parte de una banda que fue la imagen de todo lo
peligroso que rodeaba a la juventud y al rock.
Si musicalmente suena tan perfecto es porque
la banda llevaba más de un año tocando esas canciones en directo en lugares
como el Whisky a Go Go de Los Ángeles. Fue allí donde Morrison desarrolló su
sentido de la teatralidad, lo que le llevó a ser expulsado del local cuando
emuló a Edipo gritando aquello de "¿Madre?
Sí, hijo... Quiero follarte". A pesar de que en el disco se editó para
que no se escuchara, The End sigue
siendo una de las canciones más perturbadoramente bellas de la historia del
rock que lo mismo sirve como apoyo a las teorías sexuales de Freud que como inmejorable banda sonora
de la locura de la guerra de Vietnam en Apocalypse
Now. Claro que este disco va mucho más allá de The End, no en vano entre sus canciones también aparecen Light my fire, Break On Through (To the
Other Side) o The Crystal Ship.
El disco se grabó en agosto de 1966 mientras
los Doors tenían su residencia en el Whisky a Go Go, la mayor parte del
repertorio estaba compuesto por su cantante, Jim Morrison, pero, poco antes de
empezar a grabar, les dijo a sus compañeros que se animaran a traer sus
canciones para no tener todo el peso sobre sus espaldas. El más aplicado fue Robby Krieger, el guitarrista, que
al primer intento compuso una de las canciones más recordadas del Siglo XX, Light My Fire. Cuando la trajo al ensayo
todos se quedaron encantados y añadieron su granito de arena, Morrison completó
la letra con temas tan propios como el de "la pira funeraria" mientras que Ray Manzarek fue el encargado de rematar la increíble introducción
en la que demuestra su entrenamiento clásico.
Krieger brilla a lo largo de todo el disco con
su SG conectada directamente a un Fender Twin Reverb sin ningún accesorio más
que la magia de sus dedos. En The End
se puede ver la influencia de Ravi
Shankar y Coltrane en su música,
dándole un estilo propio, en el solo de Light
My Fire se puede hablar de eso que los gitanos llaman 'duende' y Break On Through demuestra que también
es capaz de hacer un riff que haría sentirse orgulloso a Elmore James. Pero este disco va
más allá de sus canciones más conocidas, The
Crystal Ship es una de las mejores baladas de su carrera, Twentieth Century Fox, I Looked At You y
Take It as It Comes son irresistibles
(además de las únicas, junto a Light My
Fire, en las que suena un bajo, cortesía de Larry Knechtel), mientras que End
Of The Night es hipnótica en su belleza. Luego están las dos magníficas
versiones del disco, el blues salvaje de Back
Door Man, con firma de Willie Dixon,
y el cabaret circense de Alabama Song
(Whisky Bar), de Bertolt Brecht
y Kurt Weill.
The
Doors supuso un paso de gigante a la hora de convertir
al rock en algo serio y artística, una forma de expresión con unas reglas
propias. Su aparición en enero de 1967 fue el preludio de la explosión
psicodélica de 1967 y el mejor anticipo posible para todas las grandes obras
por venir de ese mismo año, del Sgt. Pepper’s al Are You Exerienced?, pasando por los
debuts de la Velvet Underground o Pink Floyd.