Muddy Wolf At Red Rocks

Joe Bonamassa

Otro que parece haber hecho un pacto con el diablo. Joe Bonamassa sigue fiel a su camino por la senda de los clásicos con este doble homenaje a Muddy Waters y Howlin’ Wolf en el glorioso anfiteatro Red Rocks de Colorado. Un recorrido por dos leyendas profusamente editado en todos los formatos disponibles en los que los amantes de las seis cuerdas disponen de extras para rato con los que ‘desesperarse’ ante el despliegue de técnica y talento de este monstruo de la guitarra que lleva colgada casi desde que aprendió a andar. A los 12 años, como dice su biografía, ya daba conciertos en el área de Nueva York y teloneaba a B.B. King. A los 22 había firmado su primer gran contrato discográfico. Hoy su carrera ha sobrepasado la frontera del cuarto de siglo.

Con permiso de la hora y media de ‘bonus’, lo que nos importa son las casi tres de despliegue guitarrero que recuerda inevitablemente a su gran héroe, el llorado Stevie Ray Vaughan, en su forma de encarar un trabajo de estas características: cómo ser fiel al original sin perder la personalidad. Bonamassa es un especialista en la materia. Sirvan de ejemplo las versiones de Tiger in your tank o de Spoonful, una pieza mítica en la que no se priva de dar rienda suelta a sus dedos y a su imaginación para darle un aire nuevo y fresco.



Tan fresco como cuando ataca los ‘rockanroles’ sumando a sus veloces solos la fuerza de una magnífica sección de viento que mantiene el tono ‘vintage’ que exigía el evento. También ha sido capaz de respetar el estilo de los homenajeados, tanto el del “padre del moderno blues de Chicago” como el del antiguo, incluida su profunda forma de cantar, quizá el mayor reto para Bonamassa. En conclusión, estamos ante un recorrido intergeneracional por un capítulo esencial del género, un ensayo en el sentido literario del término y al margen del espectáculo, algo que nuestro artista cuida igualmente con esmero.


Cualquier recopilación de una leyenda de la música es discutible en función del ‘fanatismo’ del oyente. La selección de Bonamassa cuenta con su estatus de autoridad en la materia, por lo que es difícilmente discutible, aun ciñéndose a las canciones más famosas de los homenajeados que por sí solas cubren el tiempo disponible en una actuación. Una hora para cada uno y media hora extra para su propio repertorio, un simple detalle porque ya empieza a ser verdaderamente extenso con casi una docena de discos en su haber.


Bonamassa
quería con este disco reivindicar una vez más el blues como un género vivo. Así lo proclamó ante el público que abarrotó el Red Rocks aquel fin de semana de septiembre de 2014: “Pretenden ignorarnos, pero aquí estamos 9.000 personas a las que nos gusta el blues”. Y no estaban todos, desde luego. Faltábamos muchos.