El golpe final

Por Tom MacIntosh

Southern Blood es el octavo y último disco grabado por la leyenda del Blues-rock americano, Gregg Allman, que salió al mercado el 8 de septiembre de 2017 y se grabó en marzo del 2016. El disco ha sido descrito como "un trabajo excepcional y posiblemente el mejor fuera de los Allman Brothers" por ‘American Songwriter’. Mientras que ‘Associated Press’ ha comentado que "el disco se eleva con unos arreglos creados para poner el foco en la voz de Allman... nos recuerda el gran talento que acabamos de perder".  

La intención original era que el disco se compusiera de material nuevo y original pero, debido a su estado de salud, se decidió por uno de versiones. Fue grabado en solo nueve días en los míticos estudios Fame de Muscle Shoals, Alabama, donde él y su hermano Duane Allman solían ensayar hace tiempo. Fue producido por el ecléctico mago Don Was, quien ha colaborado con gente como Carole King, Elton John, The B52s o Iggy Pop, por solo nombrar a algunos. Las canciones elegidas son un reflejo de su vida, un disco de despedida. Cada canción cuenta una historia cercana a su corazón, comenzando con la única original de todo el disco, co-escrita con el líder de su banda Scott Sharrard, la 'bluesy' My Only True Friend, una hermosa balada que se parece a su propio protagonista, íntima, reservada y, a la vez, compleja, “I hope you’re haunted by the music of my soul when I’m gone...I can’t bear to think that this is the end, we both know that the road is my only true friend” ("Espero que te obsesione la música de mi alma cuando me haya ido... No puedo soportar pensar que esto es el final, pero los dos sabemos que la carretera es mi única y verdadera amiga"), lo que deja claro que era consciente de que su tiempo se acababa. Entonces llega el Once I was de Tim Buckley, de nuevo una rendición evocadora que habla sobre el viaje de la vida. La tercera canción es una versión del Going Going Gone de Bob Dylan, algo parecido a una agridulce aceptación de su destino, "Now I just got to cut loose, before it gets late..." (Ahora solo queda despedirse, antes de que se haga tarde...).
 

De todas formas no todo es solemne e inhóspito, hace una entusiasta versión del I Love the Life I Live de Willie Dixon. Un tema blues con mucho soul que cuenta con una sección de vientos que acentúa el ritmo. Black Muddy River de los Grateful Dead es una meditación lenta y serpenteante sobre envejecer, y entró con reservas en el disco ya que Allman creía que su estilo era demasiado diferente, aunque al final decidió hacerla e incluirla. Su elección del Willin', el clásico de Little Feat, es un melancólico paseo en lo que puede ser considerada una oda a la carretera (¿o era la vida?), que resume la vida sureña del sitio en el que creció (Nashville). En esta aparece una guitarra pedal steel, deliciosamente salpicada de sabores 'honky tonk'. También hace otra canción de Sharrard, Love like kerosene, que es pura dinamita.
 



Cada versión de este disco brilla a su propia manera, deletreando el ADN cultural del Sur y las raíces de Allman. Normalmente se le encuadra dentro de la categoría de 'roquero' pero también se ha movido con habilidad por el blues y el jazz, añadiéndolos a su trabajo, lo que hizo de los Allman Brothers algo único. La última canción en el disco está compuesta por Jackson Browne, Song for Adam (en la que también canta), y enseña una colaboración excelente que puede que haya sido la última.
 

Hay una historia detrás del título, Southern Blood, que debemos mencionar como una rareza; según su hija Layla, su padre tenía una obra de arte llamada Gravity, del artista Vincent Castiglia, que usaba su propia sangre en sus creaciones, así que llegó a conocerle y pensaron hacer algo similar para un retrato de Gregg dentro de la carátula del LP. Le comentaron la idea a este y dio su visto bueno, enviando a Castiglia frascos con su propia sangre y ¡voilà! Se hizo una litografía y el disco tuvo nombre.
 

Southern Blood
es un disco maravillosamente cohesionado, de bluesman a cantautor, de roqueros sureños a música country. Este fue el último golpe de Gregg Allman, un bello epitafio para la asombrosa carrera de un 'Hall of Fame'.

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