Randy Rhoads Tribute
Por Sergio Ariza
Un documento clave de una relación explosiva
La relación entre Ozzy Osbourne y Randy Rhoads
es una de las más memorables de la historia del heavy y el hard rock, desde el
modo en el que se conocieron; se cuenta que Ozzy estaba totalmente ebrio cuando
le hizo la prueba al guitarrista y le contrató con solo verle afinar (algo
parecido al momento Ravi Shankar en el 'Concierto para Bangladesh' en el
que tras llevarse una ovación cerrada al poco de subir al escenario tiró de
ironía para decir: “si os ha gustado
tanto la afinación, espero que disfrutéis más aún con la música”); hasta su
triste adiós, cuando Rhoads murió en un accidente de avión estando de gira con
Ozzy.
El comienzo del disco no puede ser más apropiado, el O
Fortuna del Carmina Burana de Carl Orff a todo volumen
mientras Ozzy grita 'Are you ready to
rock'n'roll?'. Para cuando entra el tremendo riff de Randy Rhoads
para I Don't Know ya sabemos que este es uno de esos discos en los que
no se van a coger prisioneros. Publicado originalmente en 1987, cinco años
después de la temprana muerte de Rhoads, el disco es un buen tributo al
guitarrista y una crónica del mejor momento de la carrera en solitario de Ozzy,
esa en la que junto a Rhoads grabó su disco de debut en solitario, The Blizzard
Of Ozz y su continuación, Diary Of A Madman.
La mayor parte del repertorio se basa en el primero,
incluidas las icónicas Crazy Train, que sirvió como 'single' de
presentación del disco, y Mr. Crowley donde se luce absolutamente Randy.
Claro que el solo más recordado de este disco es el que mete a otra canción del
debut de Ozzy, Suicide Solution, con su icónica Sandoval polka dot
flying V. Los amantes del duelo entre los pistoleros más rápidos de finales de los
70 y comienzos de los 80 (Randy y Eddie Van Halen) tienen aquí una de
sus referencias claras. Otro de los atractivos de este disco es el pequeño
repaso a varios de los clásicos de Black Sabbath, Iron Man, Children
Of The Grave y Paranoid donde Rhoads se pasa a su Les Paul Custom
blanca del 74 y se marca unos solos totalmente distintos de los de Tony
Iommi.
En concreto, este tributo es una maravilla para los amantes
del guitarrista y de la primera etapa de Ozzy, sobre todo de The Blizzard Of
Ozz, del que se tocan todas sus canciones, menos la instrumental Dee,
obra de Rhoads, que aparece al final con varios 'out-takes'. Aquí se
puede ver a Rhoads en su modo más clásico, probablemente el que hubiera tomado
de haber seguido viviendo, un poco harto de tener que hacer exhibiciones de
velocidad al modo Van Halen para que los chavales se fueran contentos a casa.
También es un bonito cierre porque lo emparenta con otro gran guitarrista
muerto antes de tiempo, el gran Duane Allman que antes de fallecer en un
accidente con su moto, dejó grabada el instrumental acústico, Little Martha
que apareció de manera póstuma en el Eat A Peach de los Allman
Brothers. En Dee se puede apreciar que, mucho más allá de su técnica
y su digitalización, Rhoads tenía algo mucho más importante, alma.