El paraíso de los amantes de la guitarra rock
Por Sergio Ariza
El 26 de agosto de 1970 debería ser una fecha
señalada en rojo por todos los amantes de la guitarra. Ese día se produjo el
encuentro entre dos de los mejores guitarristas de la historia, Eric Clapton y Duane Allman, y terminaron tocando juntos en el estudio, cambiando
notas, sonrisas y una tremenda admiración mutua. Siempre he considerado 'Layla & Other assorted love songs'
la obra cumbre de Clapton y mucha culpa de ello la tiene la participación de
Allman, haciendo de este disco el paraíso para los amantes de la guitarra rock,
con dos figuras en su momento de apogeo pero que, más allá de un duelo
pirotécnico, lo que hacen es ayudarse y colaborar mutuamente. Y es que si
Clapton es Dios, entonces Duane es Jesucristo, muerto por nuestros pecados.
La cosa no había podido ser más fortuita. Tom Dowd estaba en Miami grabando el 'Idlewild South' de los Allman Brothers cuando recibió una
llamada de Clapton diciendo que ponía rumbo hacia allí para grabar el disco de
su nueva banda. Duane no lo dudó y le pidió permiso a Dowd para pasarse algún
día por el estudio. No hizo falta, al poco de llegar a Miami, Clapton se enteró
por Dowd de que los Allman Brothers tocaban un concierto benéfico en la ciudad.
No lo dudó e insistió en ir a verlos con un argumento demoledor "¿me estás
diciendo que conoces al tío que hace el solo en el 'Hey Jude' de Wilson Pickett
(Clapton siempre lo ha nombrado como su favorito)? ¡Tengo que verle tocar!...
Vámonos". Fue ese 26 de agosto del que hablaba al principio. Tras la
actuación Duane se acercó a Clapton y volvió a repetir la petición de pasarse
por el estudio. Clapton vio el cielo abrirse y le soltó, "vente con
nosotros ahora y trae tu guitarra, ¡tienes que tocar!".
El resto es pura magia de las seis cuerdas,
Duane y Clapton se convirtieron en inseparables y el mayor de los Allman hizo
que el disco que estaban grabando alcanzase cotas insuperables, sacando lo
mejor de sí mismo y del propio Clapton. Y es que, aparte de Duane, 'Layla' tiene otra gran protagonista, Pattie Boyd, la, por entonces, mujer de
George Harrison. Clapton se ha
enamorado perdidamente de la mujer de su mejor amigo, como en los mejores
blues, y su forma de tocar y cantar se ve afectado por ello. Nunca hemos
escuchado a un Clapton en mejor forma que aquí, olvídate de Cream, Bluesbreakers o Blind Faith, Layla es el momento cumbre de su carrera, cuando canta 'Have you ever loved a woman' o 'Why does love got to be so sad' lo hace
con tanta convicción o más que cualquier bluesman
del Delta del Mississipi.
Musicalmente no tenemos espacio para hablar de
todas las maravillas que esconde este disco. El equipo utilizado por Clapton
durante la grabación es leyenda, se trata de su famosa Fender Stratocaster
'Brownie' (que incluso aparece en la contraportada) y el amplificador Fender
Champ de 5 vatios. Se puede señalar que las tres primeras canciones son las
únicas que no cuentan con la participación de Duane, aunque en canciones como 'Bell bottom blues' Clapton se basta
solo, demostrando que las guitarras también pueden llorar. Claro que el resto
es pura poesía guitarrera, nunca dos guitarras se han compenetrado mejor, se
trata de una larga conversación en verso en las que se dicen muchas cosas, y se
sienten muchas más, sin necesidad de palabras. Está la increíble 'Anyday', la mítica 'Layla', posiblemente la mejor canción de Clapton, en la que Duane
toma por asalto con su 'slide' en su
mítica 1957 Gibson Les Paul Goldtop la famosa coda que cierra la canción, 'Tell the truth' una canción que
regrabaron tras la llegada de Duane, o 'Why
does love got to be so bad' el momento más celestial entre dos guitarras
eléctricas grabado en un estudio (si no contamos el 'Blue skies', entre Duane y su compañero Dickey Betts).
Durante la grabación de este disco murió Hendrix, el único guitarrista que se
encontraba por encima de ellos. Tras recibir la noticia decidieron grabar 'Little wing'. No llegaron a superarla
(no se puede superar la perfección) pero desde 'La tercera piedra del sol'
estoy seguro de que el 'Salvaje Ángel Azul' sonrió. No podía haber mejor
homenaje que los dos mejores guitarristas que quedaban en la Tierra (y en su
mejor momento) tocando su música.