La rara avis del rock
Por Sergio Ariza
Robert
Fripp es la más atípica estrella de rock de la
historia, desde su aspecto físico, más propio de un profesor de instituto que
de una leyenda de la guitarra, hasta su forma de tocarla, siempre sentado,
pasando por sus hábitos personales, abstemio y anti drogas, y su sonido
totalmente propio, con influencias clásicas y jazzísticas, sin apenas contacto
con el blues. Siempre visionario e innovador, ha incorporado nuevos sonidos y
ha dejado huella en cada pieza en la que ha sonado su guitarra angular y
geométrica, ya sea en canciones de Bowie,
Eno, Talking Heads o su vehículo de expresión preferido, King Crimson.
La música de Fripp y su forma de tocar la
guitarra es tan inusual como la manera en que comenzó su carrera profesional.
En 1968 el guitarrista, que no había cantado nunca, respondió a un anuncio de
los hermanos Michael y Peter Giles buscando a un cantante que
tocara el órgano. Así se formó Giles,
Giles & Fripp el trío sobre el que se formaría King Crimson. Tras
grabar un disco sin ninguna repercusión, ficharon a Ian McDonald y Fripp, intentando incorporar elementos de la música
clásica y del jazz de vanguardia a su música, propuso a su amigo Greg Lake para que entrara como
recambio de Peter. McDonald, que en ese momento era el principal compositor,
trajo a su amigo Peter Sinfield para que escribiera la letra de las canciones.
King Crimson nacía oficialmente un 13 de enero de 1969. Antes de que terminara
ese año, el mundo del rock se habría rendido a sus pies.
El 9 de abril del 69 la banda dio su primer
concierto, fue un éxito total y la voz se corrió como la pólvora. Había un
grupo que sonaba como ningún otro y que estaba llevando al rock a sitios
insospechados. El 14 de mayo Fripp dio su primer concierto sentado tras
comprobar que lo suyo no era tocar de pie y Jimi Hendrix le dijo, tras afirmar que era la mejor banda que había
visto nunca, “estrecha mi mano izquierda, es la que tengo más cerca del
corazón”. No fue el único miembro de la realeza rock que alucinó con ellos.
Tres meses después de su primer concierto se encontraron delante de medio
millón de personas en Hyde Park abriendo para los Rolling Stones.
Cuando en octubre apareció ‘In the court of the Crimson King’ las
expectativas se cumplieron y Pete Townshend
lo calificó como “una obra maestra extraordinaria”. No se equivocaba, si King
Crimson solo hubiera grabado ‘21st
century schizoid man’ ya tendría un sitio entre los grandes. Era lógico que
la gente se preguntara de dónde había salido ese guitarrista que mezclaba jazz,
psicodelia, rock duro y progresivo y que no parecía tener ninguna relación con
el resto de Dioses de la guitarra de la época, más allá del modelo de su
guitarra, una Les Paul Custom de finales de los 50. Claro que su debut iba
mucho más allá de su primera canción y gemas como ‘Epitaph’, ‘I talk to the
wind’ o la titular valían su peso en oro.
Cuando todo parecía encaminado hacia el
estrellato absoluto el peculiar carácter de Fripp salió a relucir, era la
fuerza motora del grupo y estaba llevando a la banda a explorar más, lo que
chocaba con McDonald y Giles que buscaban un toque más dulce. El dúo con el que
había comenzado decidió dejarlo, Fripp reculó y ofreció marcharse pero sus
compañeros se lo impidieron diciéndole que la banda era más suya que de ellos.
El 16 de diciembre la primera formación de King Crimson dio su último
concierto. Cuando en enero de 1970 comenzaron las grabaciones de ‘In the wake of Poseidon’, Lake también
le había abandonado, dejándole como único miembro de la banda, aunque Sinfield
mantuvo su papel como letrista. Para este disco Fripp tocó el Mellotron y el
piano, además de su guitarra. Al final llegó a un acuerdo con Lake y Michael
Giles para que participaran en el disco. Del bajo se encargó Peter Giles y Mel
Collins hizo su primera aparición, tocando saxofón y flauta, al igual que Gordon
Haskell que cantó una de las mejores piezas del disco, ‘Cadence and Cascade’. Fripp compuso casi toda la música del disco y
estuvo a la altura. Además volvió a demostrar su maestría con la acústica,
consiguiendo un tono maravilloso con su Gibson J-45. El único pero que se le
puede poner es que es demasiado similar al primero.
Los vaivenes en la formación se empezaron a
notar con ‘Lizard’, más enfocado al
jazz y la vanguardia. La grabación no dejó contento a nadie y las maneras
dictatoriales de Fripp sobre la dirección de la banda provocaron otra
desbandada. Para la grabación del siguiente disco, Fripp fichó al cantante Boz Burrell, al que también convirtió
en bajista tras enseñarle como tocar el instrumento, y al batería Ian Wallace. Junto a los fieles
Sinfield y Collins, grabaron un disco notable con el que King Crimson se
reinventó una vez más. Mezclando música clásica, y, lo que es más raro, un
acercamiento a la música negra con el rhythm & blues de 'Ladies of the Road'. Pero, a pesar de
sus muchos aciertos, el disco fue problemático para la banda y la gira sacó a
relucir todas las tensiones. Fripp volvió a sacar el látigo y prescindió de
Sinfield, el único que quedaba de los primeros tiempos.
Por si fuera poco, el resto de la banda se
amotinó pidiendo más participación en la composición. Tras una gira que dejó el
decepcionante 'Earthbound', Fripp
volvió a reformar por completo a la banda, teniendo claro que para el nuevo
material que tenía en mente no le valían sus actuales músicos. Pero antes se
produjo uno de los encuentros decisivos de su carrera. En 1972 Brian Eno, miembro de Roxy Music, le invitó a su estudio
casero donde estaba experimentando con una nueva forma de grabación. Juntos
inventarían lo que se conocería como Frippertronics, una técnica de edición
directa a partir de un ‘loop’ de sonido y cinta al que pueden agregársele capas
y capas de efectos, en este caso guitarras. Fripp tocaba algo y luego era
reproducido por el segundo grabador con un pequeño retardo de unos segundos y
así hasta el infinito, logrando que su guitarra sonara como toda una orquesta.
El resultado fue el seminal ‘No
Pussyfooting’. Además, colaboró en el debut en solitario de Eno, ‘Here come the warm jets’ aportando el
incendiario solo de ‘Baby’s on fire’.
Pero, volviendo a King Crimson, si Fripp
quería músicos que le acompañaran en sus prodigiosas incursiones instrumentales
no pudo encontrar mejor compañeros de viaje que el batería Bill Bruford, que dejaba a Yes
en su momento de mayor éxito, el percusionista Jamie Muir, el bajista y vocalista John Wetton y el violinista y teclista David Cross. No necesitarían mucho para demostrar que eran capaces
de seguir los sinuosos caminos de Fripp de manera telepática. El primer disco
que grabaron juntos fue 'Larks' Tongues
in Aspic', en el que Fripp apuesta por un sonido inspirado por la
improvisación libre, cercana al free jazz, aunque también con los sonidos más
duros de su guitarra. El enfoque lo explica a la perfección Bruford, "en
Yes había debates interminables sobre que acorde tocar con el bajo o el órgano,
mientras que en King Crimson no se decía casi nada... se daba por supuesto que
lo tenías que saber". Esto se puede ver en las composiciones instrumentales
del disco, como las dos partes de la titular pero también hay tiempo para una
maravillosa suite de canciones al uso, 'Book
of saturday', 'Exiles' (en la que
Fripp vuelve al melotrón) e 'Easy money',
que demostraban que Wetton, además de un gran bajista, era el mejor vocalista
que había pasado por la banda desde los tiempos de Lake.
La continuación no defraudaría, ‘Starless and bible back’ se abre con ‘The Great deceiver’, una de las grandes
canciones de la banda, tan potente como instantánea, Fripp vuelve a sonar
alienígena pero muy inspirado. El grupo, en el que ya no estaba Muir, había
alcanzado tal sintonía que fue grabado en su mayoría en directo y luego editado
y unido a las partes de estudio. Fripp había encontrado la banda de sus sueños
y eso se notaba.
La culminación fue ‘Red’, el segundo mejor disco de su carrera, y uno de los más
importantes del género. Reducidos a trío, tras la marcha de un Cross engullido
por la brutal sección rítmica, Fripp, Bufford y Wetton reciben la inestimable
ayuda de antiguos miembros como Ian McDonald o Mel Collins pero se bastan para
entregar un disco en el que 4 de sus 5 canciones son verdaderas maravillas. El
único resbalón es ‘Providence’ pero
se perdona fácilmente escuchando el poderoso instrumental que le da título,
cuyo áspero sonido sería una influencia en el grunge, o la maravillosa ‘Starless’ en la que el tono de su guitarra en la
primera parte alcanza una belleza que pocas veces ha buscado o repetido. En la
segunda se vuelve a demostrar la química entre los tres protagonistas.
Claro que esa química no iba a durar mucho,
tras alcanzar una de las cimas de su carrera Fripp tiene una crisis existencial
y harto de la industria musical decide retirarse. Al principio trata de de que
King Crimson continúe con Bufford, Wetton y McDonald pero a estas alturas
Crimson está totalmente identificado con él y la idea no prospera. El 25 de
septiembre de 1974 Fripp anuncia que King Crimson ha dejado de existir para
siempre.
Durante un tiempo se retira de la música y de
ese retiro parcial solo sale para participar en grabaciones esporádicas de
amigos como Eno, con el que vuelve a colaborar en el enorme ‘Another Green world’. En 1976 también
participa en el debut en solitario de Peter
Gabriel pero la grabación que marcará a fuego estos años se producirá en
Berlín cuando, a recomendación de Eno, Bowie
le reclama para grabar ‘Heroes’.
En la que posiblemente sea su grabación más
famosa, Fripp conseguirá un sonido único y magistral, adelantándose más de diez
años a los experimentos de My Bloody
Valentine con el ‘feedback’. Fripp
llegó al estudio y, tras escuchar una vez la canción, enchufó su Les Paul a su
Hiwatt con un pedal fuzz y se fue moviendo por la habitación subiendo el
volumen para conseguir sostener la nota con el feedback. Tras tres tomas, Tony
Visconti, el productor, vio que lo había hecho perfecto pero decidió
utilizar las dos primeras y poner las tres a la vez.
El resultado fue tan espectacular que Fripp
tocó en varias canciones más del disco, además de dejar su huella en otro de
los grandes trabajos de Bowie, ‘Scary
monsters’. Antes Fripp había pasado a vivir en Nueva York y se había dejado
seducir por la escena punk y ‘nuevaolera’ de la Gran Manzana. Eno le contagió
su amor por una de sus bandas más inquietas, los Talking Heads, pero también se
haría amigo de varios miembros de Blondie,
con los que llegaría a colaborar en su mejor disco, ‘Parallel lines’. Ese mismo año Fripp volvió a primera línea
produciendo dos discos, 'Sacred Songs'
de Daryl Hall y el segundo de Peter
Gabriel. El resultado le gustó lo suficiente para volver a reiniciar su carrera
y así apareció ‘Exposure’, su primer
disco en solitario.
Fripp volvía con una nueva energía, explorando
el formato de canción pop de 3 o 4 minutos con magníficos resultados. Sus años
en Nueva York y su contacto de primera mano con el punk y la Nueva Ola le
habían sentado muy bien. Esa influencia se vería también en su siguiente
proyecto grupal, cuando en 1981 decidió formar una nueva banda de rock, la
influencia del nuevo movimiento, en concreto de los Talking Heads, con los que
había colaborado en 'I Zimbra', se
iba a notar mucho. No es de extrañar que Fripp recurriera a Adrian Belew, que acababa de colaborar
con los de David Byrne. Estaba clara
la confianza que Fripp ponía en él, siendo la primera vez en su carrera que
compartía formación con otro guitarrista. Para completar el cuarteto volvía el
fundamental Bill Bruford y se añadía Tony
Levin al bajo. Al principio se hicieron llamar Discipline pero cuando Fripp vio que el resultado pasaba con nota
su exigente control de calidad decidió volver a su nombre talismán, King
Crimson. El primer disco que grabó esta nueva formación se llamó 'Discipline' y tuvo otra gran influencia,
la música tradicional indonesa. Fripp seguía buscando la innovación en las
fuentes más originales. Otra prueba de que su mente estaba en sintonía con las
de los responsables de 'Remain in light',
fue su colaboración en el rompedor 'My
Life in the Bush of Ghosts' de Byrne y Eno publicado también en 1981.
Pero tras dos discos más con su formación
post-punk Fripp volvió a decir adiós a King Crimson. Ese mismo año, 1984,
comenzó a dar clases de guitarra y a empezar con su proyecto de enseñanza
Guitar Craft. Desde entonces se ha dedicado más a la teoría (como su afinación
especial New Standard) que a la práctica, aunque ha vuelto a desempolvar al Rey
Carmesí en más de una ocasión, sumando nuevos miembros a una lista que supera
ampliamente la veintena. Claro que el único que puede reclamar la corona es el
nexo entre piezas tan distintas y admirables como ‘21st century schizoid man’, ‘Starless’
o ‘Matte Kudasai’, el inimitable
Robert Fripp.